¿La explicación del comportamiento humano debe ser lo más simple posible o lo más compleja posible? Munné, F., (2007)

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Resumen
La tradición de la ciencia dominante es buscar la explicación más simple posible. Por su parte, las nuevas teorías de la complejidad generan un paradigma epistemológico que cambia sino invierte el sentido de muchos conceptos fundamentales (como causalidad, predicción, control, incertidumbre, etc.) e invita a buscar la explicación más compleja posible. Las ciencias del comportamiento individual y social se juegan su futuro en esta cuestión.

Palabras clave: Complejidad. Epistemología. Explicación psicológica. Incertidumbre.

El problema de la explicación más simple posible

“(…) La búsqueda de un conocimiento de la realidad que sea lo más simple posible es una conditio sine qua non de lo que se considera hoy ciencia. Como enfoque epistemológico, arranca de los mismos inicios de la filosofía griega, esto es ya en los presocráticos, cuando se sobreentiende que lo esencial se encuentra en lo simple (ver Munné, 2004). Sin embargo, es a partir del siglo XIV que este supuesto fundamental es explicitado y aplicado directamente a la teoría y al método de la ciencia, cuando tres dicta desarrollaron y consolidaron la simplicidad como principio que otorga al conocimiento y a una explicación el calificativo de científicos.”

“(…) La ciencia establecida tiene el mismo problema que Descartes. El culto que rinde a la simplicidad, le obliga a “limpiar” el camino de desviaciones y multiplicidades, de posibilidades ínfimas o lejanas, en pro de una inteligibilidad cognitiva lo más directa y secuencial posible para instalarse en un conocimiento considerado claro y seguro. Esto no sólo no evita sino que aumenta la incertidumbre, porque considerados desde la simplicidad, los fenómenos complejos son imposibles de entender o son malinterpretados, por ejemplo considerando aleatorios los procesos caóticos cuando estos están determinados sin dejar de ser impredecibles. De ahí que se hable del caos determinista, el conocimiento del cual siempre es aproximado.
La tentación de esquivar la incertidumbre para llegar a la explicación lo más simple posible es muy fuerte, y está avivada además por el agobiante sentimiento de duda, que es insostenible por ser vivido como un desconocimiento. Todo ello provoca tres obsesiones en el quehacer científico:

La primera es la obsesión de predecir. Hasta el extremo de que ha llegado a afirmarse (caso del físico Horgan, 1996) que los modelos no predictivos no pueden ser tomados en serio. Se sobreentiende que una causa mayor producirá un mayor efecto y una causa menor un efecto menor. Si no se encuentra proporcionalidad en la relación no es posible predecir y se prescinde de la relación como carente de significado o de relevancia.

Segunda obsesión: regular, esto es someter a reglas. Si el mundo se considera predecible, pueden descubrirse, formularse y en su caso imponerse las reglas que lo hacen predecible para el ser humano. Hay más: una vez establecida una regla todo cuanto se aparta de ella, o no es regulable como norma, pasa a considerarse anormal y a ser explicado como anómalo, esto es como raro o extraño. Las teorías psicosociales sobre la reacción social al comportamiento desviado (Lemert, Becker, Goffman) van en este sentido.

Y tercera obsesión: controlar. Si el mundo es predecible y regulable, puede y debe ser controlado. Y lo que no puede ser controlado debe ser reducido al mínimo posible para evitar el descontrol.”

“La simplificación tiene un enorme poder de fascinación y esto dificulta la explicación compleja, porque requiere renunciar a la desnudez del conocimiento claro y a la radicalidad de la economía explicativa.”

Hacia una explicación lo más compleja posible

“En primer lugar, se sobrepasan las fronteras creadas e impuestas por los tres criterios clásicos de la simplicidad. Esto es, el conocimiento y la explicación van más allá de lo necesario, lo suficiente y lo esencial mediante lo que llamo “un análisis de aspectos” (de los aspectos cualitativos de la complejidad: no linealidad, caoticidad, fractalidad, borrosidad, etc.), y no un análisis de partes que trocea el objeto y el sujeto. En consecuencia, la ciencia psicológica debería “poner al día” los artificiosos dictados de Ockham, Descartes y Leibniz inhibidores de las explicaciones complejas, porque la simplicidad explicativa al cuantificar desvirtúa los aspectos cualitativos, al analizar fragmenta y al limitarse a lo esencial cierra la puerta a lo considerado apriorísticamente “no esencial”.”

“En segundo lugar, la lógica compleja es una lógica paradójica, lo cual potencia la explicación. El razonamiento complejo diluye las dicotomías. Busca, por ejemplo, la continuidad de la discontinuidad (como es el caso de la pertenencia grupal); la irregularidad de lo regular (como es el caso de la desviación social); la diferencia de lo igual (como es el caso de la identidad individual o grupal); la imprecisión de lo preciso; o la simplicidad de la complejidad (para esto último: Gribbin, 2004.)”

“Proposiciones como éstas tienen sentido cuando se invierten las dos estrategias reduccionistas antes indicadas. Es decir, cuando en vez de dicotomizar se difumina, lo cual supone categorizar sin discontinuidad, o sea de un modo ni excluyente ni incluyente, generándose una incertidumbre borrosa que no conduce a elegir sino a matizar. Y cuando en vez de totalizar se globaliza, esto es, el pensamiento y la explicación se organizan en red, forma de organización en la que nada es ajeno a nada, a diferencia de la organización total.”

“Tanto la investigación como la intervención del comportamiento humano orientadas por la simplicidad extreman (polarizan) los fenómenos y exageran (simplifican) la realidad, generando muchos más problemas que los que tratan de resolver. Sólo en la medida en que se encuentren explicaciones lo más complejas posible podrá profundizarse en el conocimiento y el tratamiento científicos del ser humano. Y para que las ciencias del comportamiento no se alejen de la realidad, asuman la incertidumbre y puedan avanzar en tales explicaciones deben reconocer paradójicamente, en un acto de humildad, que los seres humanos somos (afortunadamente) menos predecibles, controlables y regulables de lo que presupone la ciencia lineal y las explicaciones basadas en ella. Paradójicamente, porque se trata de comprendernos como simplemente complejos, para lo cual deberíamos tener presentes aquellas hermosas palabras de Gauguin para explicar su pintura: “A menudo me remonté en el tiempo, más que a los caballos del Partenón, al caballito de madera de mi infancia”.”

Fuente: Munné, F. (2007) ¿La explicación del comportamiento humano debe ser lo más simple posible o lo más compleja posible? Encuentros en Psicología Social (Universidad de Málaga), 4, 3-10.

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