Archivo por meses: diciembre 2008

Sobre un concepto histórico de ciencia (fragmentos)

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Carlos Pérez Soto


Académico chileno. Profesor de Estado en Física. Se desempeña desde 1986 [hasta, por lo menos, agosto de 1998] como profesor de Epistemología en la Universidad Arcis, en la Escuela de Psicología de la Universidad Diego Portales y en la Facultad de Ciencia Sociales de la Universidad de Chile.

Las ideas y revisiones teóricas de Carlos Pérez Soto, quizás complejas para el lector promedio, son de vital importancia para aquellos a quienes les interesa pensar acerca de lo que hacen. Hemos recogido sólo algunos fragmentos de una extensa publicación de lectura más que recomendable.


Pérez Soto, C. (1998). Sobre un concepto histórico de ciencia. Santiago de Chile: LOM Ediciones.

Los fundamentos epistemológicos de las Ciencias Sociales

“(…) Hay, generacionalmente, una orientación desde el saber de los fundamentos hacia la experiencia. En el caso de la fundación de las disciplinas en Ciencias Sociales, hacia la técnica. Y entonces lo que había sido problema para el ciclo desde Descartes a Hume deja de ser un problema para estos filósofos. Ya no se trata de encontrar un fundamento. Ahora de lo que se trata es de describir cómo hacerlo.”

“Cómo hacer, sobre todo en Ciencias Sociales, lo que los físicos y los químicos hacen de manera exitosa. Es por esto que más que “Filósofos de la Ciencia” estos pensadores se constituyen, más bien, como «Filósofos del Método». Impera, también en esto, un ánimo tecnológico.”

“El punto central, es que estos filósofos ya no buscan un fundamento para la ciencia, asumen la ciencia como un hecho. Asumen que la ciencia es la mejor manera de conocer y, en pleno optimismo inicial, asumen que la palabra ciencia, como figura en el diccionario hasta el día de hoy, es simplemente sinónimo de saber. Lo que no es ciencia no es saber.”

“Hay ciencia y en seguida opiniones, superstición, creencias, y se podría revestir esto de un buen aura clásica distinguiendo entre «doxa» y «episteme», y llamando «episteme» al conocimiento, que tendría que ser el conocimiento científico. De tal manera que para los Filósofos de las Ciencia que surgen, que frecuentemente son los mismos fundadores de las disciplinas, la ciencia es un dato y el problema real es encontrar cómo aplicar ese dato del saber científico a un objeto que se presume más complejo, que es el hombre, la intersubjetividad, la sociedad.”

“Pero en principio, y ese es el modelo unánime en Fechner, Helmoltz, Wundt, en el caso de la Psicología, en Comte, y dos generaciones después en Durkheim, en Sociología, en
Cournot y Say, en el caso de la Economía, en Malinowski en el caso de la Antropología, el lugar común es : ¿cómo hacer eso que hacen los físicos, los químicos, los biólogos, ahora, en este objeto más complejo?”

La “distinción” entre las disciplinas

“Todos los que trabajan en el campo de las Ciencias Sociales, se habrán enfrentado, ya como alumnos, ya como profesores, a los Cursos de Introducción a la Sociología, Introducción a la Psicología, Introducción a la Educación, Introducción a la Antropología, donde siempre aparece como objetivo el explicarle a los estudiantes que los dos problemas iniciales de toda Ciencia Social son: el objeto de la disciplina y el método de la disciplina. Esta es una herencia propia de la época de los fundadores, y de sus necesidades gremiales.”

“Estas explicaciones iniciales, que distinguen una disciplina de otra, son una de las supersticiones básicas de las Ciencias Sociales, y se cree que es necesario impartirlas hasta el día de hoy. En primer lugar el objeto de la disciplina, que es un objeto disputado, porque los psicólogos tienen un ámbito en el que los sociólogos no deberían meterse y, ay! de la Psicología Social, por ejemplo, que no sabe aún cual es su ámbito, o la relación entre la Psicología Social y la Antropología. ¿Habrá Antropología Urbana?, ¿no ocurrirá que para eso están también los Psicólogos Sociales?, etc. O el cuento de las “disciplinas integradoras”, como otro ejemplo. En la Educación sí se encontrarían todas las ciencias o, no, es en la Antropología donde se encuentran realmente o, no, más bien es en la Economía, etcétera. Y en segundo lugar el método, ¿cuál es el método de la disciplina? Hay aquí un problema general y un problema específico. El problema general es: ¿cuál es el Método Científico? Luego, el problema es cómo aplicarlo en particular a la Psicología, a la Antropología, a la Sociología.”

El inductivismo

“Bajo la mirada clásica, el problema de la Filosofía de la Ciencia no es qué han hecho, el problema es qué debieron hacer. Es un problema lógico no es un problema histórico. A esta actitud es la que llamo «Filosofía Clásica de la Ciencia» y, desde luego hay, hasta el día de hoy, inductivistas, convencionalistas, empiristas lógicos y falsacionistas. Cuando sostengo que los objetivos que estas posturas se trazaron no pudieron cumplirlos, desde luego que hay gente que sostiene que sí, que se avanzó decisivamente al respecto. En particular la clase de profesionales que se llaman “metodólogos”, que son distintos de esta otra clase de profesionales que se llaman “epistemólogos”. Los metodólogos son, como ya he dicho, en general, personas positivas, bien intencionadas, integradoras, que quieren sacar lo mejor de cada postura y ayudar al avance de la ciencia, y le recomiendan a uno como hacer las Tesis de Grado, o como presentar los trabajos de investigación, y hay unos manuales para hacerlo, eso es una clase de profesional. En cambio ya he caracterizado al epistemólogo como un tipo más bien desconfiado, más bien especulativo,… bueno antes de que cayeran tantos muros había ese viejo vicio crítico, hay todavía por allí esos críticos …, lo que implica una actitud hacia el objeto de estudio muy distinta. Por eso digo, entre los profesionales que se llaman metodólogos esta actitud sobrevive intacta: debe haber algún modelo de ciencia, ya sea metodológico o demarcatorio, un modelo que define a la ciencia. Una vez que lo tenemos en la mano podemos juzgar qué científico ha sido realmente un científico, y de qué manera.”

La ciencia como “forma de ser [¿producir?]” la realidad

Hay una idea muy curiosa, una idea muy increíble, en el sustrato del cuento que quiero contar. La idea, que es muy rara, hay que pensarlo así, porque me interesa que se note que es una idea inverosímil, no me interesa presentarla como una idea verosímil sino al revés, es que la realidad misma es producida. A lo largo de este texto voy a ir insistiendo en lo extraña que es esa idea.
Entonces, según este concepto histórico de la verdad misma, las distintas prácticas humanas de producción constituyen la verdad de distintas maneras. Y uno se encuentra en esa historia de las prácticas humanas con la magia, el mito, la fe universal, la ciencia, como prácticas históricamente determinadas, es decir, como prácticas que expresan y, también, coinciden con la producción social de la vida en cada uno de estos momentos. Para los más eruditos voy a enfatizar un aspecto. Estas formas de saber no representan la producción de la vida, sino que coinciden con la producción de la vida. Digo esto para los más eruditos, los que estén más enterados de los avatares de la filosofía actual, porque lo que quiero evitar expresamente es el concepto de representación.
Pero esto tiene como consecuencia el que la racionalidad científica es una forma de ser el mundo, no es una forma de ver el mundo. Es una forma de ver que coincide con una forma de ser el mundo. Y que, como toda forma histórica, tiene límites. Voy a usar, bajo estos términos, la palabra “Ciencia” de manera histórica. No siempre ha habido Ciencia. Siempre la habrá, pero no siempre ha habido ciencia.

“Aténgase a los hechos, no haga hipótesis, no especule (…)”

“Hay inductivistas que quieren encontrar un aval en Newton. A Newton le preguntaron:
«¿por qué la Tierra atrae a las manzanas?», Newton decía : «las atrae así, las atrae asá», y los críticos insistían : «bueno, pero, ¿por qué?». Entonces Newton, astutamente, presenta las cosas de otra manera: «a mí me interesa cómo la Tierra atrae a las manzanas y no por qué las atrae», la ley de gravitación no explica sino que describe el fenómeno. Acerca de las causas de la gravitación dice Newton : «hypotesis non fingo», «no hago hipótesis». Los inductivistas le creen a Newton. Newton no habría hecho hipótesis. Pero luego se lee a Newton y se encuentra que hizo hipótesis toda su vida. Pero los inductivistas creen que ese epigrama de Newton debería figurar como un mandamiento para todos los científicos: “aténgase a los hechos, no haga hipótesis, no especule”. Voy a decirlo de una manera técnica: considere los hechos en su positividad, asuma la positividad del hecho, ahora estoy hablando de una manera técnica, lo que quiero decir es que el hecho que hay ahí no tiene que ver con Usted. Por lo tanto, de manera correspondiente, una de las tareas principales de los inductivistas será denunciar, combatir, prevenir el prejuicio, las ideas previas, los prejuicios que tienen que ver con límites sensoriales, con límites personales y con límites culturales, con límites intersubjetivos. Quizás cada uno no sabe qué prejuicios tiene, pero otro sabrá mi prejuicio, yo sabré los de él y un control intersubjetivo del prejuicio permitiría ir acotando la positividad del hecho, la ciencia tendría que ser una tarea colectiva.”

Ver para Ser

“Hay una diferencia entre ver mesas y haber mesas. Cuando alguien dice: “esto es una mesa”, ¿cómo lo sabe?, “pues lo estoy viendo”, sin embargo, entre la existencia de la mesa y el que alguien vea una mesa hay una diferencia. Desgraciadamente no se puede demostrar que el ver mesas implique que existen mesas. Una desgracia, porque es una conexión que parece muy obvia. Los sentidos serían transparentes en el sentido de que si veo debe ser porque hay.”

Fuente: Pérez Soto, C. (1998). Sobre un concepto histórico de ciencia. Santiago de Chile: LOM Ediciones. Sigue leyendo

Lima – Tarapoto – Tabatinga: Dibujando identidades (inter)nacionales

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escudo

En esta entrada quisimos salir de lo estrictamente académico, para descubrir que también desde el arte se puede proponer la comprensión de lo social.

“Dibujando B… – Dibujos realizados durante y después de un viaje hacia la frontera con Brasil” (Mantilla – Chaves, 2006)

Quieren que dibujemos Brasil. Aceptamos el envite. Sin embargo Brasil suena enorme y no hay tiempo material para hacerlo. ¿Por dónde empezar? ¿Y cómo manejar el deseo de alguien que quiere que dibujes algo? ¿En qué estarán pensando? ¿Será buena idea empezar a dibujar Brasil desde el Perú? ¿Cómo se dibuja eso? ¿Qué buscar? ¿Qué herramientas de este arte es válido aplicar acá? ¿Qué es Brasil?

De una manera un tanto errática y asistemática, decidimos buscar rastros, señales, indicios de Brasil -o lo brasileño- en el Perú. Una manera de preguntarse sobre “lo ajeno” en “lo propio”, y nos apetece más esa búsqueda que el ir tras alguna esencia. ¿En qué fijarse? Y aunque pensemos en la música, en la comida, en el baile, en la ropa, en el hablado, en el contrabando y en los bienes que trae y lleva el comercio, la pregunta sigue ahí… ¿qué será eso de Brasil que quieren que dibujemos?

Aceptamos el envite pero le damos la vuelta al guante. Mejor lo dejamos en Dibujando B…

Iniciamos el viaje por avión hasta la ciudad de Tarapoto y desde allí por tierra hacia el puerto fluvial de Yurimaguas en la selva baja del Perú. Luego navegamos hacia Iquitos por los ríos Huallaga, Marañón y Amazonas, para continuar después hacia el pueblo fronterizo de Santa Rosa, desde donde cruzamos a Leticia en Colombia y Tabatinga en el Brasil.

Los resultados de esta experiencia se volcaron como dibujos sobre papel y murales en una instalación presentada junto a Dibujando América en la reciente Bienal de Sao Paulo. Próximamente se presentarán en DIBUJANDO AMÉRICA a realizarse en febrero en el Centro Cultural de España en Lima.

Gilda Mantilla y Raimond Chaves, setiembre 2006

Los links hacia las páginas de Raimond Chaves y de Gilda Mantilla están como enlaces en este blog. Sigue leyendo

El estilo APA: ¿Un estilo editorial o una epistemología para la psicología?

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MANUAL DE ESTILO APA
Los estudiantes de psicología deben lidiar, por lo menos alguna vez durante su formación, con el “estilo APA”. Generalmente estos encuentros no son del todo afortunados, debido, entre otras razones, a que desde 1952, la American Psychological Association ha publicado alrededor de ocho ediciones sucesivas en las que se han incorporado importantes cambios a las normas de publicación propuestas (1952, 1957, 1967, 1974, 1983, 1994, 2001, 2006); por lo que pocas personas conocen las normas actualmente vigentes o, simplemente no las conocen bien.

En esta entrada vamos a presentar fragmentos y comentarios de un artículo: El lenguaje no es neutral. Comentarios sobre el estilo APA, de Juan Delgado Sánchez-Mateos de la Universidad de Salamanca.

El autor defiende con cierta lógica en su razonamiento, el uso del estilo APA para crear una “comunidad de discurso” (Delgado, 2007, p. 303) dentro de la disciplina psicológica. Sin embargo, el autor llega a afirmar que el “estilo APA”, puede ser considerado como una epistemología para la psicología. Con respecto a esto último no podemos estar más que en desacuerdo.

Podemos sostener, que por debajo de las normas de publicación que propone el estilo APA, subyace una forma de entender a la psicología como disciplina científica, pero que un manual de publicación sea lo que le otorga el sustento epistemológico a una disciplina, es demasiado ingenuo o, lo que es peor, muy poco serio.

Al autor no le faltan argumentos. Sin embargo, para nosotros, alguien que sostiene que “No todo merece ser investigado. No todo lo investigado es interpretable. No todo lo investigado debería haberlo sido.” (Delgado, 2007, p. 304), posee una visión bastante estrecha de las posibilidades de la investigación.

Revisemos algunos de los argumentos del autor:

“(…) Madigan, Johnson y Linton (1995) señalan el papel que el estilo APA desempeña como sustentador de valores, como socializador, como lenguaje compartido por una comunidad que, al mismo tiempo, y tomando el estilo como vehículo, comparte también una visión epistemológica común. La enseñanza del estilo a los estudiantes, sostenían, o a los neófitos, constituye al mismo tiempo la enseñanza de los hábitos de investigación, de la circunspección argumental, de la limitación de las conclusiones a las justificables en el método. El subtítulo del trabajo de Madigan et al. (1995) era: el estilo APA como epistemología.

El estilo APA como epistemología

El “estilo APA” es un sistema de convenios que sanciona cómo organizar los informes de datos o hallazgos empíricos, cómo citar las referencias a trabajos publicados, cómo presentar tablas y gráficas, y cómo, en general, resolver los problemas técnicos que surgen cuando se preparan manuscritos que presentan resultados de investigaciones empíricas en Psicología.

Además, esas normas, esos convenios, han pasado a formar parte de los currículos de los estudiantes de Psicología: se enseñan en cursos metodológicos, los trabajos de curso, tesinas de licenciatura y tesis doctorales se escriben siguiendo estas normas, y juegan así otro importante papel: el estilo APA contiene —y se constituye en el vehículo de— los valores, las actitudes y la epistemología centrales de la Psicología, constituyendo un modelo de pensamiento acerca de los fenómenos psicológicos, y estableciendo los cauces que permiten la socialización de los psicólogos en su comunidad de discurso. Madigan et al. (1995) agregan:

a) El estilo APA como género literario incorpora prácticas concretas respecto de diversos aspectos editoriales: citas textuales, evitación de notas a pie de página con contenido textual, impersonalidad del estilo, etc.

b) Pero, además, las redes de escritores y lectores que se someten a esos convenios constituyen una comunidad de discurso, comparten (o han de compartir) metas y objetivos comunes. Esas redes constituyen y reflejan un medio intelectual en el cual el acuerdo en detalles triviales implica el acuerdo en aspectos mucho más importantes. La red de escritores y lectores que siguen el estilo APA compartirían una visión del mundo, y serían permeables a un modo de pensar característico de la Psicología.

c) La adopción del estilo APA constituye una forma concreta de plantearse la retórica, la forma de presentar los argumentos, los hallazgos o las conclusiones, retórica o estilo que se propone como un medio transparente de presentar información objetiva acerca de una realidad externa.

d) Cuando se pide al autor de un trabajo que lo redacte siguiendo el manual de estilo APA se le está obligando explícitamente a adoptar un conjunto de convenios basados a su vez en un conjunto de actitudes y valores respecto de cómo se realiza una investigación empírica científica en Psicología. Poco importa que el estudio se refiera a tareas de decisión léxica, a relaciones psicofisiológicas o a evaluación de un programa de intervención sobre el entorno social de una persona con discapacidad. Lo importante es el apellido de la investigación empírica como científica.

“(…) El estilo APA ¿favorece una visión simplista acumulativa del progreso científico? Hay diferentes tipos de investigación. Entre ellos, el experimental se suele utilizar en una dialéctica de preguntas planteadas por las anteriores respuestas a preguntas resueltas con otros experimentos. El proceso experimental, aparentemente lineal y acumulativo, es el proceso tipo sobre el que se modela la retórica del estilo APA. Pero no todo es tan simple, y puede que lo que los filósofos de la ciencia gustan debatir (revolución, inconmensurabilidad, progreso acumulativo, etc.) tenga relevancia como reconstrucción racional de lo que los científicos hacen. Aunque lo que los científicos hacen, lo siguen haciendo, y deben seguir haciéndolo, al margen de si algún filósofo relativista considera que con ello no se acumula conocimiento. Por si se aprende algo nuevo con cada estudio.”

“(…) Pero nuevamente no es el estilo APA el problemático, sino el compromiso de quienes lo usan con un modo de investigar. El estilo APA es análogo a los estilos utilizados en las disciplinas del sistema ciencia-técnica. Se adapta mal a las disciplinas que forman parte de otros sistemas de conocimiento. (…)”

“(…) El estilo APA ayuda en la comunicación concisa, directa y fluida de contenidos científicos en Psicología, entendiendo por ello contenidos de estudios realizados dentro del sistema ciencia-técnica (acción orientada por reglas técnicas, utilización de lenguaje libre de contexto, proposición de pronósticos dependientes de condiciones previas, orientado a la solución de problemas, a la consecución de fines en relaciones medio-fin, a la extensión del poder de disposición técnica).

El estilo APA, en cambio, es inadecuado para la comunicación de contenidos provenientes del sistema interacción-comunicación, caracterizado por la acción orientada por reglas prácticas, por la utilización de lenguaje ordinario socialmente compartido (no sólo en la red de insiders), en el que los pronósticos dependen de la asunción de roles sociales, de expectativas recíprocas de comportamiento, orientado al mantenimiento o al cambio reglado de instituciones sociales, a la emancipación individual, al ajuste del sujeto al ambiente laboral, social, etc. (Habermas, 1989). Desde esta distinción entre sistemas, el alineamiento del llamado estilo APA con el primero es evidente.

La mayor parte de las objeciones que se oponen al uso de este estilo provienen de la no distinción (Habermas dice que interesada) entre los dos ámbitos. La indagación sistemática que organiza áreas de saber especializado no es necesariamente ciencia (aunque se hable de “ciencia del derecho “, en otro sentido, por supuesto), ni necesariamente ha de plegarse a las reglas que sigue la investigación científica. Así, exigir a un estudioso de estas áreas que se someta a la utilización del estilo APA es inconveniente: la epistemología de base es diferente. No se está diciendo que toda Psicología sea científica, sino que ha de analizarse en qué medida la epistemología de base de las áreas en las que trabajamos los psicólogos mantiene los supuestos del sistema ciencia-técnica.”

“Llamar “científica” a un área o a una investigación no es otorgarle una etiqueta de respetabilidad, sino aludir a sus características que la incluyen, o no, en un tipo de conocimientos, en un sistema de acción racional. Se está diciendo, en cambio, que la utilización del estilo APA no es suficiente para que una investigación sea respetable. Después, el estilo APA, dentro del sistema ciencia-técnica, puede ser restrictivo: el director de la investigación tiene frecuentemente que tomar decisiones, como las que estudia Rosenthal
(1994), que tal vez habrían de ser comunicadas en el paper. Las investigaciones las realizan individuos que tienen responsabilidades.”

No se puede caer en la falta de sentido de los autores de una investigación que cita (en nota a pie de página, por cierto) McGuigan (1960). El fallecimiento de uno de los autores del trabajo se narró así: “Después de que este artículo fue escrito, desafortunadamente uno de nosotros murió”. En ésta, como en tantas otras cuestiones debatibles, es preciso evitar el diletantismo, y aclarar el sentido de las objeciones planteadas.

El lenguaje no es neutral. Si Fierro (2004) pretendía señalar eso, no cabría sino asentir. Pero que el lenguaje no sea neutral no quiere decir que cualquier lenguaje sirva para cualquier propósito, sino todo lo contrario.”

Fuente: Delgado, J. (2007). El lenguaje no es neutral. Comentarios sobre el estilo APA. Psicothema, Vol. 19, 2, pp. 302-307.

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Socio-antropología de las profundidades: el estudio de la vida cotidiana clandestina

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Llamó nuestra atención el siguiente fragmento de un artículo de Ángel Enrique Carretero, que pone énfasis en algo que podría ser estudiado desde la psicología social: la existencia en toda sociedad de una “(…) permanente vida subterránea, sorda, oculta, que no se deja ver ni atrapar con facilidad desde una mirada institucional.”

Con el pretexto de comentar la obra de Maurice Halbwachs sobre la memoria colectiva, Carretero introduce un campo de estudio fascinante.

“(…) El acceso a la visualización de la subterránea operatividad de la memoria colectiva requiere adoptar como perspectiva teórica la de una socio-antropología de las profundidades que posibilite ir más allá de una óptica positivista dominante en las ciencias humanas y sociales. Para ello es preciso dejar apuntalado que la sociedad real difícilmente se ha identificado nunca con la sociedad institucionalizada.

La auténtica vida social se dirime en dos planos diferentes que se retroalimentan en una dialéctica permanentemente. Por una parte, un plano de la vida social que bien podríamos catalogar como oficial, aquel circunscrito al mundo socialmente institucionalizado. Este es un régimen de lo social que se correspondería con la actuación de las diferentes instituciones, bien sean políticas, económicas, educativas, culturales o religiosas, en donde se entreteje y despliega la actividad global de una sociedad. Es el espectro central de la sociedad en donde gobierna lo institucional y en el que, al menos en apariencia, reina la transparencia.

Ahora bien, es importante subrayar que la vida de una sociedad no se constriñe exclusivamente a este plano central. Por el contrario, hay un plano de la vida social, si se quiere marginal, con una vida propia, y en ocasiones en tensa y conflictiva oposición, en relación a la sociedad institucionalizada. En toda sociedad existe una permanente vida subterránea, sorda, oculta, que no se deja ver ni atrapar con facilidad desde una mirada institucional. Su vida independiente nace de su rechazo a ser plegada, urbanizada, encorsetada, en última instancia vampirizada, desde los parámetros de poder de la sociedad y la cultura institucional. Es el reservorio cultural, tan rico simbólicamente, en donde anida un crisol de costumbres, prácticas, tradiciones o cosmovisiones colectivas fuertemente arraigadas en el ámbito de la cultura popular.

Dado que un ingrediente consustancial de su naturaleza es el de no dejarse mostrar, el hallarse siempre yuxtapuesto que no aletargado, dicho plano es extremadamente resistente a ser visualizado por parte de una ciencia social marcada desde sus orígenes por una impronta positivista. El lugar operativo asignado por Halbwachs a la memoria se ubicará precisamente en este segundo plano, en el dominio social opaco a lo institucional. La socio-antropología de las profundidades anteriormente mencionada, vía de acceso privilegiado a la persistente presencia de la memoria halbwachsiana, tiene como objetivo radiografiar la opacidad de la vida social y exige un distanciamiento del positivismo.

Tan sólo una sociología de lo cotidiano plenamente distanciada del marco teórico epistemológico de la sociología positivista ha posibilitado el acceso al desvelamiento del peculiar modus operandi de esta vida social, por así decirlo, clandestina, que no se deja ver. Las perspectivas en torno a lo cotidiano propuestas al unísono, a final de la década de los setenta del pasado siglo, por Michel de Certeau y Michel Maffesoli se presentan como dos modelos teóricos semejantes que, por una parte, ejemplifican una genuina óptica desde la que afrontar el estudio de lo cotidiano a partir de una sociología de las profundidades y que, por otra parte, permiten también ubicar correctamente la auténtica naturaleza y actividad atribuida por Halbwachs a la memoria. Así, De Certeau ha sabido mostrar toda una constelación de minúsculas prácticas diseminadas en el orden de lo cotidiano, arts de faire, mediante las cuales la astucia inherente a la cultura popular ha logrado sortear y substraerse a la microfísica de actuación del poder institucional. Así, alude a una marginalidad masiva, en referencia a un conjunto de subterráneas prácticas cotidianas enraizadas en el universo popular que, a modo de «fondo nocturno de la actividad social», constituyen el rumor sordo de una sociedad, el ser y el actuar de una «mayoría silenciosa».

En su terminología, la noción de táctica condensa un conglomerado de prácticas cotidianas ligadas a través de un nexo prácticamente orgánico con el espacio de lo local. A diferencia de las tácticas, las estrategias representan las distintas variantes de una racionalidad formal, objetiva, de un saber/poder, expresado en términos políticos, económicos o científicos, sobreimpuesto sobre la experiencia social.

No obstante, De Certeau revela como el desorbitado énfasis de la razón científicotécnica por imponerse y llegar a colonizar toda la riqueza de la existencia cotidiana, por organizarla de acuerdo a los parámetros de la racionalidad estratégica, nunca llega a fructificar totalmente. El hombre ordinario no es un mero receptor pasivo de las estrategias dominantes, recurre a tácticas que le sirven de resistencia silenciosa frente al imperialismo del saber dominante.

De manera que, retomando el hilo discursivo de nuestro trabajo, la memoria colectiva de Halbwachs se debiera incluir en el espectro social de las tácticas a las que hace mención De Certeau. Al esclarecimiento de este modo de operar social clandestino, permanentemente presente en toda sociedad, Michel Maffesoli ha propuesto catalogarlo epistemológicamente como hipótesis de la centralidad subterránea. Estableciendo un parangón con el ámbito de la economía, se trataría, a su juicio, de desvelar la existencia de una socialidad negra o sumergida, de un abanico de minúsculas y balbuceantes manifestaciones cotidianas en las que la existencia social logra evadir la lógica de una triunfante racionalidad instrumental colonizadora de las distintas instituciones.

La centralidad subterránea es, entonces, el privilegiado escenario en donde van a cuajar y desenvolverse las libertades intersticiales, los microespacios cotidianos en los que el hombre ordinario sortea, utilizando recursos como la astucia o el doble juego, la omnipresencia de control y de la dominación social. De modo que solamente una sociología de las profundidades sería la actitud intelectual pertinente para poner de relieve la silenciosa vida de las sociedades, para desentrañar una cenestesia social que estaría siempre actuando en el trasfondo de la trama social. En lo que atañe específicamente al objeto de nuestro estudio, la naturaleza y operatividad de la memoria halbwachsiana tendrían su razón de ser y su específica ubicación, asimismo, en la centralidad subterránea resaltada por Maffesoli.”

Fuente: Carretero, A. (2008). Maurice Halbwachs: Oficialidad y clandestinidad de la memoria. Athenea Digital, 13, 95 – 103. Sigue leyendo

El campo de la Psicología Social

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En esta entrada presentamos un texto clásico de Serge Moscovici, que sin dedicarse a un cuestionamiento epistemológico más profundo, como los textos que hemos presentado de Fernando González Rey y Frederic Munné, se interroga acerca del objeto (campo) de estudio de la ciencia denominada Psicología Social.

Fuente: Moscovici S. (1988) “El Campo de la Psicología Social. Pags. 13 – 27 en Psicología Social, I. Buenos Aires: Editorial Paidos.

“(…) Todo resultaría muy sencillo si pudiésemos decir sin dudar: existe el individuo y existe la sociedad. Evidentemente esto se nos repite innumerables veces y uno parece comprender e incluso ver lo que indican estas palabras. Todos aceptamos como algo indiscutible que estos dos términos estén separados, que cada uno sea autónomo y posea una realidad propia. Esto significa que podemos conocer uno sin conocer el otro, como si se tratasen de dos mundos extraños entre sí. La fuerza de esta visión resulta incontestable, al igual que la división que mantiene: el individuo reducido a su organismo y la sociedad petrificada en sus instituciones y aparatos. O mejor aún. Por una parte el uno, lo único, por otra parte lo múltiple o colectivo. Y esta visión tiene un efecto al que nos hemos acostumbrado desde hace largo tiempo: el tratado de partición que concede el individuo a la psicología y la sociedad a la economía o a la sociología. (…)”

“Si la psicología social tiene una razón de ser en tanto que ciencia y un leitmotiv que le sea propio, es ahí donde lo encontraremos. Toda ciencia mayor intenta responder, a través de investigaciones efectuadas en campos concretos, a alguna de las lancinantes preguntas que se plantean a los hombres. La física, a la pregunta: ¿Qué es la materia o el movimiento? La biología, a la pregunta: ¿Qué es la herencia? O bien ¿Por qué existe la vida? La cosmología, a la pregunta ¿Cuál es el origen del universo? Y así sucesivamente. De manera similar, La psicología social -en mi opinión al menos- se ha ocupado y sigue haciéndolo de un solo y único problema: ¿por qué se produce el conflicto entre individuo y sociedad? Ninguna otra ciencia aborda este problema de forma tan directa, ninguna siente una atracción tan profunda por ese conflicto. Y aquellas ciencias que lo hacen se aproximan a la psicología social, como sucedió con el psicoanálisis interesarse éste por los fenómenos de masa. También es el caso de la historia cuando estudia los fenómenos de la mentalidad. Y la recíproca también es cierta. Siempre que la psicología social olvida este problema para estudiar en paralelo y con independencia uno de otro, ya sea lo social o lo individual, como sucede actualmente en los Estados Unidos, pierde su personalidad, convirtiéndose en un apéndice, inútil, de otra ciencia. (…)”

“He aquí una primera fórmula: la psicología social es la ciencia del conflicto entre el individuo y la sociedad. Podríamos añadir: de la sociedad externa y de la sociedad que lleva adentro. No escasean los ejemplos de dicho conflicto. La resistencia a las presiones conformistas de la mayoría, la oposición entre un líder y su grupo, las desviaciones con respecto a la ortodoxia, las discusiones dentro de un grupo a fin de llegar a una decisión, la captación de un individuo por la masa, y otros muchos casos. Hasta aquí hemos considerado el espectro en toda su extensión. Ahora debemos acotarlo para captar mejor y con mayor precisión el campo de la psicología social. En pocas palabras, tras haber visto el problema al que responde consideremos los fenómenos de los que se ocupa. O mejor dicho, los fenómenos de los que se ocupan los psicosociólogos al salir al terreno o al encerrarse en sus laboratorios. En una palabra, ¿Cuál es su objeto? (…)”

“En realidad, la psicología social analiza y explica los fenómenos que son simultáneamente psicológicos y sociales. Este es el caso de las comunicaciones de masas, del lenguaje, de las influencias que ejercemos los unos sobre los otros, de las imágenes y los signos en general, de las representaciones sociales que compartimos y así sucesivamente. Si queremos movilizar a una masa de hombres, luchar contra los prejuicios, combatir la miseria psicológica provocada por el desempleo o la discriminación, sin duda alguna mayor que la miseria económica, siempre nos encontraremos ante lo individual y lo colectivo solidarios, incluso indiscernibles. La psicología social nos enseña a observarlos de esta manera, permaneciendo fiel a su vocación entre las ciencias.”

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¿La explicación del comportamiento humano debe ser lo más simple posible o lo más compleja posible? Munné, F., (2007)

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Resumen
La tradición de la ciencia dominante es buscar la explicación más simple posible. Por su parte, las nuevas teorías de la complejidad generan un paradigma epistemológico que cambia sino invierte el sentido de muchos conceptos fundamentales (como causalidad, predicción, control, incertidumbre, etc.) e invita a buscar la explicación más compleja posible. Las ciencias del comportamiento individual y social se juegan su futuro en esta cuestión.

Palabras clave: Complejidad. Epistemología. Explicación psicológica. Incertidumbre.

El problema de la explicación más simple posible

“(…) La búsqueda de un conocimiento de la realidad que sea lo más simple posible es una conditio sine qua non de lo que se considera hoy ciencia. Como enfoque epistemológico, arranca de los mismos inicios de la filosofía griega, esto es ya en los presocráticos, cuando se sobreentiende que lo esencial se encuentra en lo simple (ver Munné, 2004). Sin embargo, es a partir del siglo XIV que este supuesto fundamental es explicitado y aplicado directamente a la teoría y al método de la ciencia, cuando tres dicta desarrollaron y consolidaron la simplicidad como principio que otorga al conocimiento y a una explicación el calificativo de científicos.”

“(…) La ciencia establecida tiene el mismo problema que Descartes. El culto que rinde a la simplicidad, le obliga a “limpiar” el camino de desviaciones y multiplicidades, de posibilidades ínfimas o lejanas, en pro de una inteligibilidad cognitiva lo más directa y secuencial posible para instalarse en un conocimiento considerado claro y seguro. Esto no sólo no evita sino que aumenta la incertidumbre, porque considerados desde la simplicidad, los fenómenos complejos son imposibles de entender o son malinterpretados, por ejemplo considerando aleatorios los procesos caóticos cuando estos están determinados sin dejar de ser impredecibles. De ahí que se hable del caos determinista, el conocimiento del cual siempre es aproximado.
La tentación de esquivar la incertidumbre para llegar a la explicación lo más simple posible es muy fuerte, y está avivada además por el agobiante sentimiento de duda, que es insostenible por ser vivido como un desconocimiento. Todo ello provoca tres obsesiones en el quehacer científico:

La primera es la obsesión de predecir. Hasta el extremo de que ha llegado a afirmarse (caso del físico Horgan, 1996) que los modelos no predictivos no pueden ser tomados en serio. Se sobreentiende que una causa mayor producirá un mayor efecto y una causa menor un efecto menor. Si no se encuentra proporcionalidad en la relación no es posible predecir y se prescinde de la relación como carente de significado o de relevancia.

Segunda obsesión: regular, esto es someter a reglas. Si el mundo se considera predecible, pueden descubrirse, formularse y en su caso imponerse las reglas que lo hacen predecible para el ser humano. Hay más: una vez establecida una regla todo cuanto se aparta de ella, o no es regulable como norma, pasa a considerarse anormal y a ser explicado como anómalo, esto es como raro o extraño. Las teorías psicosociales sobre la reacción social al comportamiento desviado (Lemert, Becker, Goffman) van en este sentido.

Y tercera obsesión: controlar. Si el mundo es predecible y regulable, puede y debe ser controlado. Y lo que no puede ser controlado debe ser reducido al mínimo posible para evitar el descontrol.”

“La simplificación tiene un enorme poder de fascinación y esto dificulta la explicación compleja, porque requiere renunciar a la desnudez del conocimiento claro y a la radicalidad de la economía explicativa.”

Hacia una explicación lo más compleja posible

“En primer lugar, se sobrepasan las fronteras creadas e impuestas por los tres criterios clásicos de la simplicidad. Esto es, el conocimiento y la explicación van más allá de lo necesario, lo suficiente y lo esencial mediante lo que llamo “un análisis de aspectos” (de los aspectos cualitativos de la complejidad: no linealidad, caoticidad, fractalidad, borrosidad, etc.), y no un análisis de partes que trocea el objeto y el sujeto. En consecuencia, la ciencia psicológica debería “poner al día” los artificiosos dictados de Ockham, Descartes y Leibniz inhibidores de las explicaciones complejas, porque la simplicidad explicativa al cuantificar desvirtúa los aspectos cualitativos, al analizar fragmenta y al limitarse a lo esencial cierra la puerta a lo considerado apriorísticamente “no esencial”.”

“En segundo lugar, la lógica compleja es una lógica paradójica, lo cual potencia la explicación. El razonamiento complejo diluye las dicotomías. Busca, por ejemplo, la continuidad de la discontinuidad (como es el caso de la pertenencia grupal); la irregularidad de lo regular (como es el caso de la desviación social); la diferencia de lo igual (como es el caso de la identidad individual o grupal); la imprecisión de lo preciso; o la simplicidad de la complejidad (para esto último: Gribbin, 2004.)”

“Proposiciones como éstas tienen sentido cuando se invierten las dos estrategias reduccionistas antes indicadas. Es decir, cuando en vez de dicotomizar se difumina, lo cual supone categorizar sin discontinuidad, o sea de un modo ni excluyente ni incluyente, generándose una incertidumbre borrosa que no conduce a elegir sino a matizar. Y cuando en vez de totalizar se globaliza, esto es, el pensamiento y la explicación se organizan en red, forma de organización en la que nada es ajeno a nada, a diferencia de la organización total.”

“Tanto la investigación como la intervención del comportamiento humano orientadas por la simplicidad extreman (polarizan) los fenómenos y exageran (simplifican) la realidad, generando muchos más problemas que los que tratan de resolver. Sólo en la medida en que se encuentren explicaciones lo más complejas posible podrá profundizarse en el conocimiento y el tratamiento científicos del ser humano. Y para que las ciencias del comportamiento no se alejen de la realidad, asuman la incertidumbre y puedan avanzar en tales explicaciones deben reconocer paradójicamente, en un acto de humildad, que los seres humanos somos (afortunadamente) menos predecibles, controlables y regulables de lo que presupone la ciencia lineal y las explicaciones basadas en ella. Paradójicamente, porque se trata de comprendernos como simplemente complejos, para lo cual deberíamos tener presentes aquellas hermosas palabras de Gauguin para explicar su pintura: “A menudo me remonté en el tiempo, más que a los caballos del Partenón, al caballito de madera de mi infancia”.”

Fuente: Munné, F. (2007) ¿La explicación del comportamiento humano debe ser lo más simple posible o lo más compleja posible? Encuentros en Psicología Social (Universidad de Málaga), 4, 3-10.

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Frederic Munné

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Frederic Munné (*Barcelona, 1934)

Profesor Emérito de la Universidad de Barcelona y Catedrático de Psicología social en la Facultad de Psicología. Ha sido presidente de la Societat Catalana de Psicología Social y miembro del Instituto de Psicología y Sociología Jurídicas, de la Sociedad Española de Psicología y de la European Association of Experimental Social Psychology.

Actualmente, trabaja en una epistemología crítica del comportamiento social basada en el pluralismo teórico y en la aplicación del paradigma de la complejidad (teorías del caos, fractales y lógica borrosa) a las ciencias sociales.

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Datos de Fernando Luis González Rey:

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Psicólogo formado en la Facultad de Psicología de la Universidad de la Habana (Cuba), Doctor en Psicología del Instituto de Psicología General y Pedagógica de Moscú; tiene un Postdoctorado en Psicología del Instituto de Psicología de la Academia de Ciencias de la Unión Soviética. Ha escrito los siguientes libros:
Sujeto y subjetividad. Una aproximación históricocultural; O social Na psicología e A psicología social. A emergencia do sujeito; Epistemología cualitativa y subjetividad; Motivación moral en adolescentes y jóvenes; Psicología de la personalidad; La investigación cualitativa en psicología: rumbos y desafíos; La psicología: principios y categorías; Personalidad, salud y modo de vida; Problemas epistemológicos de la psicología; Comunicación, personalidad y desarrollo.

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Investigación Cualitativa y Subjetividad

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Hemos decidido colocar como primer artículo de este nuevo blog dedicado a la Psicología Social, el prólogo del libro “Investigación Cualitativa y Subjetividad” del psicólogo cubano Fernando Luis Conzález Rey (1997). En este artículo se introducen muchas de las ideas que desarrollaremos en posteriores entradas, con el fin de contribuir a ampliar el horizonte de pensamiento en la Psicología Social en nuestro medio.

Jan Marc Rottenbacher, 4/12/2008
“El miedo a la especulación es
una expresión institucionalizada
y pública de un miedo oculto en la
institución científica y académica:
el miedo a las ideas.”
(Fernando Luis González Rey, 1997, pág. 6)

Investigación Cualitativa y Subjetividad
Fernando Luis González Rey (1997)
Prólogo

“Este excepcional libro representa un importante avance en el campo de la psicología y el autor lo escribe imprimiéndole la pasión de un manifiesto. El libro estimula y energetiza al le lector proponiéndoles la nueva tarea de la comprensión del trabajo de la mente en la medida en que ésta se confronta con el mundo, por medio de la exploración de la subjetividad y de la conciencia.

La psicología propuesta por Nietzsche como la “ciencia maestra”, a la cual todas las otras se deberían someter (más allá del bien y del mal), se transformó, bajo el dominio del positivismo, en un paisaje árido que ha desviado muchas mentes brillantes [y lo sigue haciendo].

Este imperio del tedio también ha sido ignorado por ciencias afines, como la historia, la filosofía, la sociología y la antropología, así como por el campo literario.
Al mismo tiempo, la necesidad de conocer fenómenos psicológicos que atraviesan todos esos campos se mantiene. Como resultado desastroso, el psicoanálisis fue adoptado como representante de toda la psicología.

Curiosamente, durante un siglo las señales de alarma han estado presentes. Como ejemplo de eso se pueden citar los últimos trabajos de Husserl y Vigotsky. El primero se preguntaba en su obra Crisis por qué el campo de la subjetividad, que debía ser considerado como el objeto de estudio de la psicología, había sido totalmente ignorado por los psicólogos. En el caso de Vigotsky, la crítica incisiva al positivismo, desrrollada en sus últimos trabajos, se mantuvo oculta hasta tiempos muy recientes por sus traductores en lengua inglesa. En Occidente, sólo los trabajos iniciales y más tradicionales de Vigotsky sobre el desarrollo infantil estaban disponibles.

En esta obra [Investigación Cualitativa y Subjetividad] se presenta la epistemología cualitativa como el primer esfuerzo abarcador en el estudio científico de la subjetividad. Per, ¿qué es la subjetividad? El profesor González Rey la describe de la siguiente forma: “La subjetividad no sustituye a los otros sistemas complejos del hombre (bioquímico, fisiológico, ecológico, laboral, salud, etc.) que también encuentran, en las diferentes dimensiones sociales, un espacio sensible para su desenvolvimiento, pero se transforma en un nuevo nivel de análisis de esos sistemas, los cuales, a su vez, se convierten en un nuevo sistema que históricamente ha sido ignorado del subjetivismo, del mentalismo y del individualismo” (pág. 14).

O sea, el principal objeto de la psicología fue eliminado cuando esta área quedó bajo el dominio del positivismo. Una de las vías por las cuales el positivismo ha construido su imperio fue por la invención y aplicación del dogma de la cientificidad.

A los estudiantes de psicología se les enseñan las reglas de lo que ellos llamaron “ciencia dura”, y ese dogma pasó de generación en generación. Esto los ha orillado a creer que están haciendo lo mismo que los médicos: colectar y medir evidencias observables y replicables. Siguiendo estas reglas, el misterio de la psicología sería un día resuelto.
Como ese dogma es falso, no es sorprendente que el positivismo no haya conseguido resolver esa premisa.

El positivismo evitó tratar el problema epistemológico orientado a conocer cuál es el modelo de ciencia apropiado al estudio de los fenómenos psicológicos. Dada su naturaleza como expresión de la subjetividad humana, ¿cómo se pueden construir teorías y desarrollar métodos apropiados para la comprensión de los fenómenos psicológicos?

Para entender lo que está en juego, se puede comparar la construcción imaginativa que se requiere para estudiar científicamente la naturaleza de los fenómenos psicológicos que este libro nos presenta con la “joya de la corona” del positivismo, el concepto de constructo hipotético. Murria en la introducción de su libro Personalidad, sociedad y cultura, describe ese constructo como ficción útil. ¿Será realmente útil? ¿Se puede construir una ciencia basada en la ficción? De forma pomposa, la producción de constructos hipotéticos ha sido descrita como abstracción generalizada. ¿Qué quiere decir esto? Se observan algunas ocurrencias empíricas en el nivel más superficial y, enseguida, se inventa un nombre que capture algo común entre esas ocurrencias: necesidades, motivos, actitudes, etc. Así se obtiene el constructo hipotético. Eso es una ficción, se mantienen vías instrumentales para medirlo, y así se transforma esa ficción (reificación) en algo que se considera real [los psicólogos sociales hacemos esto todo el tiempo]. Esto no es hacer ciencia, sino propagar una extraña religión que se considera útil. ¿Útil de qué forma? Un historiador de la psicología ha argumentado que la razón por la cual el positivismo ha sido universalmente aceptado en la psicología es porque permite profesionalizar el área, brindando reglas simples que puedan ser asimiladas por el alumno medio.

Este hecho permitió crear departamentos de psicología que ofrecían a sus alumnos formas de ganarse la vida en una variedad de dominios aplicados de esta disciplina, algo que no se podría sustentar si ella se confrontase con la complejidad de su propio objeto.

Al introducir el concepto de medida, podría ser invocada una relación con la ciencia, así los instrumentos de medición fueron importados del área de la ingeniería agronómica. Fisher, su inventor, hizo una gran labor de cabildeo por los departamentos de psicología para que esos instrumentos fueran adoptados. A. Newell y A. Simon (1974) se preguntaban por qué para construir la psicología, los investigadores se volvían para los modelos de la agricultura y no, por ejemplo, para la neurobiología o incluso para la meteorología. El contexto histórico evocado podría ser la respuesta.

La investigación cualitativa emergió como un medio de romper con el punto de vista estrecho y opresivo del positivismo; sin embargo, no siempre se ha confrontado con la necesidad de desarrollar una sólida fundamentación epistemológica. El profesor González Rey argumenta con razón que los problemas surgen cuando los investigadores se adhieren a la investigación cualitativa sin conciencia epistemológica. Es por ello que la perspectiva positivista tradicional tiene también una presencia dentro de la investigación cualitativa hasta hoy. El autor afirma:

“La revitalización de lo epistemológico es, pues, una necesidad frente a la tentación de monopolizar lo científico a partir de la relación de los datos con la validez y la confiabilidad de los instrumentos que se producen. Ese instrumentalismo corrompió el objetivo de la ciencia y llevó a la reificación de lo empírico, provocando profundas deformaciones en el uso de la teoría. Por ese motivo, hablar de metodología cualitativa implica un debate teórico-metodológico, sin el cual es imposible superar el culto instrumental derivado de la hipertrofia que considera los instrumentos vías directas de producción de resultados de investigación” (pág. 3).

En este libro se presenta una epistemología basada en una profunda preocupación por describir lo que es necesario para construir una ciencia de la psicología con fundamentos realistas, una psicología que pueda tener sentido para las ciencias afines a las humanidades y que interactúe creativamente con ellas. A este respecto, se debe observar que el autor enfatiza acertadamente en el error que implicó el hecho de haber separado la psicología de un punto de vista epistemológico-filosófico al establecer sus propias cuestiones epistemológicas. Así, él toma posición en relación a uno de los aspectos de la subjetividad: la complejidad. La propuesta del autor sobre la epistemología cualitativa está en estrecha relación con la complejidad de su objeto de estudio. En relación a esto el autor escribe:

“Es imposible hablar de complejidad en abstracto. Las características generales de un sistema complejo deben adquirir valor heurístico para la construcción del conocimiento en el campo concreto dentro del cual trabajamos” (pág. 17)

La epistemología cualitativa representa un modo nuevo de comprender los principios generales de una perspectiva metodológica apropiada al estudio de los procesos psicológicos.

Al conocer que la realidad “es un dominio infinito de campos interrelacionados”, se tiene que pensar el conocimiento como un proceso constructivo-interpretativo, conforme el profesor González Rey afirma:

“(…) cuando nos aproximamos a ese complejo sistema [se está refiriendo a la realidad] por medio de nuestras prácticas, las que, en este caso, están relacionadas con la investigación científica, formamos un nuevo campo de la realidad en el que nuestras prácticas son inseparables de los aspectos sensibles de la realidad estudiada. Son precisamente ésos los aspectos susceptibles a ser significados en nuestra investigación. Es imposible pensar que tenemos un acceso ilimitado y directo al sistema de lo real por tanto, tal acceso es siempre parcial y limitado a partir de nuestras propias prácticas” (pág.5)

Por orientarse a la complejidad de los fenómenos psíquicos, este libro ofrece una visión inspiradora a todos aquellos que se preocupan con estas cuestiones, propiciando insights sobre la forma de comunicar el esfuerzo creativo que implica el estudio del funcionamiento de la psique. Se presentan nuevos conceptos y cada uno de ellos podría constituir un nuevo dominio de investigación. Tenemos, por ejemplo, las ideas de sentido común y de “zona de sentido”, como espacios de inteligibilidad producidos en la investigación.

El investigador no debe guiarse por respuestas fáciles:
“La única tranquilidad que el investigador puede tener se refiere al hecho de que sus construcciones le permitan nuevas construcciones y nuevas articulaciones entre ellas, capaces de aumentar la sensibilidad del modelo teórico en desarrollo para avanzar en la creación de nuevos momentos de inteligibilidad sobre lo estudiado; o sea, para avanzar en la creación de nuevas zonas de sentido” (pág. 7)

Tampoco puede depender de reglas simples que puedan ser enseñadas masivamente:

“Donde hay pensamiento debe existir especulación, fantasía, deseo y todos los procesos subjetivos implicados en la creatividad del investigador como sujeto. Creo que el peligro no está en la especulación, sino en su separación del momento empírico, en la reificación de la especulación (…)” (pág. 8).

Sobre el aspecto metodológico, el autor enfatiza algo muy importante, “la legitimación de lo singular como instancia de producción de conocimiento científico” (pág. 10). En este punto, él se hace eco de los argumentos introducidos por Newell y Simon (op. cit) a favor de la aproximación ideográfica al objeto de estudio, en contraste con la aproximación nomotética del positivismo, en el cual el individuo aparece sólo como fragmento de una compilación estadística. (…).

“Al afirmar que nuestro conocimiento tiene un carácter constructivo interpretativo, estamos intentando superar la ilusión de validez o legitimidad de un conocimiento por su correspondencia con la realidad, esperanza que se convirtió, contrariamente a lo que piensan y sienten sus segadores, en una construcción simplificada y arbitraria en relación con la realidad, al fragmentarla en variables susceptibles de procedimientos estadísticos y experimentales de verificación, pero que no tiene el menor valor heurístico para producir “zonas de sentido” sobre el problema estudiado, separándose de esta forma, de la organización compleja de la realidad estudiada” (pág.6)

Otra cuestión que presumiblemente propiciará intensos intercambios en el campo de la psicología es el lugar que se le atribuye a la comunicación en la epistemología cualitativa al considerarse la investigación como proceso de comunicación:

“Considera a la comunicación como un principio epistemológico lleva a reconsiderar el espacio social de la investigación en su significado para la información producida. El instrumentalismo ingenuo que ha caracterizado a la investigación social y que ha sido criticado por diferentes sociólogos, psicólogos y antropólogos (Bourdieu, Touraine, Ferrarotti, Koch, Gergen, Ibañez, Spink y González Rey, entre otros) consideró que la validez, la confiabilidad y la estandarización de los instrumentos en determinada población eran condición necesaria y suficiente para legitimar la información: por tanto la legitimidad se produce por procesos instrumentales estandarizados, en los cuales el intelecto del investigador interviene poco. Esa representación instrumentalista no se ocupó ni del sentido que tales instrumentos tienen para las personas a quienes se le aplican ni del escenario social en que esa aplicación se realiza. (…).

También la epistemología cualitativa reconsidera la “bandera fatal” de lo que ha sido llamado, probablemente de forma inapropiada, como construccionismo social, caracterizado por la “desconsideración del sujeto como productor de pensamiento y sentido, dejándolo reducido a la convergencia de voces o ‘efectos’ discursivos de una sociedad reducida a una metáfora discursiva”. Esa perspectiva que ha sido presentada en sí misma como alternativa al positivismo ha suprimido la mente no sólo como objeto de investigación, sino también como realidad. Para un behaviorista, la mente era una caja negra imposible de ser descifrada y para un construccionista social, simplemente no existe, Hazaña que no fue ni siquiera soñada por los behavioristas.

(…) la producción del sujeto, el complejo tejido informacional que éste produce por diferentes caminos es el material privilegiado para construir el conocimiento, rompiendo de esta forma con uno de los principios más arraigados del imaginario de la investigación occidental: el hecho de comprender la investigación, en su parte instrumental, como la aplicación de una secuencia de instrumentos, cuyos resultados parciales serían la fuente del resultado final.” (págs. 14 – 15).”

Prólogo escrito por: Marisa Zavalloni, Professeur, Departamento de Psicología Social, Universidad de Montreal. Sigue leyendo