“¡Viva esa chica! Memorias de una lesbiana valiente” por Susel Paredes Piqué

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(Esta entrada fue escrita en “Blog del Ocio. Crónicas de la Diversidad” el 9 de abril del 2011)

“Teníamos mucho en común: estudiábamos Derecho en San Marcos, nos gustaba el arte (yo hacía teatro y ella poesía). Jugábamos fulbito y nuestro equipo era ‘Las últimas vírgenes de San Marcos’. Ellos, nuestros enamorados –porque teníamos enamorados-, nos veían jugar a veces; y después nos íbamos a los bares de la Av. Venezuela, era muy divertido; hablábamos solo de cosas lindas: poesía, política, cine, teatro, pintura, música. Nunca de derecho. ” (“¡Viva esa chica! Memorias de una Lesbiana Valiente” por Susel Paredes Piqué. Esparta Editores, 2011).

Prendí la computadora, entré al Face y vi que a las 8, dentro de media hora, empezaba la presentación del libro de Susel en el Twin Life. Lo había anotado mentalmente unos días antes pero se me había olvidado. Me había parecido excelente que su cierre de campaña lo hiciera con la presentación del libro, así que cené rápidamente y me vestí para salir.

“Las juezas, con su habilidad para investigar, su conocimiento de la ley el propio cargo que las dota de poder, tienen por esos factores una inmensa fragilidad, pues en esta sociedad conservadora la noticia de la jueza lesbiana podría ser letal para su carrera.

“Pero también es cierto que tienen las capacidades y los recursos para buscar justicia para ellas mismas y no deciden hacerlo.

¿Se imaginan?, si estas mujeres fueran libres, caminaran de la mano con sus parejas mujeres, si fueran a su casa con la tranquilidad de encontrarse con ellas, de comentar las noticias, de ir de compras juntas. ¿Se las imaginan libres y satisfechas con sus vidas, sin sentirse fugitivas y culpables?”

Se veía un  barcito pequeño (luego vería la pista de baile) y acogedor. Había poca gente así que me hizo dudar. Me acerqué a la barra y pregunté. Sí, ahi era. Pedí una cerveza y mirando los videos mix  esperé.

“Doña Emilia, la casera, tenía 92 años. Yo nunca había visto a una comunista viejita. En el Perú prácticamente no existen. Además le gustaba la pintura (otra ventaja pues a mí me encanta).

“Cuando entré en la casa, tenía como primera vista una copia de la pintura de Dalí. Muchacha mirando por la ventana. Y no lo van a creer, pero justo es mi favorita. Le dije: Doña Emilia, a mí también me gusta Dalí, la modelo era su hermana, ¿sabía?’  ´

“Me miró con su ojos chiquitos y grises, se paralizó todo unos instantes, no había ruidos y así, simplemente, fue amor a primera vista. Me mudé a los dos días y no me cobró los primeros quince.”

Se acababa mi cuzqueña cuando llegó Susel. Empezó a saludar a todos con una sonrisa y un besito y cuando llegó a mi (no sabía si me reconocería, solo una vez nos habíamos visto) gritó (sí, gritó) “¡¡¡Qué bien que hayas venidooo!!!” (pensé que si los del tercer piso ya se habían ido a la cama los habría despertado) se colgó de mi cuello (ella 1.50 yo 1.75 pues) y me abrazó.

“… A esa generación pertenecen muchos “exiliados y exiliadas sexuales” personas que en razón de su orientación sexual o identidad de género tuvieron que dejar el Perú para vivir en una zona liberada. Algunos o algunas a estudiar, otros u otras a trabajar de lo que sea, para disfrutar de ser uno mismo.

“Tal vez cuando Rous lea esto, que espero lo haga, diga: “¡No, no es así!”, pero casi siempre me dices que “no es así” y me contradices y me encanta. Porque en tu argumentación construyo mi argumentación: contigo pienso, construyo mi pensamiento contigo. Como dije, no hay concesiones.”

Pasé a la pista de baile justo a tiempo para ubicarme, antes que se llenara de todos los que la querían tener cerca y, como yo, agradecerle, con nuestra presencia, que haya hecho una campaña seguro que tan dura y agotadora por representar a los que queremos un país solidario y diverso, a los que queremos a un Congreso de todas las sangres con al menos una verdadera representante LGTB.

“La época del destape español es un recuerdo, el sonido no es de Alaska y Dinarama, ni hablar, es de los pajaritos y de las ramas movidas por el viento, del ronroneo de los gatos que las acompañan envueltas en el olor del azahar de las flores de naranjo.”

Susel de maestra de ceremonias es una tromba. No para un momento. Cuánta energía, cuánta alegría. Cantó Jessica Ballón (Jessica terminando una canción: “Por ellas, aunque mal paguen”; Susel desde el fondo: “¡Y aunque haya que pagar!” J) con su hermano en la guitarra. Habló Augusto Rey de su compromiso por los derechos de todos y todas. Cantó Joel Moreno, el Chiquitín de Yauyos, con una felicidad desbordante y contagiosa. Julio Andrade con su guitarra hizo cantar a todos. Aldo tomaba fotos con la mano izquierda y filmaba con la derecha. Carlos y Alejandro de Cantares le pusieron el toque emotivo (nunca los había visto besarse y lo hicieron después de cantar “Cardo y Ceniza”). Susel le da las gracias a Carmen por prestar su local para este cierre de campaña, Carmen le dice gracias a ti Susel porque vas a defender nuestros derechos y nuestra condición.

“Ella se fue pero mi sonrisa brilló un largo tiempo. A los días de su partida celebré mi cumpleaños en una peña folklórica y todos mis amigos gritaban: “¡Viva esa chica, carajo!”

Después vino la presentación del libro. Recitó Doris un poema tremendo, hablo Q’antu, hablaron más pero no las conozco (del Facebook digo). Ellas tenían el micro. Susel estaba en todos lados. Luego pusieron la música a todo volumen y la gente bailaba. Me acerqué y le grité “¡Tienes que firmarme tu libro!”. “Para Julio Gerardo ¡Para seguir hasta la victoria final de la igualdad! Susel Paredes Piqué”.

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