¿Qué es el neoliberalismo?

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¿Qué es el neoliberalismo?

Comentarios al libro “HISTORIA MÍNIMA DEL NEOLIBERALISMO: Orígenes intelectuales de una revolución cultural” por Fernando Escalante Gonzalbo

Aunque yo sea nada competitivo y prefiera la ociosidad creativa, no puedo dejar de reconocer que la estresante competencia promueve también la creatividad, los avances y las mejoras. Y, aunque tengo la certeza que es necesario que el Estado intervenga para promover el desarrollo, reconozco que el mercado puede ser más eficiente asignando recursos.

Es decir, defiendo el papel del mercado y veo la necesidad de la competencia. ¿Soy un neoliberal?

Leyendo a Escalante aumento mi confusión pues queda, al final de su libro “Historia mínima del Neoliberalismo”, una definición borrosa de lo que es ser neoliberal que, francamente, cualquiera (incluido el 99% de mis amigos de izquierda) puede ser endilgado con esa etiqueta.

El libro, hay que decirlo, es sumamente atractivo. Sobre todo como una historia económica (desde una visión particular y crítica) del siglo XX. Pero no sólo es eso (en realidad desarrolla rápidamente la época keynesiana, sus antecedentes, los gobiernos de Thatcher, de Reagan, la Sociedad Mont Pélerin, el momento neoliberal), es también una historia del pensamiento: se detiene en explicar las teorías, los modelos, sus supuestos y sus métodos, en revisarlos críticamente y en organizarlos en función a su aporte al sistema que analiza. En ese sentido es un libro bastante ambicioso pese a su título.

Sin embargo no parte de una definición clara de qué es el neoliberalismo, esa pregunta que todos nos hacemos. De manera que para responderla debemos ir extrayendo los conceptos que nos va alcanzando conforme avanza su historia y su crítica. Aquí las presentamos según el capítulo donde se encuentran (las citas corresponden a la edición 2016 de “Estación La Cultura” para su sello “La Siniestra Ensayos”, Lima):.

Introducción

Sobre la “facilidad” (¿?) de identificar a los neoliberales:

“El neoliberalismo es en primer lugar, y sobre todo, un programa intelectual, es decir, un conjunto de ideas cuya trama básica es compartida por economistas, filósofos, sociólogos, juristas, a los que no es difícil identificar. Se podría hacer una lista de nombres: Friedrich Hayek, Milton Friedman, Louis Rougier, Wilhelm Röpke, Gary Becker, Bruno Leoni, Hernando de Soto, pero no hace falta.” P. 18

Además de programa intelectual es también un programa político:

“Pero el neoliberalismo es también un programa político: una serie de leyes, arreglos institucionales, criterios de política económica, fiscal, derivados de aquellas ideas, y que tienen el propósito de frenar, y contrarrestar, el colectivismo en aspectos muy concretos.” P. 18

Pero, contradictoriamente, es DIFÍCIL reconocerlo en un país:

“Ningún sistema de ideas puede traducirse directamente en un orden institucional, ningún pensador de algún alcance reconocería sus ideas en el arreglo jurídico, político de un país concreto. El régimen soviético no era una materialización de las ideas de Marx, aunque se le nombrase constantemente, tampoco el sistema neoliberal vigente en buena parte del mundo es reflejo exacto de lo que pudo imaginar Friedrich Hayek, por ejemplo. Pero aquello era una derivación discutible del marxismo, como esto es una derivación discutible del proyecto neoliberal de Hayek, Coase y Friedman.” P. 19

Esto último es importante. Es el meollo del asunto cuando se habla si un país o ese conjunto de prácticas políticas u orden institucional es neoliberal o no. Y de aquí parte la debilidad del concepto “neoliberalismo”. Al contrario del marxismo, en donde los que lo son no dudan en autodenominarse (con cierto orgullo, hay que decirlo) así, el neoliberalismo es usado más bien para denostar al grupo contrario, por lo que difícilmente alguien acepte esa denominación. Y, al no haber una definición clara de qué es un arreglo institucional “neoliberal”, nunca tendremos claro si estamos frente a uno o no. Y por lo tanto resulta aventurado señalar categóricamente que es un sistema vigente en BUENA PARTE del mundo como dice en la cita anterior (en la siguiente cita dice “adoptado en todo el mundo”).

Lo mismo con “los neoliberales”. Si no hay una definición clara, pese a la afirmación de Escalante, no es fácil identificarlos.

Y este, entonces, es el primer y fundamental fallo del libro. La imprecisión nos acompaña en toda su lectura. Y nos da la sensación de estar hablando de algo muy vago.

Para complicar más las cosas, el neoliberalismo (ese ente indeterminado) es culpable de popularizar cierta “moral”:

“no es que solo se hayan adoptado en todo el mundo determinadas políticas económicas, financieras, sino que se ha popularizado la idea de la Naturaleza Humana en que se inspiran, y con ella una manera de entender el orden social, una moral, un abanico amplísimo de políticas públicas.” P. 19

Aunque no define qué es neoliberalismo, el autor propone una “idea esquemática”:

“Conviene de entrada proponer una idea esquemática del neoliberalismo, para entendernos. A pesar de todas las diferencias que hay entre sus partidarios –y en ocasiones son verdaderamente importantes- hay un conjunto de ideas básicas que comparten todos ellos, y que forman, por decirlo así, la columna vertebral del programa.

“En primer lugar se caracteriza porque es muy diferente del liberalismo clásico, del siglo XIX. [… ] La diferencia resulta básicamente de la convicción de que el mercado no es un hecho natural, no surge de manera espontánea ni se sostiene por sí solo, sino que tiene que ser creado, apuntalado, defendido por el Estado. […]

“Un segundo punto en común: la idea de que el mercado es fundamentalmente un mecanismo para procesar información, que mediante el sistema de precios permite saber qué quieren los consumidores, qué se puede producir, cuánto cuesta producirlo. De hecho, el mercado ofrece la única posibilidad real para procesar toda esa información, y por eso ofrece la única solución eficiente para los problemas económicos, y la mejor opción, la única realista para alcanzar el bienestar. […] Los neoliberales tienden a desconfiar de la democracia, dan siempre prioridad absoluta a la libertad, es decir, al mercado, como garantía de la libertad individual.

“Otra idea más acompaña al programa neoliberal en todas sus versiones: la idea de la superioridad técnica, moral, lógica, de lo privado sobre lo público. […]

“Derivadas de estas tres ideas básicas, que pueden elaborarse de varios modos, hay otras también compartidas de un modo bastante general. Por ejemplo, que la realidad última, en cualquier asunto humano, son los individuos, que por naturaleza están inclinados a perseguir su propio interés, y que quieren siempre obtener el mayor beneficio posible. O por ejemplo la idea de que la política funciona como el mercado, y que los políticos, igual que los funcionarios y los ciudadanos, son individuos que buscan el máximo beneficio personal, y nada más, y que la política tiene que entenderse en esos términos –sin el recurso engañoso del interés público, el bien común o cualquier cosa parecida-. O bien, que los problemas que pueda generar el funcionamiento del mercado, contaminación o saturación o desempleo, serán resueltos por el mercado, o que la desigualdad económica es necesaria, benéfica de hecho, porque asegura un mayor bienestar para el conjunto.” ps. 20-22.

Hay que anotar que varias de estas ideas son supuestos de modelos económicos y que aquí son tomados como propuestas de políticas o de acción o de comportamiento moral. Cosa que es el segundo gran punto discutible del libro. Aunque más adelante se reconoce efectivamente que son solo supuestos de los economistas, según el autor, como vimos, estos han contribuido para proponer una idea de Naturaleza Humana deseable.

Se podría entender entonces que lo que se critica no es el arreglo teórico que han armado los economistas sino lo que se ha MAL INTERPRETADO de ello. Pero, como veremos inmediatamente, el libro critica ambas cosas: el arreglo teórico y también el error de interpretar sus supuestos como objetivos.

¿Qué sentido tiene criticar un error? Basta con mencionar que es un error. Es como si dijéramos que el marxismo PROMUEVE la lucha de clases cuando este no es más que un supuesto de su modelo (un dato de la realidad dirían los marxistas), no una aspiración. Supongo que algunos pensarán, erróneamente, que el marxismo promueve la lucha de clases ¿este error deslegitima al marxismo como herramienta para analizar la sociedad? Por supuesto que no.

Capítulo 1. El origen

El laissez faire de la Revolución Industrial de finales del siglo XVIII había generado riquezas y avances tecnológicos (igual que hoy) pero también condiciones de vida miserables de la clase obrera (igual que hoy, con la base de la pirámide). Por esto último crecieron los movimientos sindicales y el comunismo. Con esta presión, el liberalismo devino en un “Liberalismo Social” (parecido a lo que sería después la socialdemocracia). Además, más adelante, por las necesidades de la Primera Guerra Mundial los estados empezaron a tomar control de la economía para administrar el trabajo, la producción y la distribución de bienes. Con la crisis de 1929 y la publicación de “La Teoría General…” de Keynes en 1936 se termina de justificar, institucionalizar y difundir la necesidad de la intervención del gobierno.

Ante esta arremetida estatal, con el temor de perder la libertad frente a totalitarismos fascistas o comunistas, en 1938 se reúne en París el Coloquio Lippman que “buscaba establecer una nueva agenda para el liberalismo”.

“El motivo básico no admitía dudas, se trataba de la defensa del mercado, del mecanismo de precios como única forma eficiente de organización de la economía, y la única compatible con la libertad individual, pero también, con la misma energía, se trataba de la defensa del Estado de Derecho: leyes estables, principios generales, inalterables, y un sistema representativo.” p. 28

No podía dejar de tener, desde su nacimiento, un elemento contradictorio (contradictorio con la forma como se define hoy por supuesto, en ese entonces seguro que no lo era). Dice Escalante:

“En las conclusiones también se admitía, como parte de una solución de compromiso, que podía ser necesario aunque fuese de modo transitorio algún sistema de seguridad social con financiamiento público.” P. 28

Para diferenciarlo del Liberalismo Social y del liberalismo clásico, y aunque había entre sus integrantes ideas dispares, se optó por llamarlo “neoliberalismo”. Con el tiempo el pensamiento de Hayek y Mises, asistentes a este coloquio, se impuso (o, mejor dicho, el consenso es que el pensamiento de ellos dos es lo que actualmente es considerado el origen del neoliberalismo).

Este neoliberalismo, luego de los terribles años 30, pasa desapercibido ante el “consenso keynesiano” (“educación y salud públicas, elevados impuestos al ingreso, regulación de los mercados, control de cambios, subsidios a la producción, seguro de desempleo” p. 38) en todo el mundo.

En 1947, en Mont Pélerin, Suiza, se realiza una reunión promovida por Hayek en donde

“Se trataba de ‘cultivar ciertos estándares comunes de juicio y de moral’, y ‘elaborar una filosofía de la libertad que ofrezca una alternativa a las ideas dominantes’. No era, nunca sería, una organización plural, ni un centro académico, sino un grupo político con un programa de largo plazo que no admitía dudas. Nuevamente Hayek lo explica muy bien: ‘debemos reclutar y entrenar un ejército de luchadores por la libertad, y trabajar para formar y guiar a la opinión pública’.” P. 38

Si había alguna duda de que el neoliberalismo fuera no una paranoia sino un complot real, aquí Escalante nos “demuestra” que está por escrito este programa para dominar las mentes del mundo desde hace 70 años.

Se crea en ese momento (1947) la Mont Pélerin Society (todavía existe, puedes pedirle financiamiento aquí amigo neoliberal: https://www.montpelerin.org/) con Hayek como presidente.

“El proyecto de Hayek consistía en reunir a una élite de pensadores afines, escogidos cuidadosamente, y mantenerla alejada de los reflectores, que no llamase mucho la atención. Esa élite, la Mont Pélerin Society, debía ser el corazón de una estructura mucho más amplia, que incluiría facultades y departamentos académicos en varias universidades, como la escuela de economía de la Universidad de Chicago, para empezar, y en un círculo exterior, por decirlo así, mucho más visible, un extenso sistema de centros de estudios, centros de documentación y análisis, empresas de asesoría, fundaciones, dedicados a difundir las ideas neoliberales.

“El propósito a largo plazo era influir sobre el electorado, en particular en los países centrales, en Estados Unidos y Europa Occidental. […] a continuación había que dirigirse a quienes forman la opinión, a los que Hayek llamaba, con una fórmula memorable, los ‘vendedores de ideas de segunda mano’, es decir, intelectuales, periodistas, locutores, maestros de escuela, escritores, agitadores, líderes políticos.” P. 39

En 1981 se crea la Atlas Economic Research Foundation “para apoyar a grupos afines a la Mont Pélerin Society que quisieran crear centros de estudio en sus países. Actualmente cuenta con más de 300 organizaciones asociadas en Europa y Estados Unidos, alrededor de 80 en América Latina, 50 en Asia, más de 20 en África” p. 40.

El “centro de gravedad” de la Mont Pélerin Society se trasladó de Europa a Estados Unidos, “en particular a la Universidad de Chicago”.

 

Capítulo 2. Economía: la gran ciencia

El título de este capítulo es por supuesto un sarcasmo. Para criticar el neoliberalismo, Escalante cuestiona sus raíces. Toda la economía neoclásica es cuestionada.

“En el intento de imitar a la física, lo que hicieron los economistas del siglo XIX fue copiar las ecuaciones, e identificar las transacciones económicas con las transferencias de energía en un campo cerrado. […]

“Buena parte del esfuerzo de los economistas en los últimos cien años se ha dedicado a elaborar explicaciones que no dependan del contexto. Es decir, se ha dedicado a buscar fórmulas de validez universal, que no dependan de si se está en México, en Indonesia o en Noruega. Porque suponen que eso es lo debe hacer la ciencia (una idea anticuada, ingenua, pero que todavía es popular). El resto de las ciencias sociales ha recorrido el camino en sentido inverso, con la intención de integrar cada vez más datos del contexto.” P. 57

En resumen, para Escalante la economía tiene supuestos irreales, descontextualizados y ahistóricos. Y no es que no sepa que los modelos económicos no se evalúan por qué tan parecidos a la realidad son, sino por su nivel de predictibilidad. Lo sabe, y se ríe de ello: la economía ha fallado tanto en predecir las crisis que debería haber desaparecido como disciplina.

“Por otra parte, un modelo formal, imaginado a partir de signos, definiciones, fórmulas algebraicas, no es una teoría. No explica el mundo, porque no remite al mundo. Es un despliegue de operaciones lógicas, nada más.” P. 62

Capítulo 3. El momento decisivo: los años setenta

Capítulo 4. La ofensiva

Y habiendo pasado del origen del pensamiento neoliberal a la crítica de sus fundamentos teóricos, Escalante desarrolla en los capítulos 3 y 4 la historia económica del neoliberalismo (los gobiernos neoliberales de Thatcher y de Reagan básicamente) sin mostrarnos mejor a qué nos estamos refiriendo, más allá de la idea esquemática que nos presenta en la introducción.

Aquí la cronología que establece Escalante.

1973: guerra de Yon Kippur, a partir de la cual la OPEP impone un embargo a los países que apoyaron a Israel (toda Europa es finalmente afectada) con lo que el precio del petróleo sube en 600% en dos años. Se produce una crisis financiera mundial, lo que genera desempleo, protestas, huelgas, recesión económica, se vuelve difícil mantener la red de protección social, estancamiento del desarrollo y finalmente inflación (por primera vez se conoce lo que es la estanflación), crisis para las que el modelo keynesiano parece no tener respuestas.

1975: Chile, que desde la década del 50 tenía un convenio financiado por la Fundación Ford para la formación de estudiantes en la Universidad de Chicago, pone en práctica de forma sistemática su “modelo neoliberal” (Escalante no pone entre comillas eso  que aún no sabemos qué es). Allende había sido derrocado por Pinochet en setiembre de 1973.

1978: China adopta las primeras medidas de liberalización económica. Mao Tse Tung había muerto en 1976.

1979: Margaret Thatcher se hace cargo del gobierno del Reino Unido, sumido en una grave crisis económica que lleva ya varios años.

“El programa económico de Thatcher incluía todos los elementos que componen la imagen estándar del neoliberalismo: reducción de impuestos, reducción del gasto público, supresión de regulaciones, privatización de empresas públicas.” p. 112

1980: Ronald Reagan es elegido presidente de los Estados Unidos.

“A Reagan no le preocupaba el déficit público como a Margaret Thatcher. Desde luego, quería reducir el gobierno, eliminar reglas y burocracia, pero sobre todo estaba empeñado en bajar los impuestos. […] Su convicción básica era que el gobierno era ineficiente y que eso no tenía remedio. Por donde se mirase el gobierno era el problema. […]

“El gobierno de Thatcher tuvo su momento épico con la huelga de los mineros. El de Reagan, con la de los controladores aéreos. […] Los controladores aéreos, sobrecargados de trabajo, convocaron a una huelga en el verano de 1981 […] el gobierno la declaró ilegal e inmediatamente, en un solo día, despidió a 11,000 controladores […] Fue un golpe definitivo para el sindicalismo estadounidense.” ps. 120, 121.

1983: el Banco Mundial y el FMI anuncian “una nueva estrategia” para África que se encontraba al borde del colapso: “apertura de los mercados, liberalización comercial, control de la inflación, reducción del déficit público, reforma de la administración pública, y en general evitar la intervención del Estado en la economía. Se llamó al modelo Programa de Ajuste Estructural” (p. 127-128). Aquí en el Perú lo conocimos bien.

1988: Sube al poder, en una Unión Soviética estancada, Mijail Gorbachov e implementa sus reformas (recordarán el “Glásnost” y la “Perestroika”) orientadas a liberalizar su economía.

 

Al final de estos capítulos, Escalante hace una reflexión sobre los éxitos (en el Reino Unido y Estados Unidos) y fracasos (en África) del “modelo neoliberal” y nos muestra lo que parece su propuesta alternativa, la “economía mixta”:

“Dicho en una frase, parece razonable pensar que la victoria en la Guerra Fría no fue el libre mercado, que apenas se imponía en los ochenta, sino de la economía mixta. Quien consiguió prosperidad y crecimiento económico durante décadas, y estabilidad social, y bienestar general, consumo masivo, educación, servicios de salud, no fue el libre mercado, sino la economía mixta.” p. 135

¿Qué es esa economía mixta? Nunca lo dice. Parece referirse a una combinación de colectivismo, keynesianismo y “neoliberalismo”.

Capítulo 5. Otra idea de la humanidad

En este capítulo 5, empezamos a introducirnos en el pantanoso camino de las honduras de los cambios culturales, supuestamente promovidos por el modelo económico que estudia.

Empieza resumiéndonos el catecismo neoliberal:

“hay un breve catecismo que casi cualquiera se sabe de memoria hoy en día, y que es puramente económico: reducir el déficit público, controlar la inflación, privatizar.”

Pero no lo es todo. El neoliberalismo es mucho más complicado:

“El neoliberalismo es mucho más. Es una tradición intelectual de varias, complicadas ramificaciones, es un programa político, y es también, acaso habría que decir que es sobre todo un movimiento cultural –y uno de muy largo alcance–.” p. 137

Veamos. Todo parte de la noción de mercado y de sus supuestos.

“El mercado, la idea del mercado sería más correcto decir, es la pieza básica del programa neoliberal.” p. 138

“En ese mercado ideal, no en ningún mercado concreto, quienes participan son individuos racionales, egoístas, perfectamente informados, que de manera consistente tratan de maximizar su utilidad –comoquiera que la definan–. Establecido eso, por definición, se postula que esa modalidad particular: la conducta egoísta, maximizadora, etcétera, es la forma básica de la conducta en cualquier circunstancia. Y a continuación se afirma que en eso consiste la naturaleza humana” p. 139

No menciona quien afirma tal idea descabellada. Y todo el resto de su libro se dedica a criticar esa afirmación que sale de la nada, que, si existe, es una burda interpretación de los modelos económicos.

Al menos exime a los economistas de ese error de interpretación.

“los economistas rara vez hablan de la naturaleza humana en esos términos. Pero los políticos, los intelectuales, los periodistas, quienes defienden el programa neoliberal en el espacio público suelen recurrir a la idea con bastante frecuencia. El tono debe ser familiar para cualquiera. Unos con mayor bagaje filosófico que otros, todos vienen a decir en resumidas cuentas que los seres humanos son por naturaleza egoístas predadores, que solo miran por sí mismos.” p. 143

Hay muchos premios Nóbel de economía a los que critica este ambicioso trabajo. Uno de ellos es el Darth Vader de esta segunda parte del libro: Gary Becker, por sus trabajos sobre capital humano y su teoría de la elección racional.

Recordemos, Becker utiliza la microeconomía neoclásica para explicar diversos comportamientos humanos, diversas decisiones que deben tomar los individuos: migrar, consumir drogas, delinquir, educarse, tener hijos, casarse…

“El amor, el matrimonio, dice Becker, parecía resistirse al análisis económico por su propia naturaleza, que implica emociones, valores, tradiciones. Ya no: él descubre que todo eso son adornos. Y que las complicadas explicaciones de antropólogos, psicólogos y sociólogos son por lo menos innecesarias, y en todo caso irrelevantes. Se trata del dinero nada más.” p. 148

Lo mismo con los trabajos sobre acción colectiva de Mancur Olson que buscan explicar cosas como, por ejemplo, la participación de la gente (egoísta y competitiva) en la conservación de la naturaleza.

Concluye Escalante: “en ese mundo no hay fundamento alguno para criticar el egoísmo, la insolidaridad, la ambición, porque no hay alternativa, así es la naturaleza.”

Escalante niega la existencia de una economía positiva. Él preferiría que se incluyan aspectos morales en ella. ¿Bastaría un pié de página en cada modelo, señalando que a los economistas también nos gustaría vivir en un mundo donde prevalezca la solidaridad entre las personas?

Capítulo 6. Las décadas del auge

Volvemos a la historia económica. Estamos ahora en la década de los 90.

“El programa neoliberal se impone en todo el mundo, incluida ya Rusia, y casi todo lo que fuera la órbita soviética, y empieza a rendir frutos. En los países centrales, en Estados Unidos y Europa Occidental, con algunos tropiezos, son en general años de estabilidad y crecimiento económico, que invitan a mirar el nuevo orden casi con entusiasmo.” p. 169

Sin embargo en América Latina “el desempeño económico es muy mediocre”. En Asia y África “los resultados son peores todavía”.

“Los noventa fueron años de entusiasmo, los de la definitiva revolución productiva e institucional del neoliberalismo. Fueron también los años en que se hundió definitivamente la izquierda del siglo veinte. La desaparición de la URSS y la quiebra del sistema soviético en todas partes terminó de desacreditar la tradición comunista, salvo supervivencias nostálgicas de escasa trascendencia.” ps. 177-178

Me queda claro que Escalante no es marxista.

“Más importante, de mayor trascendencia para el nuevo orden fue el desleimiento de la izquierda socialdemócrata, reformista, que en esos años adoptó una buena parte de las tesis neoliberales casi sin reparos.” p. 178

“Una buena parte”: ¿Está diciendo que la izquierda socialdemócrata se volvió ¨neoliberal”? Pone como ejemplos la evolución del Partido Laborista británico, del Partido Demócrata estadounidense, del Partido Socialista Obrero español, del SPD alemán, el Partido Socialista chileno y las reformas de Menem en Argentina.

“Todo eso significa que, en la práctica, a partir de los años noventa es verdad que no hay alternativa: no hay otros programas políticos, ni siquiera una crítica articulada, consistente, del modelo neoliberal. No hay otro programa económico, desde luego ninguno que parezca medianamente realista, practicable.” p. 180

Escalante parece confundir el Liberalismo (el programa económico sin exageraciones, llamémoslo así; muy parecido a la economía mixta de la que se sentía cercano hace poco) con el Neoliberalismo (la locura extrema liberal como programa económico y cultural que aún no termina de describir).

Capítulo 7. Una nueva sociedad

Este y el siguiente capítulo son una ampliación de lo que significa el neoliberalismo en otros ámbitos más allá de la economía.

Sobre la salud y la pésima costumbre de usar indicadores:

“En el campo de la salud, la racionalización de la práctica médica a partir de criterios de mercado, de eficiencia, de rentabilidad, ha transformado mucho los cuidados. En todas partes, ha provocado el cierre de unidades hospitalarias poco rentables; el aumento en la proporción de pacientes atendidos por cada profesional; la planeación a partir de indicadores numéricos; la multiplicación de trabajadores temporales y eventuales, sin plaza fija. Es decir, ha producido un sistema de salud con un régimen laboral más precario, y con exigencias de rendimiento cuantitativo. En las universidades, ese mismo impulso ha conducido a la explosión absolutamente irracional en el número de publicaciones, una multiplicación de los graduados, con criterios que facilitan cada vez más la titulación rápida del mayor número posible de estudiantes.” p. 211

Sobre la idea “neoliberal” del capital humano:

“Para decirlo en una frase, el problema con la idea del capital humano en su formulación estándar es que toma uno de los aspectos de la educación, su probable impacto sobre el ingreso, y lo convierte en el único objetivo, en el único criterio para evaluarla.” p. 216

Según el autor que, queda claro, está en contra de la idea “neoliberal” de los indicadores, estos, usados en la educación (donde en la práctica no existe un mercado), servirían solo para evaluar a los profesores (cosa que, al menos en el Perú, sabemos que no es así):

“El instrumento básico que se ha ideado para producir esa especie de mercado dentro de la escuela, son las evaluaciones estandarizadas a los estudiantes, que se supone que dicen qué tan bien trabajan sus maestros. […] La idea es recompensar el mérito […] y expulsar de la carrera a los que no sirven.” P. 220

Sobre el desperdicio en la educación superior:

“Para el neoliberalismo, la organización tradicional de las universidades implica en el mejor de los casos una asignación poco eficiente de los recursos públicos, en el peor, un puro desperdicio.”  p. 223

Capítulo 8. El Estado neoliberal

Sobre el odio de los neoliberales a la democracia:

“Parte fundamental  del programa político neoliberal consiste en situar las decisiones básicas de la economía fuera del juego democrático. Fuera de la política, de hecho. La formulación clásica es de Hayek. Es más o menos como sigue. Las mayorías no son confiables, no se puede contar con ellas para proteger la libertad: en particular, la libertad económica estará amenazada siempre que exista una asamblea democrática, un gobierno democrático, porque los perdedores querrán emplear el poder político para redistribuir la riqueza.” P. 229

No llego a entender sus críticas a lo que llama “El Estado Neoliberal” y a su “enfoque de ‘gobernanza’”, todo lo que dice no me parece tan malo:

“En contraposición al viejo modelo de un Estado jerárquico, de autoridad vertical, centralizada, se trata de imaginar al Estado como “facilitador”, en una relación con la sociedad mucho más horizontal, hecha a base de subcontrataciones, formas de coproducción, asociaciones público privadas, donde se rindan cuentas a través de la calidad del servicio (la definición de la Real Academia es casi un programa político, un indicador del predominio del idioma neoliberal: ‘Gobernanza, 1. Arte o manera de gobernar que se propone como objetivo el logro de un desarrollo económico, social e institucional duradero, promoviendo un sano equilibrio entre el Estado, la sociedad civil y el mercado de la economía”; yo subrayo lo de “sano equilibrio”). P. 233

Yo pensaba que los indicadores, las comparaciones con un punto referente, ayudaban a mejorar los servicios, sean estos prestados por privados o por el sector público. Pero el autor los critica sin dar alternativas. En todo el libro no se menciona cual es la alternativa a un sistema como el que describe. Al parecer es la economía mixta, pero ya ha criticado los supuestos de la economía neoclásica, entonces ¿de qué economía mixta hablamos si no incluimos la economía neoclásica?

Sobre el Estado:

“Sus análisis dicen que la intervención [del Estado] es ineficiente, pero también injusta. En todo caso, carente de fundamento. Porque no hay ni interés público ni comunidad, ni otra cosa que una masa uniforme de individuos racionales que tratan, cada uno por su cuenta, de obtener el máximo beneficio posible.” p. 234

Para los neoliberales la política es solo un mercado más:

“El nudo de las ideas neoliberales, como no podía ser menos, es la identificación de la política y el mercado. No existe otra motivación, sino la utilidad, ni otra estructura del comportamiento. El resultado es que la distinción entre una cosa y otra se vuelve borrosa.” p. 235

Para Escalante los modelos que tratan de explicar la política con herramientas neoclásicas, como los de Schumpeter o Stigler (Nobel 1982), son un “intento sistemático de deslegitimar la acción política como tal; es decir como otra cosa que no sea solo negocio.” P. 237

Sobre el modelo de Mancur Olson que trata de explicar la existencia del Estado a través de la acción colectiva:

“Es claro que el modelo no muestra nada, más que lo que se había puesto en las premisas. Si suponemos que quien gobierna es un individuo, que manda por sí y ante sí, porque es el más fuerte: y suponemos que es egoísta, racional, previsor, y que quiere maximizar su renta a largo plazo; y suponemos que funciona como bandido estacionario, y roba lo que llamamos impuestos, pero roba poco de una vez para seguir robando más tiempo; en fin, si suponemos un autócrata que tiene interés en limitar su pillaje, descubriremos que tiene interés en limitar su pillaje. En todo caso, ninguno de los supuestos es ni remotamente realista. El bandido, el rey y el reino son como los de los cuentos infantiles.” P. 242

El neoliberalismo está en contra del Estado de Bienestar porque no es natural y propone a cambio un Estado de Derecho, más espontáneo:

“[según Oakeshott] el Estado de Bienestar ofrece el ejemplo paradigmático de la telocracia, puesto que gobierna mediante un derecho particularista, discrecional, sustantivo, que decide cómo se han de distribuir los recursos, y que beneficia a individuos y grupos sociales concretos, en detrimento de otros, para conseguir un objetivo determinado. La alternativa es el orden neoliberal, la nomocracia, que supone una primacía absoluta de las normas (the rule of law). En ese plano, según el argumento de Oakeshott, el Estado de Derecho (abstracto, universal, indiferente a los fines) es lo contrario de la planeación (concreta, sustantiva). Y por esa vía, puede afirmar que el Estado de Derecho respeta la espontaneidad social, porque no impone un propósito material definido.” P. 245

Sobre el sistema jurídico, en el mismo sentido, se prefiere el Derecho (espontáneo) de los jueces, a la Legislación (artificial) de los legisladores:

“la Legislación es siempre una forma de coerción y es incompatible con la libertad, porque implica que la voluntad de unas personas concretas –los legisladores- se imponga sobre todos los demás. […] La alternativa es el Derecho, o sea, según Leoni, la aplicación espontánea de normas de conducta que no han sido creadas mediante un procedimiento legislativo. El derecho no se promulga sino que se descubre. Es el resultado de una colaboración continua y fundamentalmente espontánea entre los jueces y los juzgados, para descubrir cuál es la voluntad del pueblo.” p. 247.

El neoliberal Laurent Cohen-Tanugui hace una comparación (que Escalante critica por inexacta y abusiva) entre el régimen jurídico monopólico francés y el competitivo de Estados Unidos:

“En Francia, el Estado sustituye a la sociedad, la vacía de sus funciones, le quita la iniciativa, y se erige en autor único de la ley. Los legisladores elaboran y emiten las leyes como proyectos políticos, como hechos de autoridad, sin recibir siquiera el eco de la sociedad. En Estados Unidos, en cambio, el derecho no es producido por el Estado, sino que resulta de la autoregulación de la sociedad. Es una sociedad contractual, multi-polar, en la que el poder está fragmentado, y el vínculo básico es siempre el contrato, es decir, una relación libremente aceptada por los individuos. En ese sistema la competencia entre los particulares es lo que mantiene la equidad –mediante los litigios que protegen las relaciones contractuales y evitan el abuso-.” p. 248

Sobre la eficiencia económica como criterio para evaluar un sistema jurídico cita a Posner (abogado y economista, profesor en la Universidad de Chicago, juez de la Corte de Apelaciones):

“muchas de las doctrinas, instituciones, normas y procedimientos del derecho, dice Posner, son respuestas al problema de los costos de transacción, intentos de reducirlos, o de distribuir los recursos como lo estarían si el costo fuese cero (los costos de transacción, ya se sabe, resultan de la falta de información, de las asimetrías, las posibilidades de fraude, abuso, incumplimiento). Es decir, que la ley trata de conseguir que el mercado funcione, y cuando esto es imposible, trata de producir un resultado similar al que produciría el mercado, en una situación de competencia perfecta.” p. 250

Como se observa, la cultura del neoliberalismo ha invadido todos los espacios.

Capítulo 9. El desenlace

La crisis del 2008 hacía presagiar el final del momento neoliberal. No fue así.

“En la emergencia por el colapso del sistema financiero en Estados Unidos, en Europa, se adoptaron medidas contracíclicas de inspiración vagamente keynesiana. Muy poco después, rescatados los mayores bancos, la opinión dominante había vuelto a ser solidamente neoliberal.” p. 255

¿Por qué ha subsistido la cultura neoliberal? La culpa es de los economistas.

“Hay muchos motivos para que los economistas, los neoliberales se entiende, se resistan a abandonar la Hipótesis de los Mercados Eficientes, con todas sus derivaciones. El primero, el más simple, es que están profundamente e íntimamente convencidos de la verdad del programa: creen en él. Y una creencia no es fácil de desarraigar. […]

“Pero hay otros motivos. Para los economistas también se trata de la defensa de su profesión, porque lo que está en entredicho es todo el edificio de lo que han aprendido, enseñado y publicado durante años. Están en juego su profesión, su carrera, su imagen, sus honorarios profesionales. […]

“También importa, y acaso sea lo que más pesa a fin de cuentas, el relativo aislamiento de la profesión económica. En general, en los artículos en revistas académicas de economía se citan solo artículos de otras revistas de economía, todos de la misma inclinación teórica, y solo rara vez las de otras disciplinas. La mayoría de los economistas están convencidos de que el empleo del álgebra hace que la economía (neoclásica) sea más ‘científica’, sin comparación y por eso miran con desprecio a la sociología, la antropología, la historia, y desconfían de los programas de investigación multi-disciplinaria. […]

“Algo más, algo menor, pero acaso no del todo irrelevante: la defensa de los modelos, y del programa neoliberal que se sostiene en ellos, es también la de un conjunto de intereses económicos y políticos muy concretos, difíciles de soslayar. Los economistas más influyentes, y los departamentos de economía más influyentes, forman parte de un circuito de empresas de consultoría, agencias de evaluación, burocracias públicas y privadas dominadas por el dinero de los grandes bancos, y de las principales corporaciones empresariales.” ps. 265-266

Lanzado así, sin investigaciones que la avalen, es imposible dejar de pensar que estas ideas solo sean prejuicios.

Capítulo 10. El opio de los intelectuales

“El opio de los intelectuales” es un libro de Raymond Aron de 1955. El opio del título es el marxismo, que había captado la simpatía de los intelectuales franceses de entonces. Según Escalante, hoy el opio de los intelectuales es el neoliberalismo.

“Decía Aron que la ideología se convierte en dogma cuando admite el absurdo. A partir de 2008, el neoliberalismo parece cada vez más un dogma.” p. 289

Un dogma, una religión.

“el neoliberalismo resulta atractivo porque ofrece una explicación para todo. Igual que el marxismo de otro tiempo, igual que cualquier religión. […]

“El éxito de las extrapolaciones de Gary Becquer, y de libros muy populares de fingida economía, es muy revelador. El programa tiene respuestas para todo, y siempre la misma respuesta.” p. 290

 Apostilla. Parámetros para una alternativa

Tres cosas hay que hacer para escapar de este dogma malhadado.

Uno

“abandonar la matriz de conocimiento que el neoliberalismo ha impuesto como cosa de sentido común. Es claro que no todo puede entenderse como un mercado” p. 299

Dos

“reconocer con toda franqueza que el experimento fracasó. […] Desde luego el utopismo ofrece una última línea de defensa del programa: todavía no se ha ensayado plenamente, todavía falta mercantilizarlo por completo todo. Que es como la defensa del marxismo en los años sesenta, decir que el neoliberalismo ‘realmente existente’ no es el verdadero.” p. 299

Tres

“Si el esqueleto del programa neoliberal es un proceso de privatización, la alternativa tendrá que pensarse a partir de una recuperación de la dimensión pública de la vida social: de la economía para empezar.” p. 300

 

Aquí culmina el libro.

Ha sido útil para recordarnos que algunas cosas que consideramos como verdades no lo eran tanto hace unos años. Por ejemplo la obsesión de hoy por disminuir el déficit fiscal, la autonomía del Banco Central. Antes las políticas de gasto fiscal y las políticas monetarias eran los mecanismos aceptados para promover el crecimiento. Es cierto que luego del desastre aprista de fines de los 80 estamos curados contra las políticas monetarias expansivas, pero este libro me hace pensar en si quizá no nos hemos ido al otro extremo.

También nos ha recordado que el modelo keynesiano funcionó muy bien durante 3 décadas para promover un rápido desarrollo y que el modelo que empezaron a difundir el Banco Mundial y el FMI en los 80 no ha llegado a generar un progreso similar.

Y, finalmente, nos ha demostrado lo difícil que es definir el neoliberalismo. Tanto así que resultaría válido preguntarse ¿Existe realmente? O es simplemente el malentendido más grande de todos los tiempos. La izquierda socialdemócrata, nos dice el autor, “adoptó una buena parte de las tesis neoliberales”. Repito mi pregunta ¿Eso significa que se volvieron neoliberales? ¿O para ser calificado como neoliberal hay que adoptar, no “una buena parte” sino TODAS las características extremas que se describen en el libro?

Me parece importante el papel de los contrapesos. Y en ese sentido la necesidad de la coexistencia de “derechas” e “izquierdas”. Pero esa convivencia se perjudica si se refuerzan prejuicios y estereotipos.

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