“La llamada de la tribu” por Mario Vargas Llosa

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El “espíritu de la tribu” es como Karl Popper llama a ese deseo del ser humano por buscar el amparo de lo colectivo. Es la comodidad de ser parte de la pandilla, de la hinchada. Aquellos que siguen las mismas costumbres, los mismos dioses, que odian a los otros, a los diferentes. La tribu es lo contrario a la libertad individual. La llamada de la tribu sería ese canto de sirena que permanentemente busca alejarnos del camino de “la libertad”, son esas ideologías que prometen la felicidad, abastecidos por una tribu que nos protege pero que, a cambio, nos limita.

El libro, sin embargo, no trata de esa llamada trata de cómo nos hemos alejado de ella. Mejor dicho: trata de la historia de ese pensamiento que explica (desde la Grecia antigua hasta hoy) cómo el ser humano ha progresado (ha sido más feliz) optando por lo que parece lo más difícil, la libertad, la diferencia, el ser único y, en ese proceso, buscar la justicia y la igualdad.

Para Vargas Llosa (en este libro que comentamos) y para Escalante (en su libro “Historia mínima del neoliberalismo” que comentamos aquí), existen muchos “liberalismos”. Pero Escalante las iguala, señala que, pese, a las diferencias, todo el liberalismo tiene una columna vertebral común y las critica a todas por igual, desde aquel liberalismo de la socialdemocracia hasta el liberalismo extremo que odia la democracia y la educación. Vargas Llosa, en cambio, encuentra diferencias fundamentales.

Vargas Llosa es, con seguridad, para muchos compatriotas nuestros, el líder de nuestros “neoliberales” (esos demonios de aquellos que aman polarizar). Es decir, un admirador de Thatcher y de Reagan, seguidor de Hayek, de Popper, de Raymond Aron. Vargas Llosa nos dice que se ha leído mal a Hayek, a Popper, a Aron, a Adam Smith.

Como dice en su primer capítulo (llamado como el libro, “La llamada de la tribu”), la intención original del libro es relatar la evolución de las ideas liberales. Pero toda historia es parcial, es el resultado de una selección hecha por el historiador de lo que le parece más relevante. Esta historia del pensamiento liberal es entonces, más que un estudio profundo del liberalismo (de todas las escuelas, de todas las visiones), es la historia del pensamiento liberal como lo entiende MVLl, o, quizá mejor dicho, del liberalismo que promueve.

Lo fundamental, empieza diciendo, es que aquellos que creen que es posible sólo ser liberal priorizando el mercado y la libertad irrestricta por encima de la igualdad, la justicia y la democracia, están equivocados.

Es interesante su pasado como socialista, es decir como aquel que critica lo que ahora reconoce valioso. Eso y su conocimiento del tercer mundo, le permite, me parece, sopesar mejor las críticas al liberalismo y responderlas desde un punto de vista más diverso. Por ejemplo, es una crítica común a la democracia liberal en el Perú el que sus libertades sean solo de forma, dice MVLl:

“romper con el socialismo y revalorizar la democracia me tomó algunos años. Fue un periodo de incertidumbre y revisión en el que, poco a poco, fui comprendiendo que las “libertades formales” de la supuesta democracia burguesa no eran una mera apariencia detrás de la cual se ocultaba la explotación de los pobres por los ricos, sino la frontera entre los derechos humanos, la libertad de expresión, la diversidad política, y un sistema autoritario y represivo, donde, en nombre de la verdad única representada por el partido comunista y sus jerarcas, se podía silenciar toda forma de crítica, imponer consignas dogmáticas y sepultar a los disidentes en campos de concentración e, incluso, desaparecerlos. Con todas sus imperfecciones, que eran muchas, la democracia al menos reemplazaba la arbitrariedad por la ley y permitía elecciones libres y partidos y sindicatos independientes del poder.” ps. 17-18

Sobre el liberalismo mal entendido:

“El liberalismo ha generado en su seno una “enfermedad infantil”, el sectarismo, encarnada en ciertos economistas hechizados por el mercado libre como una panacea capaz de resolver todos los problemas sociales.” p. 25

“A ellos sobre todo conviene recordarles el ejemplo del propio Adam Smith, padre del liberalismo, quien, en ciertas circunstancias, toleraba incluso que se mantuvieran temporalmente algunos privilegios, como subsidios y controles, cuando el suprimirlos podía acarrear en lo inmediato  más males que beneficios.” p. 25

Reconoce la dificultad de igualar las oportunidades en sociedades desiguales:

“en sociedades tan desiguales como las del tercer mundo los hijos de las familias más prósperas gozan de oportunidades infinitamente mayores que los de las familias pobres para tener éxito en la vida. Por eso la “igualdad de oportunidades” es un principio profundamente liberal, aunque lo nieguen las pequeñas pandillas de economistas dogmáticos intolerantes y a menudo racistas –en el Perú abundan y son todos fujimoristas- que abusan de ese título.” p. 26-27

La importancia de la educación:

“Por esa razón es tan importante, para el liberalismo, ofrecer a todos los jóvenes un sistema educativo de alto nivel que asegure en cada generación un punto de partida común, que permita luego las legítimas diferencias de ingreso de acuerdo al talento, al esfuerzo y al servicio que cada ciudadano presta a la comunidad. En el mundo de la educación –escolar, técnica y universitaria– es donde más injusto es el privilegio, es decir, favorecer con una formación de alto nivel a ciertos jóvenes condenando a los otros a una educación somera o ineficiente que los conduce a un futuro limitado, al fracaso o la mera supervivencia. Esto no es una utopía. Sino algo que, por ejemplo, Francia consiguió en el pasado con una educación pública y gratuita que solía ser de más alto nivel que la privada y estaba al alcance de toda la sociedad.” p. 27

En sus críticas al liberalismo, la religión y el comunismo/socialismo se parecen:

“El liberalismo ha sido el blanco político más vilipendiado y calumniado a lo largo de la historia, primero por el conservadurismo –recuérdese las encíclicas papales y los pronunciamientos de la Iglesia católica contra él, que todavía perduran pese a la existencia de tantos creyentes liberales- y, luego, del socialismo y el comunismo, los que en la época moderna han presentado al “neo-liberalismo” como la punta de lanza del imperialismo y las formas más despiadadas del colonialismo y el capitalismo. La verdad histórica desmiente estas denigraciones. La doctrina liberal ha representado desde sus orígenes las formas más avanzadas de la cultura democrática y es la que ha hecho progresar más en las sociedades libres los derechos humanos, la libertad de expresión, los derechos de las minorías sexuales, religiosas y políticas, la defensa del medio ambiente y la participación del ciudadano común y corriente en la vida pública.” p. 29

El punto de partida del liberalismo es la propiedad y el comercio. Cita a David Hume:

“la propiedad es la madre del proceso civilizador” p. 34

A Kames:

“Lord Kames, por ejemplo, sostenía que el instinto más acentuado en el ser humano era el de ‘poseer’ y que de ello había nacido la propiedad privada y, en cierta forma, la sociedad misma.” p. 34

Sobre el comercio:

“lord Kames sostuvo que el desarrollo de la historia se componía de cuatro etapas: a) la edad de los cazadores; b) la edad de los pastores; c) la edad de los agricultores y, finalmente, d) la edad de los comerciantes. El intercambio de productos, dentro y fuera del propio grupo, habría sido el verdadero motor de la civilización.” p. 34

 

Pero el libro no es un tratado del concepto en abstracto. Trata de escritores, de sus ideas y de su tiempo. Los siguientes capítulos están dedicados cada uno a diferentes pensadores, ordenados en orden cronológico según su nacimiento: Adam Smith, Ortega y Gasset, Hayek, Popper, Aron, Isaiah Berlin y Jean-Francois Revel.

Se podría hacer un resumen de la humanización que hace MVLl de cada uno de ellos, del tiempo en que vivieron, de las ciudades en las que vivieron. El libro trata de todo eso. Pero me interesa en este resumen el identificar esa idea de liberalismo que nos transmite Marito.

Sobre Adam Smith (1723-1790) señala que, pese a ser considerado el “padre de la economía”, “Siempre se consideró un moralista y un filósofo” que buscaba explicar el funcionamiento de la sociedad. Antes de explicarnos sus ideas en su libro fundamental “LA RIQUEZA DE LAS NACIONES”, MVLl se detiene en “LA TEORÍA DE LOS SENTIMIENTOS MORALES” (“el libro preferido de Adam Smith”) aparecido unos años antes y donde se pregunta “¿a qué se debe que la sociedad humana exista y se mantenga estable y progrese con el tiempo, en vez de desarticularse debido a las rivalidades, los intereses opuestos y a los instintos y pasiones egoístas de los hombres?” Nos habla entonces de la simpatía (en el sentido de empatía) entre los extraños, de la imaginación y de la solidaridad.

“La visión del hombre y de la sociedad que transpira este libro es positiva y optimista, pues Adam Smith cree que, pese a todos los horrores que se cometen, la bondad prevalece sobre la maldad, es decir, los sentimientos morales.” p. 37

Rescata esta cita del libro:

“la naturaleza, cuando formó al ser humano para la sociedad, lo dotó de un deseo original de complacer a sus semejantes y una aversión original a ofenderlos.” p. 37

MVLl subraya el tema de la solidaridad:

“se trata de un estudio sobre las relaciones humanas y la manera como ellas permiten que una sociedad funcione y surja en su seno una solidaridad de base que le impide disgregarse y desaparecer.” p. 38-39

Y un tema nuevo: la sociedad como un mecanismo independiente (idea que se emparenta, como veremos luego, con el orden espontáneo de Hayek y con la idea de Popper respecto a que la sociedad no requiere revoluciones sino más bien cambios graduales que se ajusten a su funcionamiento progresivo autónomo):

“Es la primera vez en la historia que alguien señala que la sociedad pudiera tener un movimiento propio, derivado de su organización interna, que debe ser respetado so pena de provocar la anarquía o tener que recurrir para conseguirlo a la más brutal represión”. p. 41

“LA RIQUEZA DE LAS NACIONES” (publicada en 1776) fue un libro exitoso aún en vida de su autor, quién llegó a ver hasta la quinta edición y sus traducciones al francés, alemán, danés e italiano. También se tradujo en España en 1791 pero fue prohibido por la Inquisición.

MVLl destaca nuevamente la existencia de un mecanismo aparecido espontáneamente (es decir naturalmente, en el sentido de que no fue “inventado” o “creado”, fue “descubierto”):

“lo más notable y duradero del libro es el descubrimiento del mercado libre como motor del progreso. Un mecanismo no inventado por nadie al que la humanidad fue llegando gracias al comercio. Este intercambio continuo produjo la división del trabajo y la aparición del mercado, sistema distribuidor de recursos al que, sin pretenderlo ni siquiera saberlo, todos los miembros de la sociedad –vendedores, compradores y productores- contribuyen, haciendo avanzar la prosperidad general.” p. 49

En todo el libro, como veremos repetidamente, hay referencias a lo mal que se ha leído a los liberales:

“Adam Smith no era el ser cerebral y deshumanizado con que sus enemigos atacan su liberalismo. Por el contrario, era muy sensible al horror de la pobreza y creía en la igualdad de oportunidades, aunque no usara nunca esta expresión. Por eso afirmaba que, para contrarrestar el estado de ignorancia y estupidez que podía acarrear a los trabajadores lo mecánico de su tarea, la educación era indispensable y debía ser financiada, para quienes no podían costeársela, por el Estado o la sociedad civil.” p. 51

Cita al mismo Adam Smith:

“Ninguna sociedad puede ser próspera y feliz si la mayoría de sus miembros son pobres y miserables” p. 51

Y sobre los ricos:

“En cada negocio, la opresión del pobre supone el monopolio de los ricos, quienes, al acaparar la totalidad del comercio para sí mismos, serán capaces de obtener grandes beneficios” ps. 51-52

Predice de forma muy temprana el éxito de las colonias británicas versus las colonias españolas:

“Toda la simpatía de Adam Smith se vuelca hacia las colonias inglesas en Norteamérica, los futuros Estados Unidos. Explica que han prosperado mucho más que las de España y Portugal porque Inglaterra les dio más libertad para producir y comerciar, a diferencia del severo control que Lisboa y Madrid imponían a sus colonias.” p. 60

Sobre los impuestos:

“Habla de las fuentes de ingreso que mantienen al soberano o al Gobierno, es decir, de los impuestos, sosteniendo a ratos tesis que ahora llamaríamos socialdemócratas. Siguiendo en esto a lord Kames y a Montesquieu, cree que los impuestos deben servir para “igualar” los ingresos, cobrando más a los ricos y menos a los pobres, y evitando aquellos impuestos que por excesivos o arbitrarios invitan a la evasión.” p. 63

Un siglo después de Adam Smith, ya en tiempos del fascismo y del comunismo, y de un fuerte cristianismo español, Ortega y Gasset (1883-1955), aunque con un tinte elitista, rescataba la soberanía del individuo contra la masa “que los disuelve en una amalgama que piensa y actúa por ellos, más por reflejos condicionados –emociones, instintos, pasiones- que por razones.”

“El comunismo y el fascismo, dice Ortega, ‘dos claros ejemplos de regresión sustancial’, son ejemplos típicos de la conversión del individuo en hombre-masa. Pero Ortega y Gasset no incluye dentro del fenómeno de masificación únicamente a esas muchedumbres regimentadas y cristalizadas en torno a las figuras de los caudillos y jefes máximos, en los regímenes totalitarios. Según él, la masa es también una realidad nueva en las democracias donde el individuo tiende cada vez más a ser absorbido por conjuntos gregarios a quienes corresponde ahora el protagonismo de la vida pública”  p. 78

El español Ortega y Gasset fue un liberal en el sentido “político, ético, cívico y cultural”. Pero no le atraían los temas económicos.

“Su defensa de la sociedad civil, de la democracia y de la libertad política, ignoró una pieza clave de la doctrina liberal, aquella que había revelado Adam Smith: que sin libertad económica y sin una garantía legal firme de la propiedad privada y de los contratos, la democracia política y las libertades públicas están siempre mediatizadas.” p. 82

Nunca me dejará de sorprender cómo sobre el mismo tema es posible tener dos opiniones tan diferentes, para Escalante el liberalismo es egoísmo, insolidaridad y predación, para MVLl es tolerancia, respeto y una voluntad de coexistencia:

“El pensamiento liberal contemporáneo tiene mucho que aprovechar de las ideas de Ortega y Gasset. Ante todo, redescubrir que, contrariamente a lo que parecen suponer quienes se empeñan en reducir el liberalismo a una receta económica de mercados libres, reglas de juego equitativas, aranceles bajos, gastos públicos controlados y privatización de las empresas, aquél es, primero que nada, una actitud ante la vida y ante la sociedad, fundada en la tolerancia y el respeto, en el amor por la cultura, en una voluntad de coexistencia con el otro, con los otros, y en una defensa firme de la libertad como valor supremo.” p. 97

Vargas Llosa confiesa que los tres pensadores modernos a los que más debe son Karl Popper, August Von Hayek e Isaiah Berlin.

En el capítulo sobre Friedrich August von Hayek (1899-1992), Mario critica su extremismo. Keynes, que también es liberal pero cree en la intervención estatal en la economía (lo que lo ubica en un “término medio” entre el laissez faire y el socialismo) le dice a Hayek en una carta:

“Usted admite que el problema [de la planificación] estriba en dónde se marca el límite […]. Pero no nos da una guía para saber dónde fijarlo. Es verdad que usted y yo, sin duda, lo fijaríamos en diferentes sitios. De acuerdo a mis ideas usted subestima el término medio […]” p. 104

Otra crítica de Vargas Llosa a Hayek es su preferencia por las dictaduras:

“algunas de sus convicciones son difícilmente compartibles por un auténtico demócrata como que una dictadura que practica una economía liberal es preferible a una democracia que no lo hace. Así, llegó al extremo de afirmar en dos ocasiones que bajo la dictadura militar de Pinochet había en Chile mucha más libertad que en el Gobierno democrático populista y socializante de Allende, lo que le ganó una merecida tempestad de críticas” p. 106

Aunque también existen críticas desacertadas:

“Quienes, por ingenuidad o mala fe, esgrimen hoy como prueba del fracaso del liberalismo las dificultades que atraviesan Rusia y algunos de sus antiguos países satélites que pasaron de un régimen totalitario a intentar una democracia dotada de políticas de mercado, desconocen a Hayek o lo leyeron mal. Porque nadie insistió tanto como él en señalar que el liberalismo no consiste en liberalizar los precios y abrir las fronteras a la competencia internacional, sino en la reforma integral de un país, en su privatización y descentralización a todos los niveles, y en transferir a la sociedad civil –a la iniciativa de los individuos soberanos- las decisiones económicas esenciales.” p. 110-111

(Escalante respondería a esto que los neoliberales siempre van a decir, cuando fracasan, que las reformas hechas no fueron suficientes).

Hayek, cuando distingue entre Kosmos (“el orden legal espontáneo”) y Taxis (“la legalidad impuesta por el poder”), redunda en algo que MVLl anota constantemente: el tema del mercado como orden espontáneo versus las imposiciones del poder o del Estado:

“El gran enemigo de esta [de la libertad] es el constructivismo, la fatídica pretensión –así se titula el último libre de Hayek: Fatal Conceit (1989) (La fatal arrogancia)- de querer organizar, desde un centro cualquiera de poder, la vida de la comunidad, sustituyendo las instituciones surgidas sin premeditación ni control (la ley común, el kosmos) por estructuras artificiales y encaminadas a objetivos como “racionalizar” la producción, “redistribuir” la riqueza, imponer el igualitarismo y uniformar al todo social en una ideología, cultura o religión.” p. 113

Hayek critica también al mercantilismo (“esa forma degenerada del capitalismo”), descrita, según MVLl, como:

“las alianzas mafiosas del poder político y empresarios influyentes para, prostituyendo el mercado, repartirse dádivas, monopolios y prebendas” p. 113

Es en su libro “LA FATAL ARROGANCIA” en donde Hayek desarrolla el concepto de “los órdenes espontáneos”.

“Típicos ejemplos de estos ‘órdenes espontáneos’ son el lenguaje, la propiedad privada, la moneda, el comercio y el mercado. Ninguna de estas instituciones fue inventada por una persona, comunidad o cultura singulares. Fueron surgiendo de manera natural, en lugares distintos, como consecuencia de determinadas condiciones a las que la comunidad respondió creativamente, siguiendo más una intuición o un instinto que un razonamiento intelectual y que, luego, la experiencia vivida iría legitimando, modificando o eliminando y reemplazándola por otra distinta.” p. 117

Este elemento civilizador espontáneo ha tenido un enemigo, el arrogante constructivismo:

“El gran adversario de la civilización es, según Hayek, el constructivismo o la ingeniería social,  la pretensión de elaborar intelectualmente un modelo económico y político y querer luego implantarlo en la realidad, algo que solo es posible mediante la fuerza –una violencia que degenera en dictadura- y que ha fracasado en todos los casos donde se intentó […] El efecto práctico de esta creencia es el socialismo (que Hayek identifica con la planificación económica y el dirigismo estatista), un sistema que, para imponerse necesita la abolición de la libertad, de la propiedad privada, del respeto de los contratos, de la independencia de la justicia y la limitación de la libre iniciativa individual.” p. 118-119

Así como para Escalante todos los liberales (incluidos los de la socialdemocracia) entrarían en el mismo saco del neoliberalismo, un error de Hayek era pensar que todo socialismo llevaría al comunismo.

“Él creía –era uno de sus grandes errores- que la distinción entre socialismo totalitario y democrático es una ilusión, algo provisional y aparente que, en la práctica, se iría borrando a favor del primero. Según Hayek, todo socialismo, al poner en marcha la planificación económica, al acabar con la competencia y la propiedad privada, establece automáticamente un mecanismo que a la corta o a la larga liquida el pluralismo político y las libertades, lo quieran o no los planificadores.

“[…] Pero Hayek no advirtió que un sector importante de los socialistas –precisamente aquellos que querían preservar las libertades y por ello habían tomado distancia con los comunistas- renunció a la planificación económica y decidió respetar el mercado, la competencia y la empresa privada, buscando más bien la igualdad a través de la redistribución, medidas fiscales e instituciones de vocación social, como los seguros médicos y los subsidios. Así lo hicieron los socialistas suecos y, en general, los partidos socialdemócratas europeos.” p. 124

Karl Popper (1902-1994), considerado inicialmente un filósofo conservador pero rescatado posteriormente por la socialdemocracia, es el pensador al que MVLl le dedica más páginas (64 versus 46 a Isaiah Berlin y 42 a Hayek, los demás reciben menos). De su libro publicado en 1945, “LA SOCIEDAD ABIERTA Y SUS ENEMIGOS”, dice que es un “libro clave del pensamiento democrático y liberal moderno”. El libro es un intento por explicar el origen de los totalitarismos.

“Se trata de una maciza descripción y un formidable alegato contra la tradición que llamó ‘historicista’, que comienza con Platón, se renueva en el siglo XIX y se enriquece con Hegel y alcanza su pináculo con Marx. Popper ve en el corazón de esta corriente, madre de todos los autoritarismos, un inconsciente pánico a la responsabilidad que la libertad impone al individuo, que tiende por ello a sacrificar ésta para librarse de aquélla. De ahí ese nostálgico deseo de retornar al mundo colectivista, tribal, a la sociedad inmóvil y sin cambios, al irracionalismo del pensamiento mágico-religioso anterior al nacimiento del individuo, que se emancipó de la placenta gregaria de la tribu y rompió su inmovilismo mediante el comercio, el desarrollo de la razón y la práctica de la libertad.” p. 146

Popper llama ‘historicismo’ a la idea de “creer que la historia obedecía a leyes inflexibles y que podía ser prevista por el científico social”. Este historicismo, que deriva en la necesidad de un Estado autoritario que lo realice, habría nacido, curiosamente, en la antigua Grecia, cuna de la democracia, y se habría desarrollado con Hegel:

“Dentro de la telaraña de palabras con que Hegel armó su sistema, se encuentran los fundamentos de aquel Estado totalitario –colectivista, irracional, caudillista, racista y anti-democrático– concebido originalmente por Platón. E, incluso, perfeccionado y pervertido. Para Hegel, el Espíritu, fuente de la vida, siempre en movimiento, progresa con la historia encarnándose en el Estado, forma suprema de la modernidad. Este Estado, manifestación de la esencia de todo lo que existe, es superior al conjunto de seres humanos que forman la sociedad; el pináculo del Estado es el monarca, soberano absoluto al que se le debe obediencia y sumisión totales.” p. 148

MVLl vuelve a sus temas recurrentes: la malinterpretación que hacen los mismos liberales de los autores liberales, la necesidad de la educación pública y de protección social.

“El liberalismo de Popper es profundamente progresista porque está impregnado de una voluntad de justicia que a veces se halla ausente en quienes cifran el destino de la libertad sólo en la existencia de mercados libres, olvidando que éstos, por sí solos, terminan, según la metáfora de Isaiah Berlin, permitiendo que los lobos se coman a todos los corderos. La libertad económica que Popper defendió debía complementarse, a través de una educación pública de alto nivel y diversas iniciativas de orden social, como la creación de instituciones ‘para proteger al económicamente débil del económicamente fuerte’ –la jubilación, seguros de desempleo y accidentes de trabajo, educación gratuita en escuelas públicas, prohibición del trabajo infantil–, y una vida cultural intensa y accesible al mayor número, a fin de crear una equality of opportunity (igualdad de oportunidades) que combata, en cada generación, los dogmas religiosos y el espíritu tribal.” p. 151-152

El pensamiento de Popper, según como nos lo presenta MVLl, se desarrolla en tres de sus libros “LA LÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA” de 1934, “LA SOCIEDAD ABIERTA Y SUS ENEMIGOS” (1945), y “LA POBREZA DEL HISTORICISMO” (1945).

En “LA LÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA” Popper presenta sus ideas sobre la verdad inasible (“la verdad no se descubre: se va descubriendo y este proceso no tiene fin”), que requiere suficiente libertad del ser humano para desarrollar un permanente espíritu crítico:

“Si no hay verdades absolutas y eternas, si la única manera de progresar en el campo del saber es equivocándose y rectificando, todos debemos reconocer que nuestras verdades pudieran no serlo y que lo que nos parecen errores de nuestros adversarios pudieran ser verdades. Reconocer ese margen de error en nosotros y de acierto en los demás es creer que discutiendo, dialogando –coexistiendo- hay más posibilidades de identificar el error y la verdad que mediante la imposición de un pensamiento oficial único, al que todos deben suscribir so pena de castigo o descrédito.” p. 166

En “LA SOCIEDAD ABIERTA Y SUS ENEMIGOS” Popper desarrolla el tema de la libertad (“hija y madre de la racionalidad y del espíritu crítico”) y del miedo a ella, de cómo el hombre trata de refugiarse en la vida tribal (en una “sociedad cerrada”) para librarse de este fardo demasiado pesado que lo obliga a responsabilizarse de sus decisiones, de sus actos, de los retos de su existencia.

“El miedo al cambio, a lo desconocido, a la ilimitada responsabilidad que es consecuencia de la aparición del espíritu crítico –de la racionalidad y de la libertad– ha hecho que la sociedad cerrada, adoptando las apariencias más diversas –y entre ellas, la del “futuro”, la de un mundo sin clases, la de “la ciudad de Dios encarnada”– sobreviva hasta nuestros días y, en muchos momentos de la historia, se haya antepuesto a la otra, sumiéndola en formas equivalentes al oscurantismo y gregarismo de la sociedad primitiva.

“La batalla no está ganada ni lo estará, probablemente, nunca. La llamada de la tribu, la atracción de aquella forma de existencia en la que el individuo, esclavizándose a una religión o doctrina o caudillo que asume la responsabilidad de dar respuesta por él a todos los problemas, rehúye el arduo compromiso de la libertad y su soberanía de ser racional” p. 172

En “LA POBREZA DEL HISTORICISMO” y en “LA SOCIEDAD ABIERTA Y SUS ENEMIGOS” Popper desarrolla la idea de la historia como “Una improvisación múltiple y constante, un animado caos”. Es imposible predecir hacia donde se dirige. No existe “un libreto pre-existente, elaborado por Dios, por la naturaleza, por el desarrollo de la razón o por la lucha de clases y las relaciones de producción” (p. 173). En ese sentido, para cambiar la sociedad defiende el método reformista, “la ingeniería gradual”, fragmentaria, “pequeños ajustes y reajustes que pueden mejorarse continuamente”, que se adapten a la misma idiosincrasia social. Y se opone al método revolucionario, al que llama “utópico u holístico”, que tiene “la pretensión revolucionaria de cambiarla de manera inmediata, total y definitiva”.

“A diferencia del ‘ingeniero utópico u holístico’ –el revolucionario– el ‘ingeniero fragmentario’ –o reformista– admite que no se puede conocer el ‘todo’ y que no hay manera de prever ni de controlar los movimientos de la sociedad, a menos de someterla un régimen dictatorial en el que, mediante el uso de la censura y de la fuerza, todas las conductas se ajusten a una horma decidida de antemano por el poder. […]

“El reformista no pretende cambiarlo todo ni actúa en función de un designio global y remoto. Su empeño es perfeccionar las instituciones y modificar las condiciones concretas desde ahora a fin de resolver los problemas de modo que haya un progreso parcial, pero efectivo y constante. […]

“¿Por qué prefiere el reformista modificar o reformar las instituciones existentes en vez de reemplazarlas, como el revolucionario? Porque, dice Popper en uno de los ensayos de su libro Conjeturas y refutaciones, el funcionamiento de las instituciones no depende nunca sólo de la naturaleza de éstas –es decir, de su estructura, reglamentación, tareas o responsabilidades que le han sido asignadas o las personas a su cargo- sino, también, de las tradiciones y costumbres de la sociedad. La más importante de estas tradiciones es el ‘marco moral’, el sentido profundo de justicia y de la sensibilidad social que una sociedad ha alcanzado a lo largo de su historia.” p. 187

De Raymond Aron (1905-1983) destaca “EL OPIO DE LOS INTELECTUALES” (1955). Un libro para explicar porqué el marxismo (al que llama una “religión secular”) había seducido a tantos intelectuales franceses.

“Sus semejanzas con la Iglesia católica son grandes, por lo menos en la apariencia: ambos comparten el mesianismo optimista –la sociedad sin clases será el fin de la historia e iniciará una era paradisíaca de paz y justicia para toda la humanidad–, el dogma ideológico según el cual la historia es obra de la lucha de clases y el partido comunista su vanguardia, guerra en la que el proletariado representa a los justos, salvadores del bien y el instrumento gracias al cual la burguesía explotadora será derrotada y los últimos pasarán a convertirse en los primeros.

“[…]

“refuta la idea de ‘los hombres de Iglesia’ y ‘los hombres de fe’ de que la historia tenga un sentido unívoco y que desaparecerá con la lucha de clases, cuando no exista más la explotación del hombre por el hombre. El ‘fin de la historia’, afirma, es una idea religiosa, y, de otro lado, es simplista creer que el motor de la historia sea sólo el conflicto entre burguesía y proletariado, ignorando la multiplicidad de factores sociales, culturales, tradicionales, religiosos, costumbristas, psicológicos, familiares y personales, aparte de los económicos” p. 216-217

(Vargas Llosa critica aquí, de la misma manera, los supuestos del marxismo como Escalante los del “neoliberalismo”).

 

Isaiah Berlin (1909-1997) es, a los ojos de MVLl, “un personaje desgarrado por aquellos conflictos morales que él describió antes y mejor que nadie, los que oponen la libertad y la igualdad, la justicia y el orden, al judío ateo y al practicante de su religión, y al liberal temeroso de una libertad irrestricta en la que ‘el lobo podría comerse a los corderos’.” (p. 242). Rescata de él su teoría de las verdades contradictorias. Verdades y aspiraciones que el hombre busca alcanzar pero que, lamentablemente, se oponen unas a otras. Como aquellas de la revolución francesa: Libertad, Igualdad, Fraternidad.

 “Los revolucionarios franceses descubrieron, asombrados, que la libertad era una fuente de desigualdades y que un país en el que los ciudadanos gozaran de una total o muy amplia capacidad de iniciativa y gobierno de sus actos y bienes sería tarde o temprano un país escindido por numerosas diferencias materiales y espirituales. Así, para establecer la igualdad no habría otro remedio que sacrificar la libertad, imponer la coacción, la vigilancia y la acción todopoderosa y niveladora del Estado.” p. 247-248

Relacionado con esto están sus conceptos de “libertad negativa” y “libertad positiva”. Los partidarios de la primera buscarán evitar que el hombre vea restringida su libertad, eliminar los obstáculos para disfrutar de las libertades, por ejemplo, de prensa, de religión, de movimiento, de comportamiento sexual. Todo esto debe ser garantizado. Los partidarios de la segunda, de la “libertad positiva”, dirán ¿cómo puede un analfabeto disfrutar de la libertad de prensa? ¿De qué le sirve la libertad de viajar a quien vive en la miseria? ¿La libertad de trabajo significa lo mismo para el empleador que para el empleado? Y buscarán proporcionar los medios para que todos puedan disfrutar de estas libertades. Los gobiernos liberales son partidarios de la primera, los socialistas de la segunda.

“Estas dos nociones de libertad son alérgicas la una a la otra, se rechazan recíprocamente, pero no tiene sentido tratar de demostrar que la una es verdadera y la otra falsa […] Desde el punto de vista teórico, se pueden acumular infinidad de argumentos a favor de una u otra concepciones de la libertad igualmente válidos o refutables. En la práctica –en la vida social, en la historia– lo ideal es tratar de conseguir una transacción entre ambas libertades.” p. 259

Como se observa, Isaiah Berlin era un defensor del escepticismo y agnosticismo. En contra del fanatismo por una sola verdad. Lo mismo en las ideas liberales que defendía:

“entre las varias corrientes de pensamiento que caben dentro de la acepción ‘liberal’, Isaiah Berlin no coincidió del todo con aquellos que, como un Frederich Von Hayek o un Ludwig von Mises, ven en el mercado libre la garantía del progreso, no sólo el económico, también el político y el cultural, el sistema que mejor puede armonizar la casi infinita diversidad de expectativas y ambiciones humanas, dentro de un orden que salvaguarde la libertad. Isaiah Berlin albergó siempre dudas socialdemócratas sobre el laissez faire y volvió a reiterarlas pocas semanas antes de su muerte, en la espléndida entrevista –suerte de testamento- que concedió a Steven Lukes, repitiendo que no podía defender sin cierta angustia la irrestricta libertad económica que ‘llenó de niños las minas de carbón’.

“El liberalismo de Isaiah Berlin consistió, sobre todo, en el ejercicio de la tolerancia, en un permanente esfuerzo de comprensión del adversario ideológico”. p. 275

El último capítulo de “La llamada de la tribu” es sobre Jean-François Revel (1924-2006). Un francés, socialdemócrata y liberal, que “Toda su vida fue un republicano ateo y anticlerical, severísimo catón del espíritu dogmático de todas las iglesias y en especial de la católica, defensor del laicismo y del racionalismo heredados del Siglo de las Luces”. En su libro “LA TENTACIÓN TOTALITARIA” (1976) concluía “que el principal obstáculo para el triunfo del socialismo en el planeta no era el capitalismo sino el comunismo.”

“Pese a ciertas páginas pesimistas, el  libro de Revel traía un mensaje constructivo, su empeño por presentar el reformismo como el camino más corto y transitable para lograr los objetivos sociales revolucionarios y su defensa de la socialdemocracia como sistema que ha probado en los hechos ser capaz de desarrollar simultáneamente la justicia social y económica y la democracia política.” p. 289

En “CÓMO TERMINAN LAS DEMOCRACIAS” (1983) trata de su pesimismo hacia el futuro de la democracia por la facilidad con la que se le ataca, sea con críticas terribles o con informaciones falsas.  Por ejemplo, según Revel la Unión Soviética (muy inferior militarmente a los países occidentales ganadores luego de la Segunda Guerra Mundial) había progresado durante la Guerra Fría, hasta equipararse con los países más desarrollados, porque no había tenido ningún obstáculo interno, mientras que en Occcidente las críticas en su interior ocasionaban que avanzara más lentamente.

 “El problema que planteaba Revel en ese libro parecía casi insoluble. La única manera como la democracia podía conjurar el peligro que señalaba sería renunciando a aquello que la hace preferible a un sistema totalitario: el derecho a la crítica, la fiscalización del poder, el pluralismo, ser una sociedad abierta. Es porque en ella hay libertad de prensa, lucha política, elecciones, contestación, que sus enemigos pueden ‘infiltrarla’ con facilidad, manipular su información, instrumentalizar a sus intelectuales y políticos. Pero, si para evitar ese riesgo, una democracia robustece al poder y los sistemas de control, sus enemigos también ganaban, imponiéndole sus métodos y costumbres.” p. 295

Los miedos de Revel no se han terminado con la desaparición de la URSS, igual, actualmente, la democracia vive permanentemente atacada desde su interior. En su libro de 1988 “EL CONOCIMIENTO INÚTIL” arremete contra esta intelligentsia, contra los intelectuales “cuya motivación preponderante parecía ser el odio a la libertad”. Dice el mismo Revel: “La gran desgracia del siglo XX es haber sido aquel en el que el ideal de la libertad fue puesto al servicio de la tiranía, el ideal de la igualdad al servicio de los privilegios.”

MVLl concluye haciendo la comparación con Gramsci y dándole la razón a Marx y Lenin:

“El aporte de Gramsci al marxismo consistió, sobre todo, en conferir a la intelligentsia la función histórica y social que en los textos de Marx y de Lenin era monopolio de la clase obrera. Esta función fue letra muerta en las sociedades marxistas, donde la clase intelectual –como la obrera, por lo demás–  era mero instrumento de la élite […]” p. 298

“soy menos pesimista sobre el futuro de la sociedad abierta y de la libertad en el mundo que lo era en ese libro Jean-François Revel. Mi optimismo se apoya en esta convicción anti-gramsciana: no es la ‘intelligentsia’ la que hace la historia. Por lo general, los pueblos –esas mujeres y hombres sin cara y sin nombre, las ‘gente del común’, como los llamaba Montaigne– son mejores que la mayoría de sus intelectuales: más sensatos, más pragmáticos, mas democráticos, más libres, a la hora de decidir sobre asuntos sociales y políticos. […] La ventaja de la democracia es que en ella el sentir de esas `gentes del común’ prevalece tarde o temprano sobre el de las élites.” p. 303

Hasta aquí el libro.

Un buen aporte a nuestra discusión lamentablemente polarizada en el Perú por los partidos políticos. Muestra lo cercano que se encuentran las “izquierdas” (la socialdemócrata que es mayoría en el Perú) de las “derechas” (no ese neoliberalismo extremo que nos describe Escalante que es insignificante en el Perú) y, por lo tanto, lo relativo de estos conceptos que buscan separar a la gente.

¿Cuál ha sido el objetivo del libro? La pista nos lo da algo que se repite constantemente: los liberales han sido mal entendidos. Desde mi punto de vista, el objetivo de Mario Vargas Llosa ha sido el presentar esos lados no conocidos, incomprendidos, del pensamiento liberal y que muestran un liberalismo mucho más interesado en las personas, más interesado en, como dice de los intereses “reformistas” de Popper: “reducir o abolir la pobreza, la desocupación, la discriminación, abrir nuevas oportunidades de superación y de seguridad a todos”.

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