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¿Lealtad o canibalismo canino en la Conquista de América?

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Por Giuliana Catari:

Alguna vez escuchamos la frase: “el perro es el mejor amigo del hombre”. Sin embargo, ¿hasta qué punto es válida su interpretación? Pues bien, la lealtad de este animal adquiere relevancia en el periodo de la Conquista española donde los primeros conquistadores de América trajeron los canes peninsulares como acompañantes naturales desde el segundo viaje de Colón, convirtiéndolos posteriormente en fieles cazadores de indígenas. El investigador Ricardo Piqueras refiere en su artículo Los perros de la Conquista o “Canibalismo canino” en la Conquista que los primeros perros que atravesaron el Atlántico distaban mucho de las primeras especies de perros nativos –en tanto estos últimos eran más dóciles y callados. Dicha apreciación es confirmada por el cronista Oviedo en su Historia general y natural de las Indias en el que comenta: “Eran todos estos perros, aquí en esta e las otras islas, mudos, e lo aunque los apaleasen ni los matasen, no sabían ladrar; algunos gañen o gimen bajo cuando les hacen mal”. Así, el carácter y tamaño pequeño de los perros nativos, fue un factor importante a la hora de su sacrificio, como parte del ritual practicado en el México Prehispánico, donde se creía que acompañaban a las almas de los muertos en el mundo subterráneo. De otro lado, es probable que tales canes formaron parte del destino culinario de los españoles: “…como fue el caso y necesidad en la villa de la Isabela, isla de la Española, cuyos habitantes acabaron comiéndose a todos los perros gozques que encontraron por la isla, y a cuantos animales de cuatro patas comestibles pudieron cazar” (p. 188).

En este sentido, de la existencia de perros pequeños nativos, domesticados y consumidos por los indios, se pasa a la presencia de perros peninsulares, grandes y entrenados para matar y devorar indígenas. La agresividad y fiereza de los perros de Castilla se convirtió en el principal instrumento de miedo para con los indios pues no entendían lo que percibían ni la utilidad de dichos animales. Así, Cristóbal Colón fue el primero en utilizar perros de presa en las primeras campañas represivas en Jamaica y La Española en 1494 y 1495. También fueron utilizados por Ponce de León durante la conquista de Puerto Rico y México, entre otras.
Sin embargo, la versatilidad de las funciones caninas abarcó, no solo el aspecto militar y bélico de la Conquista, tales como la prevención de emboscadas o ataques de vanguardia, sino que la incitación del conquistador al consumo de carne indígena, se convirtió en la principal forma de poder sobre los indígenas. El “aperreo” o canibalismo canino como fuente de represión para los indios, era usado como premio alimenticio del conquistador a los servicios de su perro, de forma que solucionaba el hambre del can y estimulaba la conducta asesina del mismo. A esto se suma, los casos de consumo de cuerpos de indígenas muertos en los encuentros bélicos. Así, la crueldad y ansias de poder del conquistador español se alimentaba de la forma de muerte de los indígenas al punto de que no era necesario buscar motivo alguno para el uso de los perros en la represión, simplemente llegó hacerlo por diversión.

Empero, la fidelización del animal por su amo conquistador tuvo un final en la etapa colonial puesto que su función ya no era necesaria y así se convertiría en el enemigo que debe controlarse para reducir las muertes del ganado. Para ello, se desarrollaron políticas públicas donde se prohíbe el “aperramiento” de indios y se apela a la evangelización, donde el perro peninsular pasa a domesticarse y defender a los indios de fieras mayores como tigres y leones. La estrategia de adaptación del perro de indias de parte de los españoles funcionaba –en tanto permitió conservar vida de estos y por ende, los años de esclavitud. Así, los ladridos de los perros de guerra peninsulares, alanos, lebreles, mastines, galgos o sabuesos, dejaron de ser el inicio de un despertar terrorífico en el continente americano. 

Fuente: http://hbanoticias.com/cultura-lealtad-o-canibalismo-canino-en-la-conquista-de-america-por-giuliana-catari/

Pedro, el libro de Mávila Huertas

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(Lima; Grijaldo, 2017)

Por Giuliana Catari:

“…Después de tiempo… pues nos solíamos ver/ Noches traviesas bajo la escalera/ Éramos perversos, nos sentíamos bien/ Ahora el asunto es refrescar/ Todas aquellas cosas sin ser muy brutal/ Cogí su bella mano y la empecé a besar” Y es que sucede así con las canciones de la banda Arena Hash; son un cúmulo de emociones exorbitantes que dejaron huella no solo en la discografía peruana, sino en la memoria de muchos adolescentes durante los años ochenta.

Sin embargo, la inserción de una de las bandas más exitosas en la historia del rock peruano, que fue liderada por Pedro Suárez-Vértiz como voz y guitarra, Patricio Suárez Vértiz en el bajo, Christian Meier en los teclados y Arturo Pomar Jr. en la batería, no fue fácil. Las historias de cuatro adolescentes, cuyas inquietudes musicales se entretejían entre la vida de la escuela secundaria y el deseo de crear un estilo propio, conllevaron a la formación de una banda que posteriormente saltó a la fama, y finalmente a su disolución.

En ese sentido, el libro Pedro (Grijaldo Ed, 2017) de la periodista Mávila Huertas, que fue presentado hace pocas semanas en la I Feria Internacional del libro de Lima (FIL), revela el espíritu genuino y espontáneo de PSV por la música, así como el nacimiento del grupo Arena Hash, su contexto y la verdad sobre el final de dicha banda. El libro se divide en cuatro partes: “El niño”, “La banda”, “El boom” y “Miami o la tierra prometida”; y está acompañado de fotografías de la infancia y adolescencia de Pedro Suárez-Vértiz, así como de los inicios de la banda, su progreso y transición entre Lima y Miami. La primera parte del texto, resalta el lazo inseparable de los hermanos Pedro y Patricio Suárez-Vértiz durante la infancia, al punto de que este último no permitía que ninguna profesora lo llevase al baño, salvo Pedro. Se conocían y entendían perfectamente. Sin embargo, la personalidad de ambos era distinta, pues Pedro era más responsable y protector con su hermano, mientras que Patricio era más extrovertido y rebelde. Otro punto interesante es que la vena creativa de los hermanos Suárez-Vértiz estriba en la figura paterna, ya que este era escultor y de espíritu libre: “De mi padre heredé el ingenio y la creatividad, y de mi madre aprendí la noción de decencia”, dice PSV. La primera banda que formó Pedro junto a sus amigos fue Paranoia, la cual tocaba en la kermés del colegio María Reyna.

La segunda parte, refiere el origen del nombre de la banda, cuya denominación se le atribuye a Alex Kornhuber,  el primer guitarrista y  a Pedro, donde el primero era tablista y le gustaba jugar con la idea de la arena y hashish, por el mito de que lo consumían los integrantes. La banda solía identificarse  con canciones de The Beatles y Los Rolling Tones y cuando se consolidó, no imaginaban el punto de fama al que habían llegado. Sus primeros discos pasaron por la radio La Doble Nueve,  Studio 92 hasta la productora CBS. La visión del productor Manuel Garrido-Lecca fue importante para el grupo – en tanto “el plan era que el grupo rompiese es quemas en la radio antes de tocar en vivo”. La banda salió del studio con cuatro canciones, cuya favorita fue “Kangrejo”, luego vinieron “Stress”,  “Cuando la cama me da vueltas” “Y es que sucede así”, cuyo éxito la permitió consolidarse entre los primeros lugares de las radios.

Sin embargo, en medio de este boom, ocurrió la muerte del padre de Pedro, cuyo entierro coincidió con el día que tocaron por primera vez en público. Finalmente en “Miami o la tierra prometida”, se revela la realidad de un mundo más austero al que la banda pretendía conquistar. La burbuja estaba en Lima, la realidad en Miami, pues los integrantes tuvieron que lidiar con actividades muy triviales que no tenían que ver con la música para así sobrevivir. En medio de este impulso por la fama, cada miembro tenía una idea distinta para su tercer disco. ´”Arturo quería algo vanguardista pero fresco, Patricio navegaba en su onda disco, Christian tampoco se sentía conforme con las nuevas canciones y Pedro empezó a componer canciones por su cuenta”. Así, el liderazgo de Pedro por un ritmo más personal, el embarazo de su esposa Cynthia, y la divergencia de los demás por la música, fue el acabose del grupo, que sin embargo dio origen al brillo musical de Pedro.

Sin duda, el libro ofrece valiosas aportaciones para entender y conocer más sobre la evolución de esta banda, que más allá de la discrepancia de cada miembro, cada uno hacía lo  que le salía mejor. Parafraseando al título del primer disco de Pedro: “No existen técnicas para olvidar” las canciones de Arena Hash, ni el aporte de una de las mejores  bandas al rock peruano.

Fuente: http://hbanoticias.com/resena-pedro-el-libro-de-mavila-huertas-por-giuliana-catari/

La trilogía de la memoria: Témpanos y Kamikazes de Yuri Vásquez

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Témpanos y Kamikazes Yuri Vásquez Tribal Editores 140 páginas.

Témpanos y Kamikazes
Yuri Vásquez
Tribal Editores
140 páginas.

Por Giuliana Catari:

El escritor arequipeño y premio copé de Cuento 1994, Yuri Vásquez, cierra la denominada “Trilogía de la memoria” con la publicación de su texto Témpanos y kamikazes (Tribal Editores, 2014). Esta primera etapa literaria sobre violencia política comprende el libro de cuentos Cortometraje (Cascahuesos, 2010) y la novela El nido de la tempestad (Tribal Editores, 2012).

Témpanos y kamikazes plantea un enfoque distinto sobre la memoria y la violencia vivida durante la década de los 80 y 90. Las nueve historias entrelazadas a manera de crónicas literarias describen el desorden social y político bajo la investidura de lo humano. Así también la inscripción de fechas y lugares al inicio de cada historia y las notas al pie de página complementan este interés por el uso del género y consolidan la maestría del narrador en este proceso literario.

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La memoria y lo irrepresentable

Durante la época de la violencia política, el objetivo de los medios de comunicación era ocultar los excesos sucedidos bajo el telón de lo ‘excéntrico’ y ‘estrafalario’. Es decir, la memoria se convierte en ‘espía’ de la realidad y un elemento agregado de la vida cotidiana; parafraseando al protagonista de la novela Un lugar llamado Oreja de Perro de Iván Thays.

Esta primera construcción de la memoria como discurso personal y ‘cómodo’ de la realidad es parte de una parafernalia de narrativa postconflicto que escritores como Alonso Cueto, Iván Thays, Santiago Roncagliolo, plantearon en su producción literaria. La banalidad en el tratamiento del tema, la primacía del género real- histórico y el despotismo de lo mediático, limitaron la proyección crítica sobre el panorama literario.

Posteriormente, el imperativo de nuestra época privilegia al testimonio como único portavoz de la verdad en la esfera pública. La “era del testigo” ─denominada así por Annete Wieviorka─ preside el recuerdo y lo legitimiza. Por tanto, vivimos una época de la subjetividad en la que el discurso de la memoria transita entre lo subjetivo y el impulso de lo moral.

Bajo estas premisas ¿cuál es el rol de la ficción en relación a la memoria y su representatividad?, ya que no se trata de elegir qué autor o género represente mejor la violencia política, tampoco en elegir al testimonio como fuente de veracidad por cuestiones éticas, sino en cómo representar “lo irrepresentable” de la memoria mediante la escritura.

Cortometraje: Lo fantástico

En este sentido, destacamos la participación de Yuri Vásquez con Cortometraje (Cascahuesos, 2010) ─considerado entre los 10 mejores títulos de narrativa fantástica 2000-2010─. Este primer libro de cuentos de corte fantástico, inaugura un nuevo enfoque sobre la violencia política y género, pues su discurso se maneja entre los límites de lo verosímil y lo insólito, sin por ello menospreciar su postura en cuanto la violencia como algo “irrepresentable”.

Susan G. Kaufman refería que de ese “algo” se desprende el mundo simbólico el cual queda sin representación y a partir de ese momento, no será vivido como perteneciente al sujeto, quedará ajeno a él”.

De esta manera, representar la ‘violencia extrema’ a través del realismo es insuficiente porque los hechos rebasan a lo estético así como pretenden representarlos. El escritor debe buscar estrategias simbólicas para referir estos acontecimientos. De allí, que Vásquez aborde lo fantástico en relación a lo “irrepresentable” y utilice la alegoría para dar cuenta del exceso violento y cuestionar la racionalidad del mismo.

Lo fantástico ofrece una reflexión válida sobre lo irrepresentable, es un indicio, un síntoma de lo generado en la realidad y no una actitud evasiva como muchos lo categorizan. El elemento del doble en los personajes supone una alteridad en el sujeto que plantea su propia crisis individual.

En consecuencia, esta primera parte de la “Trilogía de la memoria”, se convierte en un efecto multiplicador de las posibilidades de tratamiento sobre lo irrepresentable de la violencia y no simboliza una claudicación ética de la verdad, sino la búsqueda de una menos rudimentaria.

El nido de la tempestad: los antecedentes

A diferencia de Cortometraje, El nido de la tempestad (Tribal Editores, 2012─originalmente titulado Subterráneos─ refiere la antesala de la violencia ocurrida en los años 80 y tiene al realismo histórico como género literario. El circuito de la novela acontece entre el último gobierno de Velazco Alvarado y el de Morales Bermudes mostrando la complejidad de las relaciones sociales y la aristocracia arequipeña.

La historia de Mauro Apaza, estudiante de la Universidad Nacional de San Agustín; y de Mariela Velarde, joven distinguida, aborda los lazos sutiles de la violencia ─racismo, disgregación social y nepotismo─ al punto que los protagonistas se ven envueltos en decadencia de la colectividad. Paralelo a las historias discurrentes en la novela, está también el manejo del lenguaje, el monólogo loncco de la sirvienta indígena y las frases entrecortadas a mitad del discurso.

La influencia del cine es también rasgo característico de este segundo texto, pues las imágenes recorren a manera de una puesta en escena y describen con pulcritud la atmósfera psicológica de cada personaje. Vásquez no solo plantea un panorama de abismos históricos sociales y enfrentamientos ideológicos de los personajes, sino que nuevamente el impulso de la moral es la piedra angular de la existencia humana, no como una acción inmediata, empero sí en el plano de sus pensamientos.

De modo que esta parte de la trilogía, es una sólida genealogía de la violencia, un retrato que no toca los mismos escenarios (la sierra centro y Lima) ni remite directamente a la violencia del gobierno y Sendero, pero indica las condiciones sociológicas que hicieron posible estos excesos. La minuciosidad de la violencia abarca los aspectos más íntimos de la comunidad, confinándola lentamente al fenómeno social y político más desastroso de la historia peruana.

Témpanos y kamikazes: la crónica

Con este último texto de la trilogía, la ficción toma otra dirección y esta vez el autor de Témpanos y kamikazes (Tribal Editores, 2014), plantea los eventos sucedidos entre los años 80 y 90 a través de la crónica literaria. Esta suerte de relatos que registran datos y lugares (Arequipa y Lima) complementa los aspectos irrepresentables de la violencia y crean un panorama distinto en cuanto a la temática y el uso del género.

El cuento inicial El más rojo de tus besos narra la historia de un funcionario público, quien por azares del destino no puede deshacerse de la huella labial de una mujer. Las dudas sobre el origen de este incidente lo enfrentarán al vacío de su vida cotidiana al tiempo que esbozan los desajustes político y social del gobierno de Alán García.

La quinta muerte nos presenta a Don Alberto, quien busca mejorar su situación económica denunciando la captura de un delincuente, no obstante, producto de la opresión del gobierno fujimorista, muere al final de una persecución. El silencio mediático, los atentados y las matanzas colectivas de la gente es un síntoma de lo irracional en los años 80.

Lo mediático también es un elemento importante durante la década de los 90, pues en La casa de los ventanucos sucios personajes, la presencia de la vedette Amparo Brambilla irrumpe la tranquilidad de un hogar de ancianos y se convierte en una obsesión para el esposo de doña Sara, la cual terminará secuestrando a la bailarina y a don Darío en el sótano de su casa, confinándolos al olvido.

Una pequeña mentira se desarrolla en Arequipa y entrelaza la historia de Pablo Figueroa y la nimiedad de su vida matrimonial. Los encuentros sexuales en las calles satisfacen este vacío cotidiano y registran paralelamente los atentados de Sendero en las noches de la ciudad.

Los ‘milagros’ y la prensa cumplen una función política durante la década de los 90. Así El milagro de una lágrima revela la historia de la virgen que llora y se relaciona con el relato de doña Flora y la desintegración de su familia. Por tanto, la manipulación de las noticias por los medios de comunicación y el gobierno sirvieron como distractores durante el fenómeno de la violencia política.

El ruido de los venenos es el relato de un envenenamiento de unos niños, producto de la represión sufrida por la esposa de un microempresario durante la violencia política, mostrando que la condición social y económica burguesa no los exime de la situación, enfrentándolos a un estado ominoso, un espacio irreconocible de la realidad.

De la misma manera, Bajo el seudónimo de Macbeth desvela un vacío en la vida de Aníbal Torres. La captura de Abimael Guzmán, las constantes matanzas de Sendero aparecidas en diarios y la televisión, proyectan una alteridad del personaje, convirtiéndolo en un asesino y condenándolo luego al suicidio.

En el cuento Al otro lado del verano, el escenario arequipeño es testigo de la historia turbulenta de Marco Aurelio y su amante, quienes para lograr su felicidad, inventan un curioso romance para su esposa, sin imaginar el infortunio que les espera. La estructura de la narración en actos no solo enriquece el lenguaje de la narración, sino ironiza paralelamente el contenido del relato.

Finalmente Kim Novak, por siempre sintetiza la crisis del sujeto en la posmodernidad y conjuga las variables de la violencia política como las huellas de lo irrepresentable. La fijación del personaje por una estrella del cine clásico, lo confinan a la decadencia social con el mundo.

Por ello, la revisión de la memoria y su representación en la ficción confieren un nuevo espacio en la literatura peruana. La apuesta por nuevas formas y géneros literarios para referir la etapa de la violencia política no se reduce a lo factible o empírico de lo vivido, sino al entendimiento de la complejidad de la situación.

Así Yuri Vásquez se destaca por la apuesta del género fantástico y el tratamiento de la violencia política, desplazando una mirada más reflexiva y sutil sobre el panorama. La diversidad de técnica empleada para cada libro, la descripción minuciosa de la hostilidad, el cuestionamiento a lo real y la magnífica composición entre la nimiedad de lo cotidiano y los espacios de violencia remarcan los orígenes y condiciones de la misma. Sin duda, el cierre de “La Trilogía de la memoria” con Témpanos y kamikazes consolidan la posición de Vásquez entre los mejores exponentes de la narrativa de violencia política.

Fuente: http://elbuho.pe/2015/02/24/la-trilogia-de-la-memoria-tempanos-y-kamikazes-de-yuri-vasquez/

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