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Las ruinas de la existencia en Transmutaciones de Dennis Arias Chávez

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Transmutaciones Dennis Arias Chávez Editorial Vivirsinenterarse, Lima, 2016 55 pp.

Transmutaciones
Dennis Arias Chávez
Editorial Vivirsinenterarse, Lima, 2016
55 pp.

Por Giuliana Catari:

Desde tiempos remotos  a la actualidad, la función del alquimista y el escritor se han vistos asociadas -en tanto ambos  encuentran en la búsqueda de un cambio interno; una nueva forma de revelación a la vida. En este insondable proceso, si el taumaturgo de la antigüedad, contemplaba la posibilidad de la vida eterna a través de la piedra filosofal; el escritor de hoy, revela la transformación de su pensamiento, a partir de su propia palabra.

De esta manera, Dennis Arias en Transmutaciones (Lima, Vivirsinenterarse, 2016) ha logrado integrar el sistema filosófico de sus pensamientos y transformarlos estéticamente en una narrativa de corte existencialista. Los 16 cuentos comprendidos en este libro, se construyen entre pinceladas kafkianas y kunderianas que juegan con las ruinas de la propia esencia del hombre: la certeza de lo racional y conocido.

Es así que desde el cuento inicial  Los “B”, el escritor y lingüista arequipeño aborda el misterio de una sucesión matemática llamada Fibonacci, aplicado no solo a la naturaleza, sino al universo literario. La consecuencia de este hecho, señala que los temas novelísticos conocidos hasta ahora, son producto de la diversidad, más no de una originalidad. Por ende, el enigma que envuelve los orígenes de la literatura, serán planteados por un grupo autodenominado los “B”, quienes a su vez comprometerán  y cuestionarán la misión de un profesor universitario.

El segundo cuento que da título al libro, señala magistralmente la ansiedad del hombre por ocupar un lugar memorable en su existencia. Parafraseando a la célebre novela de Milan Kundera  “La insoportable levedad del ser”, dicho título ahora se trasforma en la historia de la búsqueda de un muchacho por ser un escritor importante como Mario Vargas Llosa. Sin embargo, el experimento termina siendo un fracaso y solo se da un desdoblamiento de la conciencia, un retorno al vacío de los involucrados.

Los palqueros es una propuesta peculiar sobre las prácticas del fútbol, donde los jugadores conjugan su destreza y tradiciones a través de dicho deporte. Asimismo, la indumentaria, la danza y el alcohol se convierten en los elementos movilizadores del espíritu huancavelicano. No obstante, este ejercicio del balón no añora nada del mundo moderno, sino es la muestra viva del capital simbólico que permanece en su pueblo.

El cuento Años narra de manera fantástica, el descubrimiento de una sirena desde la perspectiva de un niño. Empero, la belleza, el canto y la dulzura aparente de la figura femenina, parece esconder también las ruinas de la naturaleza humana, y es la desolación, la pequeña muerte que se configura en los puertos de lo desconocido.

Un rinoceronte en la ciudad describe a la manera kafkiana, la metáfora de un sueño convertido en realidad: la decadencia de un hombre transformada en un pesado animal como el rinoceronte. La somnolencia e incomodidad del personaje son las respuestas inmediatas a su reflexión, y la transmutación surge nuevamente desde la vacuidad de la existencia.

Es a partir del cuento  Las niguas, donde se asoma sutilmente una voz quirogianay es la permanencia de unos ácaros en el cuerpo de la esposa del protagonista, que alimentan la desesperación y el temor en el hombre. El deseo de curarla y liberarla de alguna forma de esa convivencia fatal, no termina por ayudarla, y preso del desasosiego en el que se encuentra, decide matarla en silencio.

Cuy de monte se suma a esta narrativa de caos ante lo desconocido. La razón ya no es un medio seguro para enfrentar la realidad y el miedo se avizora en una pareja de esposos cuando se instalan en una cabaña lejana y descubren que unos animales salvajes guardan un espíritu tan primitivo como es la venganza.

En lo profundo revela una historia escalofriante, donde el temor del hombre hacia la modernidad se construye entre las redes subterráneas de una ciudad. Asimismo el recuerdo de la violencia se asoma  como un fantasma desollador que impide a sus habitantes regresar a la superficie de la tierra, y sobre todo a la idea de una nueva existencia.

Fenómenos psíquicos es otro de los cuentos mejor logrados en este libro, pues de manera concisa,  articula la ironía y la trascendencia del hombre en un solo acto. La inmortalidad no es un opción en la vida de un político, simplemente es un telón para demostrar la fragilidad de la existencia. No hay divinidades que salven al hombre, pero paradójicamente el “cielo” es el espacio tortuoso para imponer el orden en quienes hayan transgredido sus leyes.

Venganza presenta la historia de un hombre, cuya única forma de resarcir el asesinato de su hijo y de Lola, la encuentra en la muerte del aparente degollador. A este fango de pretendida justicia, se suma la traición, el dolor y la perturbación de una vida fútil.

En el cuento Prueba nuevamente la búsqueda del hombre por destacar entre los demás se hace presente. Esta vez son las ansías de un joven que para probar su valentía, tiene que aniquilar a un anciano. Sin embargo, los barullos de su conciencia no se lo permiten y termina por convencerse que no está preparado más que para enfrentar el miedo a sobrevivir.

Profesor de instituto describe la monotonía en la vida de un sujeto,  quien no tiene éxito en su vida profesional y busca lograr un ascenso a través del cumplimiento fidedigno de sus deberes. Sin embargo, este hombre nunca cuestiona la autoridad de sus jefes pues sabe que ese no es el camino paracambiar su status económico. De tal forma que la resignación se irá convirtiendo en la única vía de su existencia.

La Leyenda de la bestia narra la crueldad y los designios de una batalla sangrienta entre un rey húngaro y Vladesh, sujeto sanguinario, que al sufrir atrocidades desde adolescente por parte de su padre y luego, de sus adversarios, decide revelarse hasta eliminarlos completamente. Curiosamente estos mismos actos injustos, lo transformarán en un sobreviviente y héroe legendario de la guerra que permanecerá en la memoria de sus muertos.

El gen egoísta describe las nimiedades de la vida familiar, en el que la aparente docilidad de la madre y la apatía del padre son elementos incompatibles para el desarrollo de su matrimonio. A esto se suma una presunta infidelidad de la madre, agresiones y  conspiraciones que terminan por anunciar el  caos de la relación del padre con el hijo. Así, la violencia se envuelve en el meollo de la existencia y se fortalece a medida que se le conozca.

Colocha es la clase de cuentos que por alguna razón no deberían escribirse al final. Sin embargo, su posición se justifica dado el juego temático de la narrativa. En esta plano, la sensualidad del acento caribeño se entremezcla con el sexo  y es el amor, un personaje complementario de esta historia.

Presagio es el resultado del eco fantasmal de un hombre, cuya presencia únicamente se revela en el contacto corporal que tiene con la protagonista del cuento. Así, Luder es la muerte personificada en el polvo de los recuerdos que visitan cada madrugada los pensamientos de su amada esposa.

De esta forma, el corpus de Transmutaciones se ha ido completando. El miedo, el ego, la muerte, la resignación y  la venganza surgen como elementos desintegradores de la existencia, frente a la certeza de sabernos racionales y capaces de adaptarnos a lo que conocemos.

Con esta excelente prosa narrativa, Dennis Arias nos ha concedido el sueño de tener una propia existencia, una existencia más allá de las palabras.

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Dennis Arias Chávez (Arequipa) .Tiene un Master en Filología Hispánica en la UNED-Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid- España. Ha publicado cuentos en revistas tanto nacionales como internacionales. En el 2009 obtuvo una Mención Honrosa en la categoría cuento en el Concurso Literario de El Búho. Ese mismo año su cuento titulado “Noche serrana”, resultó finalista en la I Bienal de Arte «Víctor Humareda»; y  en el 2012, recibe una Mención Honrosa en el VIII Concurso Literario Bonaventuriano de Poesía y Cuento Corto organizado por la Universidad San Buenaventura de Cali, Colombia. Actualmente se desempeña como docente universitario en Arequipa.

Fuente: http://elbuho.pe/2016/09/05/las-ruinas-la-existencia-transmutaciones-dennis-arias-chavez/

La estética de los signos: “Cuando llegaron los wayruros” de Goyo Torres

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Goyo Torres Editorial Texao Arequipa, 2015 53 páginas

Goyo Torres
Editorial Texao
Arequipa, 2015
53 páginas

Por Giuliana Catari

Según el filósofo Jacques Ranciere, el vocablo Literatura no es el  nuevo nombre adoptado por las bellas artes  en el siglo XIX, sino es el nombre de un nuevo régimen de verdad, donde la veracidad del texto responde a una ruptura con la verosimilitud, en tanto sistema de lógica de acciones y reacciones determinadas. En este plano, lo literario se encontraría dentro un régimen estético, pues la verdad de la historia ya no repara en la importancia o acción del personaje, sino que está inscrita en la insignificancia del detalle, el sentido de lo que se lee estará en la misma textura de las cosas.

En este marco estético, surge Cuando llegaron los wayruros (Arequipa, Texao Editores, 2015), del escritor y docente arequipeño Goyo Torres, donde la historia sobre la guerra del Pacífico se replantea a través de un pequeño juego infantil. No interesa si la disposición de los elementos de este cuento se corresponden al discurso histórico, sino que  a partir de este doble juego del lenguaje (del texto y el mundo), la ficción deja de ser un simulacro limitado y se convierte en el nuevo escenario de la literatura, sustrayéndose del juicio de la verdad.

Esta nueva puesta en discurso se desarrolla paralelamente con la tradición oral y es el rumor de la ocupación del ejército chileno en el valle de Vítor, el móvil inicial que sostiene la historia a través de seis episodios. A su vez, la imagen de los chilenos asociados a la figura delwayruro, tanto en su indumentaria,  como proyectiles, resulta algo curiosa y simbólica pues trasgrede su significado como amuleto de protección y es el elemento bélico de unos niños.

En el episodio I: Juego de niños, la expresión inicial: ¡Alto ahí! conlleva cierto efecto de curiosidad y nos conecta inmediatamente con la intriga de la historia, sin reparar todavía en el imaginario infantil. Posteriormente, las descripciones y la voz del narrador en primera persona, acaba por resolver esta primera parte del juego. De otro, la frase: ¡Ay mamita, los chilenos! responde a una expresión de pánico, más que a la simulación del juego, convirtiéndose en el leimotiv del texto.

La posición de bandos: “…los de valle arriba asumían el papel de peruanos y el de valle abajo, el rol de los chilenos” (15), implica también un deseo de voz para los “vencidos”, pero sin legitimarse en esta historia. No interesa demostrar esa verdad en el discurso letrado para validarse la historia, sino el uso de estos elementos en la verdad del texto. Asimismo la conformación de los grupos por quince muchachos, y sus relativas funciones, revelan el entusiasmo y convicción por asumirse en el juego.

El episodio II: La ocupación, describe el desencanto del rumor hecho realidad: las huestes chilenas invaden tierras arequipeñas. El despojo de propiedades, la violencia encarnada en el sargento Barragán, crea el coraje, la rabia, pero también rompe la rivalidad de bandos en los niños y desarrolla la solidaridad entre ellos a través del cuidado de los animales.

El episodio III: Escenas de caza, narra el acecho de los chilenos en el campo vitoreño, el divertimento que les producía cazar cuyes silvestres y donde los niños se asumen como fieles observadores de sus andanzas. Empero, esta observación termina por casi matarlos, al mismo tiempo que sus ilusiones de victoria.

En el episodio IV: Cuidado con los animales, nuevamente el rumor es el actante de la situación, pero esta vez,  es el escuadrón peruano el motivo de preocupación para los chilenos “[…] Decían que eran los sobrevivientes del ejército que había combatido en Alto de la Alianza” (33). ¿Acaso era posible que la  historia de los vencidos tenga un nuevo rostro? Pese a esta buena noticia, el ejército chileno no dudaría en continuar su amedrentamiento contra los pobladores de Vítor, generando un cambio de actitud en los niños. Ellos tendrían que tomar una decisión tal cual un adulto lo haría: enfrentar su porvenir.

Así, en el episodio V: Jugando a la guerra, las ideas de confrontación, pasan del juego a una estrategia bélica: “[…] La cosa era simple: había que proseguir jugando a la guerra, solo que ahora  sería de verdad. Debíamos formar un ejército contra los soldados chilenos.”(39). Entonces, la única forma de hacer retroceder al ejército chileno era utilizar el rumor de que el escuadrón peruano ya estaba viniendo, una idea nada descabellada pero tenía que materializarse. Sin embargo, no tuvo mucho éxito y al tiempo que se acrecentaron los maltratos contra quienes lo creían, la peste también tuvo lugar. Los muchachos debían buscar otras formas de materializar ese rumor y convertirlo en una realidad. Por ello, buscaron  personificar al ejército peruano a través de sus minúsculos cuerpos adolescentes.

Ya en la parte última del juego: La batalla contra los wayruros,  la “representación” del ejército peruano, se suma al apoyo de los animales y comunidad, creando una polvareda de victoria para los pobladores, y consecuente huida del ejército  chileno. La aparente imagen del ejército peruano en tierras arequipeñas, es la resolución del conflicto. Sin embargo, la ausencia de Elena y la muerte del padre de la amada del protagonista, terminan por declinar su entusiasmo en este singular juego.

Curiosamente el Colofón termina por configurar la oralidad del cuento a través de la narración del abuelo del protagonista en el Asilo Lira, poniendo en tela de juicio lo contado inicialmente.

Es así que la magistralidad de cada línea del cuento, convoca una metáfora del mismo, el doble juego del lenguaje parece cuestionarnos como lectores del discurso histórico, pero a su vez, mantiene una verdad que solo puede ser respondida dentro del mismo texto. Cuando llegan los wayruros no se limita a la producción meramente ficcional, sino que a través del encadenamiento de palabras, los signos van adquiriendo cierta independencia del discurso histórico-positivista, para pensarse en la voz literaria del autor.

Sin duda, el autor ha logrado integrar adecuadamente los elementos orales y darles un lugar en el espacio de la escritura, sin despojarlos de su esencia tal cual como signos jeroglíficos. Retornando a las palabras de Ranciere: “el escritor es el nuevo antropólogo de esta nueva escritura y será quien recolecte los signos, los explore y dibuje la anatomía de una sociedad a través de ellos. Y eso es lo que ha hecho Goyo Torres.

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* Goyo Torres (Arequipa, 1964). Licenciado en Literatura y Lingüística por la Universidad Nacional de San Agustín. Ha publicado: El amor después del amor (2002), Técnicas narrativas(2004), Cómo motivar la lectura: ensayos de literatura, educación y sociedad (2005). Con el trabajo Polifonía del silencio: la literatura en los últimos diez años en Arequipa (coautor) ganó el Premio Ensayo organizado por Promolibro del Ministerio de Educación(2006) y con la novela Espejos de Humo (2010) quedó finalista del Concurso de Novela Breve de la Cámara Peruana de Libro y con ¡Hierbasanta, hierbasanta!. Posteriormente ganó el Copé de Bronce en la XVII Bienal de Cuento Copé 2012. Actualmente, es docente en la Escuela de Literatura de la UNSA.

La arquitectura de la poesía: Jossimar Cavalier Gonzales y su “Diseño de interiores”

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Jossimar Cavalier Gonzales Ed. Vivirsinenterarse Lima, 2015 52 pág.

Jossimar Cavalier Gonzales
Ed. Vivirsinenterarse
Lima, 2015
52 páginas.

Por Giuliana Catari:

“La palabra, una vez suelta, jamás se recupera”, dicha reflexión de Horacio, el vate latino, revela de manera precisa, el ars poética del que está compuesto Diseño de interiores, primer poemario del docente y ahora poeta, Jossimar Cavalier Gonzales (Lima).

Diseño de interiores (Lima: Ed. Vivirsinenterarse, 2015), es una propuesta estética, donde las reflexiones del yo poético y los espacios habitacionales se amalgaman en una sola palabra: morada. Cada habitáculo de la residencia es una imagen de autopoiesis que se deconstruye mediante la introspección del sujeto hacia la búsqueda de su pasado, como una forma de adaptación en la organización existencial.

De tal forma, que la esencia del yo poético va definiendo (modelando) las bases sólidas de la arquitectura habitacional, y es la palabra que delimita la estructura del proceso reflexivo a través de tres dimensiones: La primera parte: Construyendo tu silencio es el pórtico inicial de los recuerdos que nos invita al paisaje cotidiano del hogar, la modernidad y la au-esencia de la amada. El poema Azotea personal juega con los símiles del sustantivo ─en tanto razonamiento y área superior del ambiente lírico─, vislumbrando una carga irónica y de sarcasmo del yo poético: “…La sala ausente de pasos sirve como espacio vital para practicar/ El deporte democrático por excelencia: Perder la memoria a través del lindo aparatito. Aplicar la extroversión de siempre” (19).

Diseño mi interior contigo y sin ti, la segunda dimensión reflexiva revela a mayor escala el efecto del tiempo en la proyección del poeta. Las calles, los bares y rockolas son testigos remanentes de su historia y es la imagen de su musa, quien complementa los espacios de su soledad: “Entro en tu cuerpo, en tus entrañas, en cada fibra anatómica/De tu piel. /Me imagino recorriendo tu espacio-tiempo/Tus horas transcurridas, tu masa, tu volumen” (31).

Paradójicamente, la no presencia de la amada se convierte en una parte elemental del constructo poético, una ventana de placer y erotismo que se oculta tras la voz de un cuerpo imaginario. Es decir, su ausencia no significa la inexistencia en la vida del yo poético, sino el esbozo redentor de su esperanza.

Finalmente, la tercera dimensión del libro, nos conduce hacia un Hall de sensaciones, una conexión de cavilaciones que entretejen la cotidianeidad del poeta, donde la fugacidad de lo real se ve reemplazada por la necesidad de crear espacios tecnológicos. Sin embargo, dicha inmediatez del poeta remite también la honestidad de sus pensamientos, conjugados en equidad y ternura, sin la banalidad de falsas pretensiones. Así el poema Pisapapeles señala:

“Señores críticos, lo que se escribe se vomita, lo que se dice en el/Papel se queda en el papel, porque así como Heraud, mi verso/Es un río que recorre nocturnidades y casas, corazones y besos, muslos y piernas.”(44).

Por ello, la sencillez del lenguaje y el justo despliegue de figuras y neologismos en torno a la construcción de esta morada poética, denotan la agudeza de la voz lírica y el equilibrio de sus percepciones. Así, Diseño de Interiores, traduce de manera fidedigna los senderos de la añoranza personal y colectiva del poeta, remarcándolos como el “santuario de sus recuerdos” y el pasaje interior hacia una nueva etapa reflexiva. Sin duda, una visión integral que Cavalier inaugura en el tránsito de la poesía y que trasciende a la imagen testimonial de sí mismo.

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* Jossimar Cavalier Gonzales (Lima). Estudió Literatura en la Universidad Nacional Federico Villarreal (UNFV). Actualmente sigue la Maestría en Literatura Hispanoamericana en la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), y sus intereses académicos giran en torno a la narrativa de Sebastián Salazar Bondy.

Fuente: http://elbuho.pe/2015/08/13/la-arquitectura-de-la-poesia-jossimar-cavalier-gonzales-y-su-diseno-de-interiores/

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La nostalgia como acción y re-acción: “Voz de hilo” de Carlos Castañeda Peralta

Voz de hilo Carlos Castañeda Peralta Ed. Vivirsinenterarse Lima, 2015 37 páginas

Voz de hilo
Carlos Castañeda Peralta
Ed. Vivirsinenterarse
Lima, 2015
37 páginas

Por Giuliana Catari:

“Tengo que darles una noticia negra y definitiva. Todos ustedes se están muriendo”, estos versos iniciales de E. A. Westphalen  aperturan de manera  inteligible  y paralela la publicación de Voz de hilo (Lima, Ed. Vivirsinenterarse, 2015), flamante poemario  de Carlos Castañeda Peralta (Lima).

Desde el título, asistimos a la “destrucción” del yo, una voz no definida aún por el poder de la muerte, ni delimitada por su tradición histórica, pero que oscila permanentemente entre los tejidos de la nostalgia, la autocontemplación y la impotencia social. Así, deshilvanar rápidamente el  unísono de su voz a los filamentos mortuorios, implicaría confinarlo a las bases de la lírica familiar, habitual e intimista. Empero, su discurso poético radica en el  proceso de su desplazamiento personal hacia un corpus colectivo, en tanto construcción de resistencia verbal e ideológica a la idiosincrasia social.

En la primera parte: La augusta hora, la voz inicial se traduce en una solemnidad de lo vivido, donde la nostalgia se desenvuelve entre la humareda y la tristeza del hogar: “Humeantes. Mantel blanco envuelve las cucharas/ […] El día herido por una flecha y calles solitarias se enfrían de a pocos” (15). Posteriormente, esta añoranza del retrato familiar construida a la manera valdelomariana, enfrentará la tolerancia del sujeto con la “muerte” de su historia (familia), dando paso a la génesis de su violencia. Es decir, el yo poético transita del entorno apacible y costumbrista a las vallas ideológicas de sangre y comunidad: “Son breves los días de sol en nuestra cara, / ver nacer tus pasos cortos, brincar aquellas gradas que vibran         cantan. / Sigo pensando tu nombre detrás de la puerta. /Aderezas una foto del verde manto de Cajamarca” (20).

Asimismo, la luz como símil de redención y esperanza se verá contrapuesta a la noche como elemento revolucionario y derrotero de sus pensamientos, que a su vez alberga el residuo fantasmal de sus amores y ambigüedades (sangre –raza – familia).

Desde la segunda parte: Lamentos del Partisano, el imaginario de comunidad y lo consanguíneo conlleva un sentido más comprometido a partir del tropos de Mamaé, la abuela del yo poético: “(…) ¡Oh! Mamaé /en que rincón escondido dejaste pasar los años/olvidar tu cuerpo inclinado/entre tus piernas, un beso” (25).

Mamaé regresa del lugar de su historia, de lo concertado por otros,  para emerger como portavoz del silencio frente a la violencia narrada, confrontándose con la mirada del yo poético. Así, adquiere una dimensión mayor a la de los muertos y evidencia una inquietud a través del yo poético: “¿Cuál es el sentido correcto?/ ¿No eres tú la flor de Acho o confundes tus pasos en las veredas de Surco?”(26).

La contínua interpelación del yo poético con su abuela permite resemantizar la posición original del retrato familiar, pues esta voz de hilo atraviesa también a sus ascendientes, como una fibra delgada, apenas visible a los ojos del ciudadano y receptor. Por tanto, no es solo la dicción de un posible lamento o la melancolía del objeto perdido, sino hay un cuestionamiento durante este proceso: el puro fingimiento de no entender el entorno, evidencia una crisis del sujeto y por tanto una consecuencia: el pasado nostálgico “(…) Cajamarca pudo ser, pero se aleja” (27).

A esta carga colectiva se suma la imagen del partisano, figura de sacrificio que resiste en la clandestinidad de su propia historia y muestra el lado “amable” de la muerte. Aquí, la resignación no es un lugar para la historia  del yo poético, es un estado de autocontemplación que inquiere el espíritu de los vencidos y construye su camino reflexivo por medio de la ironía.

La tercera y última parte: A la  sombra de una flor, es una cavilación más sólida del poemario porque complementa y reafirma el concepto de la nostalgia como medio de acción y re-acción: “Reflexionar el mundo ensimismado/es ausencia de libertad. Verdad material, sustancial. / No singularidad redonda/ solo es recorrer el tiempo lineal/ascendente (33)”.

No basta pensar sobre el discurso escrito, pues es reducirlo a una voz reincidente en el dolor, determinándolo, víctima de su esclavitud histórica. Es necesario romper con el subjetivismo del yo poético y social para así deconstruir el tiempo lineal del discurso histórico y trascenderlo a las nimiedades de lo cotidiano.

Esta filosofía de lo atemporal que enfatiza Castañeda, se trasluce en los versos “Sentirse impotentes y morir de la espera/valores son de humanidad/ La consecuencia en actos es el peso de nuestras culpas” (35), pues  incluso lo moral y lo humano son recursos insuficientes ante la hostilidad del mundo. El amor, la ternura y los sueños son elementos utópicos que se ponen entre dicho  y sugieren la necesidad de una certeza: “La libertad es una conquista y/ el sacrificio, la perfecta escuela”.

Dichos versos refieren un territorio intelectual conocido, estático y dominante en tanto conocimientos acumulativos y de imitación. Sin embargo, ¿cuál es la posición del yo poético frente a este devenir de su realidad?, acaso sumarse a la acción inmediata para darle pie al discurso de su voz y la de sus ascendientes. Considero que el interés de la voz poética, inquiere algo más que la poesía. No es el verbo el lugar de reclamo, sino es el estado, la voz misma que ironiza desde su condición de yo observado. Por tanto, “Cimentar el mundo con tu verbo de hierro” denota la ruptura de lo ideológico con las palabras para entrelazar cuidadosamente cada fibra del verso con la creación de un nuevo sujeto.

En conclusión, Voz de hilo alcanza una apertura novedosa del lirismo contemporáneo,  no solo por el esteticismo y el uso de neologismos, sino porque en su contenido poético, pone en juego la crisis de las palabras en tanto representación mismas, a partir de un estado nostálgico y autocontemplativo, para luego desplazarse a una reacción permanentemente sutil, pero firme en la deconstrucción de un sujeto.

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* Carlos Castañeda Peralta: Estudió Literatura en la Universidad Nacional Federico Villarreal (UNFV) y la Maestría en Literatura Peruana y Latinoamericana en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM). En la actualidad dirige la revista de crítica y creación literaria En la Sala de Espera.

Fuente: http://elbuho.pe/2015/06/13/la-nostalgia-como-accion-y-re-accion-voz-de-hilo-de-carlos-castaneda-peralta/