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La arquitectura de la poesía: Jossimar Cavalier Gonzales y su “Diseño de interiores”

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Jossimar Cavalier Gonzales Ed. Vivirsinenterarse Lima, 2015 52 pág.

Jossimar Cavalier Gonzales
Ed. Vivirsinenterarse
Lima, 2015
52 páginas.

Por Giuliana Catari:

“La palabra, una vez suelta, jamás se recupera”, dicha reflexión de Horacio, el vate latino, revela de manera precisa, el ars poética del que está compuesto Diseño de interiores, primer poemario del docente y ahora poeta, Jossimar Cavalier Gonzales (Lima).

Diseño de interiores (Lima: Ed. Vivirsinenterarse, 2015), es una propuesta estética, donde las reflexiones del yo poético y los espacios habitacionales se amalgaman en una sola palabra: morada. Cada habitáculo de la residencia es una imagen de autopoiesis que se deconstruye mediante la introspección del sujeto hacia la búsqueda de su pasado, como una forma de adaptación en la organización existencial.

De tal forma, que la esencia del yo poético va definiendo (modelando) las bases sólidas de la arquitectura habitacional, y es la palabra que delimita la estructura del proceso reflexivo a través de tres dimensiones: La primera parte: Construyendo tu silencio es el pórtico inicial de los recuerdos que nos invita al paisaje cotidiano del hogar, la modernidad y la au-esencia de la amada. El poema Azotea personal juega con los símiles del sustantivo ─en tanto razonamiento y área superior del ambiente lírico─, vislumbrando una carga irónica y de sarcasmo del yo poético: “…La sala ausente de pasos sirve como espacio vital para practicar/ El deporte democrático por excelencia: Perder la memoria a través del lindo aparatito. Aplicar la extroversión de siempre” (19).

Diseño mi interior contigo y sin ti, la segunda dimensión reflexiva revela a mayor escala el efecto del tiempo en la proyección del poeta. Las calles, los bares y rockolas son testigos remanentes de su historia y es la imagen de su musa, quien complementa los espacios de su soledad: “Entro en tu cuerpo, en tus entrañas, en cada fibra anatómica/De tu piel. /Me imagino recorriendo tu espacio-tiempo/Tus horas transcurridas, tu masa, tu volumen” (31).

Paradójicamente, la no presencia de la amada se convierte en una parte elemental del constructo poético, una ventana de placer y erotismo que se oculta tras la voz de un cuerpo imaginario. Es decir, su ausencia no significa la inexistencia en la vida del yo poético, sino el esbozo redentor de su esperanza.

Finalmente, la tercera dimensión del libro, nos conduce hacia un Hall de sensaciones, una conexión de cavilaciones que entretejen la cotidianeidad del poeta, donde la fugacidad de lo real se ve reemplazada por la necesidad de crear espacios tecnológicos. Sin embargo, dicha inmediatez del poeta remite también la honestidad de sus pensamientos, conjugados en equidad y ternura, sin la banalidad de falsas pretensiones. Así el poema Pisapapeles señala:

“Señores críticos, lo que se escribe se vomita, lo que se dice en el/Papel se queda en el papel, porque así como Heraud, mi verso/Es un río que recorre nocturnidades y casas, corazones y besos, muslos y piernas.”(44).

Por ello, la sencillez del lenguaje y el justo despliegue de figuras y neologismos en torno a la construcción de esta morada poética, denotan la agudeza de la voz lírica y el equilibrio de sus percepciones. Así, Diseño de Interiores, traduce de manera fidedigna los senderos de la añoranza personal y colectiva del poeta, remarcándolos como el “santuario de sus recuerdos” y el pasaje interior hacia una nueva etapa reflexiva. Sin duda, una visión integral que Cavalier inaugura en el tránsito de la poesía y que trasciende a la imagen testimonial de sí mismo.

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* Jossimar Cavalier Gonzales (Lima). Estudió Literatura en la Universidad Nacional Federico Villarreal (UNFV). Actualmente sigue la Maestría en Literatura Hispanoamericana en la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), y sus intereses académicos giran en torno a la narrativa de Sebastián Salazar Bondy.

Fuente: http://elbuho.pe/2015/08/13/la-arquitectura-de-la-poesia-jossimar-cavalier-gonzales-y-su-diseno-de-interiores/

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La metáfora de la historia: Hombres del sol de Carlos Flores-Guerra Portillo

Por Giuliana Catari:

Carlos Flores-Guerra Portillo Cascahuesos Editores Arequipa, 2014 115 páginas

Carlos Flores-Guerra Portillo
Cascahuesos Editores
Arequipa, 2014
115 páginas

Tras un vida intensa de actividades multifacéticas, el docente y ahora escritor Carlos Flores-Guerra Portillo (Puno, 1972), debuta en el escenario literario con el título Hombres del sol (Arequipa, Ed. Cascahuesos, 2014), una excelente novela que nos remonta a la piedra angular de nuestra historia prehispánica y los orígenes de la violencia.

Las descripciones de lugares místicos, la presencia de lo foráneo y andino y el lenguaje de la ayahuasca, constituyen la atmósfera adecuada en el registro histórico  a través de un objeto singular: el medallón dorado y sus poderes ancestrales. Sin embargo,  confinar el eje narrativo a una sola temática, sería desmerecer su sentido colectivo y la carga misteriosa que adopta cada pasaje literario.

Así, la historia de Gunter Henninger, un ex oficial nazi y la permanente búsqueda de este tesoro incaico de parte de un grupo judío, traspone el conflicto histórico no solo de  una generación, sino conlleva la angustia de un sujeto perseguido: Fabián Contreras, quien por el ser el último miembro generacional de su familia, no se exime de esta memoria violenta y que a su vez va deconstruyendo  los rezagos de sendero luminoso en el país. Asimismo, el tópico de venganza por la desaparición de su padre es una arista que lo interpela directamente con el sistema político de nuestra sociedad.

Cabe resaltar que esta imagen de lo perseguido se evidencia desde la figura de Mario Contreras, padre de Fabián, quién desde  niño concibe dicha amenaza como una sensación inexplicable pero vital. Ese “miedo” inevitable del personaje por los raíces de su historia asoma cada viaje y se nutre sutilmente en las relaciones de familia, pareja y  patriotismo.

La transición de lugares que va desde Alemania, España, Paraguay y Perú, especialmente Cusco y Arequipa, revelan también el proceso psicológico de los personajes a través de los múltiples diálogos con cada ciudad visitada. Si Arequipa tiene la esencia de ser la “Ciudad de los Volcanes” y Cusco, el misterio de un código secreto, Ayacucho es el espacio del desencuentro y la violencia, no por solo por tradición histórica sino por cuestiones aprehendidas. Cada ciudad es un personaje que se ha definido por su construcción cultural, su posición frente a otras se alude siempre desde la óptica del Otro. Por tanto, un panorama disgregado y fragmentado es fácil de domesticar por el poder del discurso positivista.

Es notorio el énfasis del autor por señalar el Cusco como lugar de muerte y vida, de batallas perdidas, de discursos vacíos, pero que reclaman un espacio en la memoria de la colectividad. Los amores del espíritu aventurero de Fabián, también se amalgaman en esa búsqueda de lo enigmático; lo bello y oscuro se materializa en esa mujer-ciudad, complementándola con los rituales de ceremonia y dolor que entretejen la visión performativa de Fabián en la situación de prófugo de su misma historia.

De otro lado, la conjugación no solo referentes históricos y geográficos, sino de personajes literarios como Carlos Oquendo de Amat y César Vallejo ─en tanto semblanza e influencia de su calidad poética─ enriquecen el bagaje cultural de esta historia, así como los intereses del autor por el cine y el alter ego de su personaje.

Sin embargo, Fabián Contreras no es otro arquetipo en la construcción de la novela, es una síntesis de mestizaje ─bávara, español y chanka─ donde los ejes del campo y la ciudad, lo libre y lo establecido, trastocan el laberinto de su propia historia, pues es él un intercesor entre dos políticas culturales: Europa y América, que a su vez d-enuncia una historia incompleta, dentro de la misma Historia. Valga diferenciarlo de un agente conciliador que armoniza dos discursos opuestos como lo fue Garcilaso de la Vega.

Ya el crítico  literario y filósofo alemán Walter Benjamin refería el análisis  del pasado  a partir del presente, criticando la idea del tiempo como algo homogéneo, estático o lineal. La única forma de deconstruir la historia es a través de un devenir no temporal,  una dialéctica que necesita una réplica y respuesta. Así, Fabián esboza las líneas de los conflictos sociales y políticos a través de la memoria y no de la historia, como discurso establecido.

El símbolo del medallón incaico y el hecho de no ser poseído por alguien apunta hacia lo oculto, describe una estrategia, una idea metafísica contra el poder no solo de lo simbólico sino de lo que aún no vemos. Tras la valla de los hechos insólitos, la historia es otra forma de violencia inscrita en la estética de lo ilustrado y racional, en términos de Slavoj Žižek, una violencia objetiva. En consecuencia, no se necesita ser héroe para cambiar el discurso de la historia solo el espacio para replantearlo desde su mismo contenido.

Por ello, Carlos Flores Guerra-Portilla es un escritor que equilibra magistralmente el discurso de lo metafísico y lo no tan místico. En ese ámbito, el manejo hábil del lenguaje, la trama ingeniosa y la naturaleza contemplativa de su prosa conllevan una realidad literaria donde la historia es una metáfora más, es el mismo personaje de lo que otros han narrado. Sin duda, esta  apuesta por el libro es una travesía fascinante del que auguramos una próspera continuación.

 

 

Juan Cristóbal. La última “canción” de un poeta.

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Por Giuliana Catari:

Tras más de 50 años dedicados a la producción literaria y luego de publicado su último poemario “Desde una aparente serenidad”, el audaz y controversial poeta Juan Cristóbal reafirma su retiro de la poesía, teniendo en su haber elogiosos poemarios como: “El Osario de los Inocentes”, “Estación de los desamparados, “La isla del Tesoro”(al alimón con Jorge Teillier), “Los rostros ebrios de la noche”, “En los bosques de cervezas azules: Antología 1971-1999”, entre otros.

En esta última entrevista, el vate peruano y Premio Nacional de Poesía nos recibe en la tranquilidad de su casa para conversar sobre la poesía, producción literaria y su despedida del campo lírico.

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Eran cerca de las tres de la tarde y aún no atinaba con la dirección de su casa. La inquietud y mis ganas de conocerlo intentaban jugarme un desliz para este tertulia literaría. Sin embargo, este albur del destino no impediría mi camino por las estrechas calles de Magdalena, como testigos fieles del encuentro con uno de los más grandes poetas de la generación del 60. A pocos metros de la avenida, me esperaba Juan Cristóbal. Me sentí afortunada.

Ingresé en la pequeña sala. La habitación rodeada de cuadros del Che Guevara, fotografías familiares y literarias y el sonido de las palomas revoloteando sobre el tejado de una tarde limeña creaban la atmósfera necesaria para el inicio de nuestra conversación.

Poesía y generación

De entrada la pregunta crucial que sobrevuela mi interés sobre su labor literaria era conocer el significado de la poesía para el vate peruano: “Es una síntesis, una posibilidad de encuentro con el inconsciente”, me responde. “Una interacción compleja de lo interno y de relación con los problemas sociales”. Según Juan Cristóbal la definición implicaba múltiples puntos de vista, dependiendo de cómo cada poeta lo asimile en una forma de vida.

En cuanto refiero mi pregunta sobre la generación de poetas del 60, JC esboza una leve sonrisa pues son pocos los poetas que considera en este grupo, destacando la figura de Juan Ojeda como alguien consecuente y de convicción: “Recuerdo que aunque la crítica de entonces no lo reconocía como tal -pues no formaba parte del poder cultural como Hinostroza, Marco Martos o Cisneros- la compañía y reconocimiento de algunos amigos como el poeta Julio Nelson, entre otros, nos permitió establecer una amistad más cercana. Él murió muy joven pero demostró siempre entereza por la poesía en la vida y eso es algo que no se puede olvidar”, dice JC.

Los rostros ebrios de la noche

Este poemario que le valió un Premio Copé en 1997 representa no solo un galardón en su poesía sino una etapa importante de su vida: “Con este libro inicio un marcado distanciamiento con el surrealismo no solo por el lenguaje sino también por los tres factores que influyeron con la realidad de mi vida: Primero, por el tiempo que estuve en prisión y conocí a mi esposa; segundo, por la militancia política de izquierda; y tercero, porque me acerqué a una realidad muy triste y dura”, nos dice el poeta. El poemario conlleva un lenguaje marginal y de sentido colectivo, donde el poeta confiesa haberle reprochado a la poesía sobre su realidad y su aparente conformismo con la sociedad. Un enfrentamiento visceral que trasciende al mismo lenguaje poético y que reclama la voz de estos personajes que transitan en la clandestinidad y se descubren a través de la experiencia del poeta.

A propósito de esta experiencia el vate recuerda una anécdota: “Caminaba una de esas noches por la Avenida La Marina con ganas de beber una cerveza con alguien, cuando me encuentro con unas de estas “muchachas” y la invito a beber conmigo, pero le aclaro que solo esa es mi intención y no quiero otra relación. Ella me acepta y empezamos a conversar, le pregunto si alguna vez pensaba dejar este trabajo, ella no se inmuta y responde que sí, le gustaría tener una familia y empezar otra vida, pero que no era fácil pues tendría que tratarse con un psicólogo y eso implicaba muchas cosas”. La lucidez de la muchacha me impactó y ayudó mucho en mis reflexiones posteriores sobre la calle y la realidad.

Por eso: “A diferencia del grupo “Hora cero” que también denota un lenguaje popular, en ese libro busco la profundidad de lo cotidiano y lo marginal hasta encontrarme con esa realidad desconocida sin afanes de postura superfluas”, agrega el poeta.

Periodismo, testimonio y política

Todos murieron” de 1987 es uno de los libros de corte periodístico en la que JC hace un análisis del genocidio” sucedido en los penales del Frontón. Este libro se constituye como una fuente testimonial de la violencia de la época y a partir de ello complementará con su poesía. “Creo que el escritor como ser humano es un ciudadano que tiene responsabilidades no solo con la poesía sino con la sociedad”, afirma el poeta.

Después de aquella frase comprendí mejor la importancia de la posición ideológica que debe tener un poeta o individuo con su realidad. JC como militante socialista no escatimaba sus convicciones políticas sobre el panorama político del Perú: “En el Perú solo existen dos grupos de izquierda: la seudo – izquierda representada por una burocracia nacionalista, mientras que la segunda es una lucha revolucionaria constituida por la violencia y barbarie de los tiempos. Es decir, aún no existe una fuerza de izquierda que represente al Perú y siga creyendo en el socialismo”, sostiene con energía.

Jorge Teillier y “La isla del Tesoro”

El apellido Teillier suena en la voz del poeta peruano como el canto de un jilguero en madrugada. “Era un hombre muy culto, tierno e inteligente”, indica el poeta. El recuerdo lo invade y la mirada se pierde en los ojos cansados de la belleza de la infancia.

La relación de JC con el poeta chileno fue de vital importancia para su vida y poesía pues desde que se conocieron en 1965 encontraron muchas afinidades literarias. De allí el surgimiento de un extraordinario poemario epistolar “La Isla del Tesoro”, una serie de correspondencias construidas durante 30 años y que por las circunstancias hostiles que vivieron ambos poetas, lo hicieron a manera de códigos filibusteros y de piratas. La trascendencia de este poemario era porque escapaba de lo personal a lo literario y lo político: “Por eso gritamos, como caballos desbocados en el viento: ¡Vivan las lágrimas lentas de los pobres! ¡Abajo las retamas y los resplandores morados del infierno!”.

Le comento a JC sobre Los poetas de los lares, un ensayo de Jorge Teillier que propone una visión desmitificadora de la poesía chilena y busca ir más alla del yo romántico poético -como Huidobro, Neruda y Pablo de Rokha- e intenta que seamos observadores simples del universo. Una visión que JC también comparte pues para él ese lenguaje nos acerca a la realidad. “El lenguaje poético de Teillier usa el hablar de los seres anónimos, donde la voz cotidiana expresa también una esencia poética”.

Libros, momentos y poesía

En este punto del diálogo, JC se lleva las manos al rostro y los frágiles dedos acarician la barbilla blanca del poeta con ligera incertidumbre. La cuestión de definir cuáles eran los textos vitalicios en la etapa de su poesía implicaba resumirla -mas no reducirla- a cuatro momentos que él considera: El primero sería “Osario de los Inocentes” por el despliegue del lenguaje surrealista; mientras que “La Isla del Tesoro”, “Poblando los Silencios” y “Desde una aparente serenidad” constituyen lo real, el sentimiento de la muerte y la nostalgia del futuro en el arte poética del autor.

Desde una aparente serenidad (Lima, Tribal, 2014)

El título del poemario sugiere una leve ironía del libro desde el espacio del poeta y su mirada, asi como la distancia desde la que ahora me observa en el sillón de madera: “Mi decisión de esta despedida se resume en este poemario, como parte de un viaje interior de más de 50 años, una reflexión que apunta a un espacio más para con mi familia, mis nietos, la vida que algunas veces no pude disfrutar”, dice el poeta. Sus palabras se aligeran de la carga de los años y transmite la lucidez de quien no reclama volver al pasado sino recordarnos esa nostalgia.

Esta última publicación va dedicado a Juan Gonzalo Rose, poeta que tuvo mucha influencia como Teillier en su adscripción poética y está llena de reflexiones íntimas y de sentido colectivo, que apelan a la memoria, la incertidumbre como una forma de conocimiento y se convergen en la lucidez de su experiencia como lo dice uno de sus versos: “un poeta/no es el que escribe como un naúfrago salido de un sueño(…), sino el que puede decir/(…)”no conozco la muerte/pero abro todas mis puertas y ventanas/para estampar firmemente mi desdicha”.

Entre otros poemas de libro existe uno denominado “Póstumo”, una revelación que acompaña al poeta desde el 2011 y que sin embargo perdurará en la posteridad de los días.

Confesión

Las horas pasan y el silencio de las palomas indican el sonido morturio del tiempo. Esta última palabra me remite a la variable condicional: hubiera…JC lo sabe perfectamente, por eso cuando le pregunto sobre qué le hubiera gustado ser, me responde con voz trémula: “Mi anhelo era ser guerrillero, pero me faltó más entereza”. Confiesa también si tuviera algo qué mejorar en su vida, sería el de ser un mejor hombre, padre y esposo”.   Un deseo que probablemente logre con el pasar de los años así como con la sensatez con la que ha llegado hasta ahora.

Sé que mi retiro se aproxima por el advenimiento de las sombras. Guardo la cámara de video en su estuche, no sin antes despedirme con esa imagen precisa que le atribuyó el poeta chileno Jorge Teillier a Juan Cristóbal en un poema: la de “Leyenda” porque en ese entonces el seudónimo de nuestro vate peruano aún no tenía mucho reconocimiento, pero que en palabras sabias del mismo Teillier, le dijo: “tu nombre en la posteridad sería Leyenda”. Un vaticinio con el que todos coincidimos.

 

 

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“Misivas de la Nueva Albión” de Raúl Bueno

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Misivas de la Nueva Albión Raúl Bueno Cascahuesos Editores 60 páginas

Misivas de la Nueva Albión
Raúl Bueno
Cascahuesos Editores
60 páginas

Por Giuliana Catari:

Una de las características de la generación poética del sesenta es la asimilación de la poesía peninsular y la renuncia a la objetividad, tanto emocional como social. Raúl Bueno (Arequipa, 1944), poeta de esta generación y destacado crítico literario, escapa a esta característica porque reinterpreta el imaginario moderno de inicios de siglo, a partir de la simbiosis de la cultura. Marca así una diferencia con poetas limeños como Cisneros, Hinostroza o Hernández.

El poemario Misivas de la Nueva Albión (Cascahuesos Editores, 2014) – que reúne la última producción de Bueno- nos invita a un diálogo sobre la cartografía de un poeta y su condición de exiliado en Norteamérica. El título remite a esta forma de “correspondencia” que permite el uso reflexivo de las palabras que llegan al receptor y, a su vez, un tono espontáneo, confesional y narrativo. El término Albión cobra un significado dialéctico en relación al subtítulo del libro: Ventanas al Sur – 1987-2007, 2014. Estamos pues ante Norteamérica y Arequipa, lugares a los que el poeta trata con ironía y nostalgia.

El libro se divide en dos partes. En la primera, los versos dan cuenta de la importancia del ejercicio experimental y sensorial para el poeta como forma de realización personal y encuentro con la poesía. El autor no busca romper con lo tradicional sino crea una posición reflexiva a través de la re semantización cultural desde perspectivas heterogéneas.

El poema “Casi un arte poética” es un himno a la propia poesía, pues evoca su presencia en imágenes estacionales de serenidad y sosiego que, finalmente, convergen en la plenitud de la palabra y la voz del poeta. Nos dice: “… poesía / lumbre de la memoria / grito del tiempo, agua de sed eterna / vienes / como un relámpago de pupilas y médulas / a tallar la enmudecida piedra” (12). Mientras que el poema “Memorias del porvenir, año 51”, marca el inicio de las misivas familiares y el viaje por el almanaque de los recuerdos: los lazos arequipensis, la cotidianeidad de los oficios y la alegoría al paisaje neo inglés. Todo ello descrito con ironía y magistral sutilidad: “Nunca sabré / si el gran ciervo ha oído ya el tronar de los fusiles / y ya salta sobre el riachuelo, haciendo vía / entre los rojos helechos y las zarzas de otoño” (15).

“Albores de Primavera en Lyme, NH (o los cristalillos del alma en Arequipa)” muestra el diálogo que Bueno plantea en relación al sur peruano –lo andino– y el sur europeo. La Nueva Inglaterra es “un horizonte de montañas blancas”característica propia de los acantilados de Dover, que es la primera imagen que se vislumbra al aproximarse al sur de Inglaterra; mientras que el sur arequipeño es un horizonte rodeado de riachuelos, naturaleza e infancia que simbolizan el retorno de la memoria. En ambos lugares sureños se congregan espacios de refugio y reflexión: “La ventana es más amplia que nunca y a ella / se asoman todas las colinas azules de Vermont. / Beatrix: / ¿Podrías figurar aquí mismo un cerco de volcanes / tropicales / y un aire azul, de altura / y un cielo de tenues respiraciones?” (16-17).

La segunda parte del libro está orientada a una sensibilidad más crítica y de desengaño frente a la sociedad capitalista a través de fascinantes figuras como las series de poemas del osezno y el caballo muerto. En “Trofeos de caza” —la muerte de un osezno— se cuestiona el lugar del hombre entre la modernidad y la naturaleza, la tradición y la vanguardia, la permanente lucha del civilizado y el caos de su encierro simbólico. Lo innato e inocente se mantienen suspendidos entre la fuerza de lo desconocido y el peligro del olvido. Ser dueños de nuestro raciocinio no es suficiente para vivir, el anhelo de la libertad está en nuestro exilio: “No entendía nada. Es decir, habría intentado / entenderlo todo (…) / pero nada de eso habría tenido sentido para él” (34).

“Nosotros, los de ahora”evoca el tiempo transcurrido, la contemplación del yo poético en las voces de la vida, donde la meditación va más allá de lo cronológico y alcanza el amor, la reminiscencia y la fragilidad de lo escrito. Aquí el tiempo del exilio se torna a veces grato y otras, dócil con el movimiento perpetuo de los recuerdos. “No cuenta el tiempo que urde / las trampas del continuo movimiento / y su dócil memoria mansamente / a flote / porque somos los mismos, porque / nosotros los de ahora siempre somos aquéllos / (y no cuenta Kavafis y su triste memoria rota)” (49).

Raúl Bueno no aparta los ojos de la violencia política, pues en el poema “El enemigo principal” denuncia los atisbos literarios, la miseria democrática y la aparente salvación de la cultura. Su lucidez poética no escatima es mostrar esta inconformidad con el contexto y la historia del país y es un llamado a asumir una posición crítica. “Interrumpimos esta clase para favorecer la / revolución. / El intelectual que no se suma a la guerra / es el enemigo principal” (57).

Ya Antonio Cornejo Polar recordó que los sujetos migrantes tienen un discurso “descentrado” porque pueden hablar desde varios lugares. Así, en este poemario, Bueno transita por la ruta de la memoria desde el sur inglés hasta el sur arequipeño. El sujeto del exilio observa con quietud y añoranza su cosmopolitismo, mientras que el sujeto de su pensamiento recuerda que el espacio y el tiempo se construyen sobre la base de la tradición heredada.

Sin duda este libro es un homenaje al argos arequipensis, un viaje a las tierras literarias que han marcado al poeta y que pronto devuelve el polvo del lenguaje. “Polvo de polvo / viajando entre las nubes más altas / para terminar morando en tierra sin residencia fija / en bosque, o llano, o río, o mar insospechados” (60).

*Raúl Bueno: (Arequipa, 1944) Estudió en la Universidad Nacional de San Agustín, que le otorgó un doctorado en lengua y literatura. Entre 1997 y 2009 ha sido director de la Revista de Crítica Literaria Latinoamericana (RCLL). Ha publicado Viaje de Argos y otros poemas (Arequipa, 1964), De la voz y el estío (Lima, 1966), Lección de anatomía (Lima, 1981), Lengua de vigía &Memorando europeo (Lima, 1986). Tiene inéditos los poemarios Crónica de Babel (ex diario de Caracas), Lección de anatomía, Lira prestada y Mester de aprendizaje.

Fuente: http://elbuho.pe/2014/12/12/misivas-de-la-nueva-albion-de-raul-bueno/

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La trilogía de la memoria: Témpanos y Kamikazes de Yuri Vásquez

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Témpanos y Kamikazes Yuri Vásquez Tribal Editores 140 páginas.

Témpanos y Kamikazes
Yuri Vásquez
Tribal Editores
140 páginas.

Por Giuliana Catari:

El escritor arequipeño y premio copé de Cuento 1994, Yuri Vásquez, cierra la denominada “Trilogía de la memoria” con la publicación de su texto Témpanos y kamikazes (Tribal Editores, 2014). Esta primera etapa literaria sobre violencia política comprende el libro de cuentos Cortometraje (Cascahuesos, 2010) y la novela El nido de la tempestad (Tribal Editores, 2012).

Témpanos y kamikazes plantea un enfoque distinto sobre la memoria y la violencia vivida durante la década de los 80 y 90. Las nueve historias entrelazadas a manera de crónicas literarias describen el desorden social y político bajo la investidura de lo humano. Así también la inscripción de fechas y lugares al inicio de cada historia y las notas al pie de página complementan este interés por el uso del género y consolidan la maestría del narrador en este proceso literario.

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La memoria y lo irrepresentable

Durante la época de la violencia política, el objetivo de los medios de comunicación era ocultar los excesos sucedidos bajo el telón de lo ‘excéntrico’ y ‘estrafalario’. Es decir, la memoria se convierte en ‘espía’ de la realidad y un elemento agregado de la vida cotidiana; parafraseando al protagonista de la novela Un lugar llamado Oreja de Perro de Iván Thays.

Esta primera construcción de la memoria como discurso personal y ‘cómodo’ de la realidad es parte de una parafernalia de narrativa postconflicto que escritores como Alonso Cueto, Iván Thays, Santiago Roncagliolo, plantearon en su producción literaria. La banalidad en el tratamiento del tema, la primacía del género real- histórico y el despotismo de lo mediático, limitaron la proyección crítica sobre el panorama literario.

Posteriormente, el imperativo de nuestra época privilegia al testimonio como único portavoz de la verdad en la esfera pública. La “era del testigo” ─denominada así por Annete Wieviorka─ preside el recuerdo y lo legitimiza. Por tanto, vivimos una época de la subjetividad en la que el discurso de la memoria transita entre lo subjetivo y el impulso de lo moral.

Bajo estas premisas ¿cuál es el rol de la ficción en relación a la memoria y su representatividad?, ya que no se trata de elegir qué autor o género represente mejor la violencia política, tampoco en elegir al testimonio como fuente de veracidad por cuestiones éticas, sino en cómo representar “lo irrepresentable” de la memoria mediante la escritura.

Cortometraje: Lo fantástico

En este sentido, destacamos la participación de Yuri Vásquez con Cortometraje (Cascahuesos, 2010) ─considerado entre los 10 mejores títulos de narrativa fantástica 2000-2010─. Este primer libro de cuentos de corte fantástico, inaugura un nuevo enfoque sobre la violencia política y género, pues su discurso se maneja entre los límites de lo verosímil y lo insólito, sin por ello menospreciar su postura en cuanto la violencia como algo “irrepresentable”.

Susan G. Kaufman refería que de ese “algo” se desprende el mundo simbólico el cual queda sin representación y a partir de ese momento, no será vivido como perteneciente al sujeto, quedará ajeno a él”.

De esta manera, representar la ‘violencia extrema’ a través del realismo es insuficiente porque los hechos rebasan a lo estético así como pretenden representarlos. El escritor debe buscar estrategias simbólicas para referir estos acontecimientos. De allí, que Vásquez aborde lo fantástico en relación a lo “irrepresentable” y utilice la alegoría para dar cuenta del exceso violento y cuestionar la racionalidad del mismo.

Lo fantástico ofrece una reflexión válida sobre lo irrepresentable, es un indicio, un síntoma de lo generado en la realidad y no una actitud evasiva como muchos lo categorizan. El elemento del doble en los personajes supone una alteridad en el sujeto que plantea su propia crisis individual.

En consecuencia, esta primera parte de la “Trilogía de la memoria”, se convierte en un efecto multiplicador de las posibilidades de tratamiento sobre lo irrepresentable de la violencia y no simboliza una claudicación ética de la verdad, sino la búsqueda de una menos rudimentaria.

El nido de la tempestad: los antecedentes

A diferencia de Cortometraje, El nido de la tempestad (Tribal Editores, 2012─originalmente titulado Subterráneos─ refiere la antesala de la violencia ocurrida en los años 80 y tiene al realismo histórico como género literario. El circuito de la novela acontece entre el último gobierno de Velazco Alvarado y el de Morales Bermudes mostrando la complejidad de las relaciones sociales y la aristocracia arequipeña.

La historia de Mauro Apaza, estudiante de la Universidad Nacional de San Agustín; y de Mariela Velarde, joven distinguida, aborda los lazos sutiles de la violencia ─racismo, disgregación social y nepotismo─ al punto que los protagonistas se ven envueltos en decadencia de la colectividad. Paralelo a las historias discurrentes en la novela, está también el manejo del lenguaje, el monólogo loncco de la sirvienta indígena y las frases entrecortadas a mitad del discurso.

La influencia del cine es también rasgo característico de este segundo texto, pues las imágenes recorren a manera de una puesta en escena y describen con pulcritud la atmósfera psicológica de cada personaje. Vásquez no solo plantea un panorama de abismos históricos sociales y enfrentamientos ideológicos de los personajes, sino que nuevamente el impulso de la moral es la piedra angular de la existencia humana, no como una acción inmediata, empero sí en el plano de sus pensamientos.

De modo que esta parte de la trilogía, es una sólida genealogía de la violencia, un retrato que no toca los mismos escenarios (la sierra centro y Lima) ni remite directamente a la violencia del gobierno y Sendero, pero indica las condiciones sociológicas que hicieron posible estos excesos. La minuciosidad de la violencia abarca los aspectos más íntimos de la comunidad, confinándola lentamente al fenómeno social y político más desastroso de la historia peruana.

Témpanos y kamikazes: la crónica

Con este último texto de la trilogía, la ficción toma otra dirección y esta vez el autor de Témpanos y kamikazes (Tribal Editores, 2014), plantea los eventos sucedidos entre los años 80 y 90 a través de la crónica literaria. Esta suerte de relatos que registran datos y lugares (Arequipa y Lima) complementa los aspectos irrepresentables de la violencia y crean un panorama distinto en cuanto a la temática y el uso del género.

El cuento inicial El más rojo de tus besos narra la historia de un funcionario público, quien por azares del destino no puede deshacerse de la huella labial de una mujer. Las dudas sobre el origen de este incidente lo enfrentarán al vacío de su vida cotidiana al tiempo que esbozan los desajustes político y social del gobierno de Alán García.

La quinta muerte nos presenta a Don Alberto, quien busca mejorar su situación económica denunciando la captura de un delincuente, no obstante, producto de la opresión del gobierno fujimorista, muere al final de una persecución. El silencio mediático, los atentados y las matanzas colectivas de la gente es un síntoma de lo irracional en los años 80.

Lo mediático también es un elemento importante durante la década de los 90, pues en La casa de los ventanucos sucios personajes, la presencia de la vedette Amparo Brambilla irrumpe la tranquilidad de un hogar de ancianos y se convierte en una obsesión para el esposo de doña Sara, la cual terminará secuestrando a la bailarina y a don Darío en el sótano de su casa, confinándolos al olvido.

Una pequeña mentira se desarrolla en Arequipa y entrelaza la historia de Pablo Figueroa y la nimiedad de su vida matrimonial. Los encuentros sexuales en las calles satisfacen este vacío cotidiano y registran paralelamente los atentados de Sendero en las noches de la ciudad.

Los ‘milagros’ y la prensa cumplen una función política durante la década de los 90. Así El milagro de una lágrima revela la historia de la virgen que llora y se relaciona con el relato de doña Flora y la desintegración de su familia. Por tanto, la manipulación de las noticias por los medios de comunicación y el gobierno sirvieron como distractores durante el fenómeno de la violencia política.

El ruido de los venenos es el relato de un envenenamiento de unos niños, producto de la represión sufrida por la esposa de un microempresario durante la violencia política, mostrando que la condición social y económica burguesa no los exime de la situación, enfrentándolos a un estado ominoso, un espacio irreconocible de la realidad.

De la misma manera, Bajo el seudónimo de Macbeth desvela un vacío en la vida de Aníbal Torres. La captura de Abimael Guzmán, las constantes matanzas de Sendero aparecidas en diarios y la televisión, proyectan una alteridad del personaje, convirtiéndolo en un asesino y condenándolo luego al suicidio.

En el cuento Al otro lado del verano, el escenario arequipeño es testigo de la historia turbulenta de Marco Aurelio y su amante, quienes para lograr su felicidad, inventan un curioso romance para su esposa, sin imaginar el infortunio que les espera. La estructura de la narración en actos no solo enriquece el lenguaje de la narración, sino ironiza paralelamente el contenido del relato.

Finalmente Kim Novak, por siempre sintetiza la crisis del sujeto en la posmodernidad y conjuga las variables de la violencia política como las huellas de lo irrepresentable. La fijación del personaje por una estrella del cine clásico, lo confinan a la decadencia social con el mundo.

Por ello, la revisión de la memoria y su representación en la ficción confieren un nuevo espacio en la literatura peruana. La apuesta por nuevas formas y géneros literarios para referir la etapa de la violencia política no se reduce a lo factible o empírico de lo vivido, sino al entendimiento de la complejidad de la situación.

Así Yuri Vásquez se destaca por la apuesta del género fantástico y el tratamiento de la violencia política, desplazando una mirada más reflexiva y sutil sobre el panorama. La diversidad de técnica empleada para cada libro, la descripción minuciosa de la hostilidad, el cuestionamiento a lo real y la magnífica composición entre la nimiedad de lo cotidiano y los espacios de violencia remarcan los orígenes y condiciones de la misma. Sin duda, el cierre de “La Trilogía de la memoria” con Témpanos y kamikazes consolidan la posición de Vásquez entre los mejores exponentes de la narrativa de violencia política.

Fuente: http://elbuho.pe/2015/02/24/la-trilogia-de-la-memoria-tempanos-y-kamikazes-de-yuri-vasquez/

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