Archivo por meses: julio 2017

Pedro, el libro de Mávila Huertas

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(Lima; Grijaldo, 2017)

Por Giuliana Catari:

“…Después de tiempo… pues nos solíamos ver/ Noches traviesas bajo la escalera/ Éramos perversos, nos sentíamos bien/ Ahora el asunto es refrescar/ Todas aquellas cosas sin ser muy brutal/ Cogí su bella mano y la empecé a besar” Y es que sucede así con las canciones de la banda Arena Hash; son un cúmulo de emociones exorbitantes que dejaron huella no solo en la discografía peruana, sino en la memoria de muchos adolescentes durante los años ochenta.

Sin embargo, la inserción de una de las bandas más exitosas en la historia del rock peruano, que fue liderada por Pedro Suárez-Vértiz como voz y guitarra, Patricio Suárez Vértiz en el bajo, Christian Meier en los teclados y Arturo Pomar Jr. en la batería, no fue fácil. Las historias de cuatro adolescentes, cuyas inquietudes musicales se entretejían entre la vida de la escuela secundaria y el deseo de crear un estilo propio, conllevaron a la formación de una banda que posteriormente saltó a la fama, y finalmente a su disolución.

En ese sentido, el libro Pedro (Grijaldo Ed, 2017) de la periodista Mávila Huertas, que fue presentado hace pocas semanas en la I Feria Internacional del libro de Lima (FIL), revela el espíritu genuino y espontáneo de PSV por la música, así como el nacimiento del grupo Arena Hash, su contexto y la verdad sobre el final de dicha banda. El libro se divide en cuatro partes: “El niño”, “La banda”, “El boom” y “Miami o la tierra prometida”; y está acompañado de fotografías de la infancia y adolescencia de Pedro Suárez-Vértiz, así como de los inicios de la banda, su progreso y transición entre Lima y Miami. La primera parte del texto, resalta el lazo inseparable de los hermanos Pedro y Patricio Suárez-Vértiz durante la infancia, al punto de que este último no permitía que ninguna profesora lo llevase al baño, salvo Pedro. Se conocían y entendían perfectamente. Sin embargo, la personalidad de ambos era distinta, pues Pedro era más responsable y protector con su hermano, mientras que Patricio era más extrovertido y rebelde. Otro punto interesante es que la vena creativa de los hermanos Suárez-Vértiz estriba en la figura paterna, ya que este era escultor y de espíritu libre: “De mi padre heredé el ingenio y la creatividad, y de mi madre aprendí la noción de decencia”, dice PSV. La primera banda que formó Pedro junto a sus amigos fue Paranoia, la cual tocaba en la kermés del colegio María Reyna.

La segunda parte, refiere el origen del nombre de la banda, cuya denominación se le atribuye a Alex Kornhuber,  el primer guitarrista y  a Pedro, donde el primero era tablista y le gustaba jugar con la idea de la arena y hashish, por el mito de que lo consumían los integrantes. La banda solía identificarse  con canciones de The Beatles y Los Rolling Tones y cuando se consolidó, no imaginaban el punto de fama al que habían llegado. Sus primeros discos pasaron por la radio La Doble Nueve,  Studio 92 hasta la productora CBS. La visión del productor Manuel Garrido-Lecca fue importante para el grupo – en tanto “el plan era que el grupo rompiese es quemas en la radio antes de tocar en vivo”. La banda salió del studio con cuatro canciones, cuya favorita fue “Kangrejo”, luego vinieron “Stress”,  “Cuando la cama me da vueltas” “Y es que sucede así”, cuyo éxito la permitió consolidarse entre los primeros lugares de las radios.

Sin embargo, en medio de este boom, ocurrió la muerte del padre de Pedro, cuyo entierro coincidió con el día que tocaron por primera vez en público. Finalmente en “Miami o la tierra prometida”, se revela la realidad de un mundo más austero al que la banda pretendía conquistar. La burbuja estaba en Lima, la realidad en Miami, pues los integrantes tuvieron que lidiar con actividades muy triviales que no tenían que ver con la música para así sobrevivir. En medio de este impulso por la fama, cada miembro tenía una idea distinta para su tercer disco. ´”Arturo quería algo vanguardista pero fresco, Patricio navegaba en su onda disco, Christian tampoco se sentía conforme con las nuevas canciones y Pedro empezó a componer canciones por su cuenta”. Así, el liderazgo de Pedro por un ritmo más personal, el embarazo de su esposa Cynthia, y la divergencia de los demás por la música, fue el acabose del grupo, que sin embargo dio origen al brillo musical de Pedro.

Sin duda, el libro ofrece valiosas aportaciones para entender y conocer más sobre la evolución de esta banda, que más allá de la discrepancia de cada miembro, cada uno hacía lo  que le salía mejor. Parafraseando al título del primer disco de Pedro: “No existen técnicas para olvidar” las canciones de Arena Hash, ni el aporte de una de las mejores  bandas al rock peruano.

Fuente: http://hbanoticias.com/resena-pedro-el-libro-de-mavila-huertas-por-giuliana-catari/

En busca de la identidad peruana

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Por Giuliana Catari:

A puertas de celebrarse el 196 aniversario de Independencia del Perú, es común ver cómo la publicidad y la prensa exaltan mensajes de patriotismo y peruanidad a través de la venta de un determinado producto y así “congraciar” fácilmente con la identidad del peruano. Mientras el producto o empresa muestre más características similares a las del peruano, mayor será su identificación y por ende, el consumidor peruano sentirá la necesidad de adquirirlo inmediatamente. Sin embargo, alguna vez nos hemos preguntado si el deseo  de llamarse peruano corresponde a un sentimiento genuino o  detrás de ello, existe un argumento histórico.

Pues bien, dado el carácter del texto, no pretendo psicoanalizar el imaginario histórico peruano, sino detenerme en el porqué de esta urgencia de buscarnos una identidad. Para ello es necesario remontarnos al contexto de los artes visuales durante los años 20, donde los primeros artistas como José Sabogal buscaron definir la  identidad del peruano  a través del arte indigenista. Es decir, el indio representaba la imagen más inmediata, natural, autóctona y originaria del peruano, sin una pretensión de insertarlo dentro  un discurso político o social,  mientras que los artistas mexicanos, el indígena formaba parte de su proyecto político nacional.

En este sentido,  José Sabogal dio las primeras referencias en el imaginario artístico peruano, que posteriormente fueron cuestionadas por nuevos movimientos artísticos como Los Independientes, entre otros. Lo interesante de esta primera  referencia de identidad, es que surge  de una búsqueda de autenticidad por llamarnos peruanos, es decir, la angustia por definirnos como algo diferente, exótico y a la vez contrario a lo hispano se convierte en una prioridad de la identidad del peruano, sin importar lo que  ésta constituye.  Así, la explicación a esta urgencia de llamarnos peruanos y de tener una característica especial, se atribuiría a que esta primera corriente intentaba estabilizar algunos elementos culturales del peruano a través de sus rasgos físicos e idiosincrasia, aunque no lograse entenderlo completamente. Por ello, la paradoja de esta perspectiva sobre la identidad peruana es que nace de una mirada foránea, donde el artista pretende entender al peruano a través de su propia distancia con el mundo simbólico-cultural  de este, y así se crea una imagen de exotismo y superficialidad sobre su identidad.

En consecuencia, la identidad del peruano ha terminado por construirse a través de una estética de exotismo y desencuentro, donde el  no saber definirse desde un inicio y la constante transformación de la sociedad que lo alberga lo constituyeron en alguien en búsqueda de identidad permanente.  Por ello, valga la pena reflexionar sobre el proceso de nuestra identidad peruana y valorar cada elemento diferencial del que somos parte para no caer en la urgencia de  formar un discurso banal  y sin solidez personal.

Fuente: http://hbanoticias.com/opinion-en-busca-de-la-identidad-peruana-por-giuliana-catari/

 

 

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La cultura: Oveja negra del Perú

Por Giuliana Catari:

Cuántas veces hemos escuchado aquel modismo popular que refiere: “eres la oveja negra de la familia”. Pues bien,  el ser “distinta” e “incomprendida” para los demás, son calificativos que lejos de ser aplicables para el ambiente cotidiano, hoy calzan como las cualidades más próximas para hablar de la cultura en el Perú. Si revisamos las dos  definiciones de cultura establecidas  por el Ministerio del mismo nombre como parte de Los Lineamientos de Política Cultural 2013-2016, encontraremos que esta comprende no solo: ”el estilo de vida y comportamiento de los miembros de una comunidad, tales como creencias, costumbres y prácticas, sino el conjunto de objetos y expresiones artísticas que han adquirido valor material y simbólico. En ese sentido, la cultura responde a una política de vida pública, de forma que se ocupa del estilo de vida de los ciudadanos haciendo visibles los buenos y malos hábitos que se han sedimentado, las experiencias que la marginan y los poderes que la excluyen”(pág. 9).  Así, la cultura constituye un valor simbólico y material que deviene en una función política: la de formar una identidad y transformar ciudadanos en bien de su comunidad.

Sin embargo,  el desinterés sobre su valor en gran parte de la ciudadanía, el desconocimiento de su implicancia en la gestión pública y la escasa inversión privada para el desarrollo de iniciativas culturales, la delimitaron a una condición de marginalidad y por tanto, de “oveja negra”. La cultura es la “oveja negra” de una sociedad peruana donde sus  pastores parecen solo reconocerla  dentro de los libros de historia, museos  o galerías de arte.  Una “oveja negra”  que no merece la menor atención de la burocracia, ni la de sus habitantes porque no está considerada como parte de un derecho de identidad  que permite la integración de sus miembros y la de responsabilidad de sus acciones. No, la cultura sigue siendo un elemento decorativo de la sociedad y  sus autoridades porque pocos se interesan en comprenderla y generar lazos de participación. La cultura es la “oveja negra” que pasta bajo la mirada de ciertos intelectuales y políticos que prefieren alejarla del conocimiento del resto del rebaño porque esta no es productiva ni genera ingresos inmediatos.  Se nos olvida que la cultura está presente en los zonas cotidianas y que puede ser un  espacio transversal donde se integre la salud, educación, las artes,  así como se problematice temas como la discriminación, racismo, etc.

Ya es momento de desmitificar el concepto de cultura como una “oveja negra” del rebaño político-social y abrirle un espacio positivo de reflexión en nuestra sociedad peruana. Ya que es gracias a esta que obtenemos aprendizaje y valoramos nuestra identidad. Hagámoslo así, pues.

Fuente: http://hbanoticias.com/opinion-la-cultura-oveja-negra-del-peru-por-giuliana-catari/