SÁBADO, PENÚLTIMO DÍA DE LOS CARNAVALES: UNA EXPERIENCIA NUEVA

¡Ojalas que no me mojen!, es lo que pienso indefinidamente todo el día, mientras me traslado de pueblo en pueblo, de lugar en lugar, de valle a otro valle, cuando cruzo ríos, volteo abras y cuando subo de un carro a otro.

Es sábado, penúltimo día de los carnavales, tarde de verano que hace pensar en el verano costeño, y día soleado que calienta el ambiente. Muy temprano, es seis de la mañana, salgo del pequeño pueblo friolento capital de la espiritualidad andina donde llevo ya quedándome hace dos meses, con destino a la hermosa y gallarda provincia, tierra de los andenes de huaqrapukara, como denominan la gente de esos lugares. Paso por Urcos, Muñapata, Quiquijana, Cusipata hasta chukiqhawana, bajando del bus de franjas azules con rojas, algunas vueltas por el espacio limitado, circulan poca gente, algunos station wagon, zuzuki, cherrys, yaris, estacionados están a la ribera del rio a unos metros cerca del puente que seguramente es la interconectora al pueblo que voy, y a donde tengo que llegar.
Dakar amistoso a Pillpinto, en unas horas ya tendrán que cerrar la vía, somos el ultimo automóvil, que tenemos que dirigirnos antes que lo cerraran la vía, cuesta arriba, rio arriba, embalados corremos, curvas y curvas vamos por la pendiente derecha de la cumbre, de arriba baja un rio de aguas cristalinas, puras de la laguna que ya se deja ver, pero todavía no lo sé su nombre hasta entonces, un rato hay un desvió, nos vamos por la vía derecha, todo derecha. Derecha y seguimos corriendo, nosotros no! Sino el automóvil.
Aparecen, ya algunas casas, ya veo mujeres, niños, transitan por el costado de la pista, y no dejo de pensar ya me echaran agua, cierro las ventanas, para asegurarme, viajamos tres, me fijo la pista, bermas no la tiene, pero sirve mas como una gran camino principal de la población, sobre ella transitan innumerables ovejas en manadas seguidas o mejor digo arreadas de una o dos niños o niñas, son pastorcitos, se dirigen a las pampas verdes que más arriba están. Ganado en jaurías, escasos burros, caballos, arreados por niños o adultos caminan dejando bostas, y la pista en esa mañana queda como un humedal donde cayó granizada, pero esta vez parece haber caído granizada negra de composición orgánica o sea abono, están como tiros negros sobre la pista.
Marcaconga, Sangarara pueblos que están en la via a la derecha de la laguna, y mas al fondo a la izquierda de la laguna hay un puñado de casas, es Pomacanchi, dichos nombres de pueblos me traen recuerdos que algún día , año y en mi infancia escuchaba canciones que nombraban tales lugares, cuando pasaba frio, hambre, caminaba de cerro en cerro bajo la lluvia, la granizada cubriéndome el lomo con un plástico de un metro, a veces en medio de la neblina, semicegado por el manto de neblina blanca y espesa, llegaba a casa.
En decenas de minutos, estamos en la abra, 3876 m.s.n.m. es la altura, frio corre el viento, otra vez curvas y curvas bajan y sube al otro lado, más abajo veo otro valle formado por dos cumbres, que hay el fondo es el pueblo que voy. En menos de media hora estoy pasando otro puente, curva a la izquierda y pasamos por medio de un arco cuidadosamente construida y adornada lleno de colores vivos, más abajo, empinado la hay una calle agosta, llego a la plaza, álamos, jardines, una iglesia, y sorprende un puma mirando a la capilla, exploro rápidamente las buenas nuevas, y tengo que ir a la segunda casa de la avenida colon, una cuadra a la izquierda al frente con dirección rio abajo, esta la casa, de puertas viejas, habitaciones muy mal conservadas, con goteras, techos muy empinados, es casa abandonada, donde me quedo algún momento.
El sol, ya cae al otro extremo, haciendo notar la tarde, me dirijo a la plaza, bulla, música, escucho, arribando ya veo, toda la multitud se ha volcado a la plaza, bailarinas, bailarines bien disfrazados con trajes multicolores, con predominancia blanca y rosada clara, bailan en un círculo, rodeando están a un árbol adornado de globos serpentina, papeles, un globo celeste está más arriba, un pocho, lavadores, trajes de todo tipo, artefactos de menor alcance, panes colgados están entres las ramas del árbol de eucalipto verde. La música retumba, en la puerta de la capilla, viejitos provenientes que no parecen del lugar reproducen la música, una melodía que me agrada, hasta me da ganas de bailar y quedarme en el pueblo. M e dirijo al otro lado para tomar auto para estar de regreso, un grito casi varonil en medio de la bulla me sorprende que dice “Jaimito, Jaimito” repetidamente, no puedo ubicar de quien se trata, miro a todos lados, pero al fin logro ubicar a una varón de chompa color tombo, con un gorro blanco, detrás de los músicos, y a su lado cajas de cerveza tomando están, es MAMANI, un compañero de la Universidad, los borrachines me empiezan a llamar al notar que soy amigo de uno de la mancha que está en la fiesta. Dudo en acercarme, mejor me voy a la esquina donde hay algunos autos, pregunto, ya no hay carros, es cinco de la tarde, me comentan que ya no habrá carros, pienso, como hago, es tarde, mejor tomo expreso, hablo con un tío me propone la suma de 40 soles el costo, regateo, nada, tengo que aceptar, ya que al día siguiente tengo que estar en el trabajo muy temprano del pueblito donde vine esa mañana.

Hasta Chuquicahuana voy en auto, rápido, ya es tarde, vuelvo a pasar todos los lugares que pase al venir, pero esta vez en algunos lugares, la población goza de la buena vida bailando, hacen el corta monte, o la llunsada lo que llaman, niños están mirando lo que bailan, esta vez ahora ellos son el público, mientras que sus padres gozan con música y trago, chicha y algunas veces con cerveza. Seis de la tarde , ya oscurece, lo visible se vuelve ya casi invisible, llego a la panamericana sur, a la orilla del rio, me bajo del carro, hace frio, felizmente no me mojaron como presumí en la mañana, espero el carro, tengo que ir en otro carro no al pequeño pueblito, si no a Sicuani, pequeña ciudad, lleno de contrabando e ilegalidad, ni las aduanas pueden controlar, aparece bus amarillo, zorro dice o están escritas con un color café en sus franjas del bus y en la parte delantera sobre las parabrisas, estiro la mano derecha como quien acusa, se detienes el carro, subo y me voy a la ciudad, en medio de la noche que luego pasare esa noche sin saber lo que iba pasar.

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