CAMINATA CON TERROR
Son las dos de la mañana, oscuro, luna llena, me dirijo al pueblito que está lejos, que a las justas se puede ver de donde estoy, camino largo y muy angosto, el viento corre, los arbóreos y la vegetación lleno de arbustos propios de altura y de la serranía suenan con el correr del viento. El ambiente es libre de todo ruido humano, no hay nadie, ni otro sonido diferente a lo que producen los arbustos, toda la gente está descansando, no hay ningún signo de que estén despiertos.
En algunos pasos que doy se ven a veces truncados por la piedras que están tiradas en el camino, las plantas de mi pies rosan muy ásperamente el hormigón que se vuelca a lo largo del camino angosto, subida bajada por la ladera del cerro voy, mas rápido y con cierto nerviosismo es la caminata.
En un cerrar de ojos por vez primera puedo ver eso lo que dicen “Nina carro”, wau que miedo, que susto, la tembladera y el terror se apropia de mi cuerpo que se desplaza, miro desesperadamente el fenómeno de esa luces, que se traslada, como una erupción volcánica sin lava volcánica, rosando la paja que juega con el viento por la orilla del rio, produciendo además cierto luz con reflejos multicolores.
La abra Cuyuni, por fin logro traspasar, me quedan pocos kilómetros para llegar al pueblo que se deja ver ya con claridad, pueblo alejado, que a las justas hay no más de 15 focos de alumbrado público. La plaza está hecho un silencio completo y carente de cualquier ruido, a excepción de silbido del viento que circula por el espacio del pueblo.
En algunos pasos que doy se ven a veces truncados por la piedras que están tiradas en el camino, las plantas de mi pies rosan muy ásperamente el hormigón que se vuelca a lo largo del camino angosto, subida bajada por la ladera del cerro voy, mas rápido y con cierto nerviosismo es la caminata.
En un cerrar de ojos por vez primera puedo ver eso lo que dicen “Nina carro”, wau que miedo, que susto, la tembladera y el terror se apropia de mi cuerpo que se desplaza, miro desesperadamente el fenómeno de esa luces, que se traslada, como una erupción volcánica sin lava volcánica, rosando la paja que juega con el viento por la orilla del rio, produciendo además cierto luz con reflejos multicolores.
La abra Cuyuni, por fin logro traspasar, me quedan pocos kilómetros para llegar al pueblo que se deja ver ya con claridad, pueblo alejado, que a las justas hay no más de 15 focos de alumbrado público. La plaza está hecho un silencio completo y carente de cualquier ruido, a excepción de silbido del viento que circula por el espacio del pueblo.