Hace unas semanas la ministra Ariela Luna anunció que el MIDIS está trabajando junto con el INEI en una medida “oficial” de pobreza multidimensional complementaria a la medida de pobreza monetaria que ya tenemos. Se trataría de una medida con una lógica similar a otras que ya existen en países de la región como Colombia, Chile o México y se esperaría que esté lista hacia 2021. Asimismo, dado la forma en que opera la gobernanza de la generación de cifras de pobreza en el Perú, se entiende que esta sería trabajada en el marco de la “Comisión Consultiva para la Medición de la Pobreza y otros Indicadores Sociales” del INEI.
A partir del anuncio de la ministra han aparecido algunos artículos de opinión sobre el tema. Desafortunadamente varios de ellos parecen reflejar un enorme desconocimiento tanto del debate académico reciente con relación a la temática, como de la literatura empírica que se ha producido al respecto en los últimos 10 años. Una excepción que destaco es la columna escrita por Carolina Trivelli en el diario El Comercio titulada “¿Cuántas medidas de pobreza necesitamos?”. En su columna, Trivelli sí proporciona lo que, a mi juicio, son elementos relevantes para continuar una discusión seria y, sobre todo, útil acerca la pertinencia de contar con una medida de pobreza multidimensional oficial en el Perú: ¿para qué sirve una medida de ese tipo? ¿qué aporta? ¿quién la va a usar? Me gustaría centrarme, por ahora, en la primera pregunta.
Una revisión de la experiencia de los 22 países que hasta el momento cuentan con medidas de pobreza multidimensional oficiales puede ayudar a mostrar para qué puede ser útil contar con este tipo de indicadores. Como se observa en el siguiente gráfico, los propósitos incluyen el monitoreo de avances en la reducción de otras “formas” de pobreza no monetaria (lo cual corresponde al ODS 1.2 al que países como el Perú se han comprometido), el informar el diseño de políticas, mejorar la focalización, complementar la información que ya proporcionan las medidas de pobreza monetaria, guiar la asignación presupuestal y evaluar la efectividad de las políticas sociales. Frecuentemente, las medias oficiales responden de manera explícita a dos o más de estos propósitos.
PROPÓSITOS DE LAS MEDIDAS OFICIALES DE POBREZA MULTIDIMENSIONAL
Fuente: Elaboración propia sobre la base de UNDP y OPHI (2019).
Si aceptamos que la pobreza es multidimensional y que incluye aspectos no monetarios que no se transan en el mercado ¿para qué puede servir una medida de este tipo en el Perú? Tomando como referencia la experiencia internacional y nacional de medición de pobreza monetaria y otros indicadores sociales, contar con un sistema oficial de medición de pobreza multidimensional podría contribuir por lo menos a tres propósitos:
- Monitorear la existencia de graves privaciones no monetarias en el Perú con el fin de identificar avances, tanto en relación con el logro de las metas ODS como de aquellos objetivos establecidos en la visión del Perú al 2050 del Acuerdo Nacional.
- Complementar la medición de pobreza monetaria con el fin de identificar a aquellos ciudadanos que experimentan privaciones en dimensiones básicas del bienestar distintas a la limitación en su capacidad de gasto.
- Informar el diseño de políticas públicas orientadas a la eliminación de privaciones en dimensiones básicas del bienestar complementarias a las políticas de reducción de pobreza monetaria actualmente existentes.
Se podría argumentar, sin embargo, que en el Perú ya tenemos métricas que hacen todo lo anterior (como los antiguos indicadores de necesidades básicas insatisfechas) y que, por tanto, no aporta nada “ensanchar” el término “pobreza”. Discrepo con esta idea. Que el Estado entienda y mida la pobreza de manera explícitamente multidimensional es una apuesta por reconocer la compleja realidad de las experiencias de vida de las propias personas que se encuentran en esta situación. Implica visibilizar desde el Estado que vivir en pobreza significa tener una limitada capacidad de consumo, pero también tener una salud gravemente resquebrajada y no tener la capacidad de recibir atención médica, o no tener acceso a servicios tan básicos como agua segura para el consumo humano.
La discusión sobre la pobreza es, en última instancia, un problema de elección social acerca de niveles mínimos de bienestar cuya privación nos parece inaceptable. El término “pobreza” nos remite precisamente a eso, a la urgencia de una situación que es tan intolerablemente escandalosa que no puede ser permitida por la sociedad. Reconocer que la pobreza involucra dimensiones más allá del ingreso implica imprimir ese carácter de urgencia explícita a la erradicación de estas privaciones no monetarias. En esa línea, contar con métricas oficiales que nos permitan reflejar estas privaciones no es un fin en sí mismo, sino que es un medio, una herramienta que puede ayudar a rendir cuentas acerca de qué tan exitosos o no estamos siendo en construir un país en el que este tipo de situaciones de escandalosa privación no existan.
El desafío de la pobreza multidimensional no termina, evidentemente, con medir; sino que conlleva un gran reto de política. Erradicar todas las formas de pobreza y, por tanto, lograr reducciones en los indicadores de pobreza multidimensional, no dependerá de una sola entidad o sector, sino que necesariamente requerirá de la acción conjunta de varios sectores y niveles de gobierno. Fortalecer el rol del MIDIS como ente rector de la política de desarrollo e inclusión social será un factor clave para lograr avances en las metas de reducción de pobreza multidimensional. La experiencia reciente del “Plan Multisectorial de Lucha contra la Anemia”puede proporcionar aprendizajes útiles en esa dirección.
Autor:
Jhonatan Clausen, profesor del departamento de economía de la PUCP, director (e) de investigaciones del IDHAL.
Las opiniones presentadas en este artículo no necesariamente reflejan la posición institucional del IDHAL ni de la PUCP.