En países postcoloniales con alta diversidad cultural y asimetrías sociales persistentes, no puede haber desarrollo humano sin políticas de  reconocimiento articuladas a políticas redistributivas y políticas de representación.

Las asimetrías persistentes son inequidades de origen y por lo mismo son asimetrías involuntarias y por lo mismo inmerecidas. Son, en sentido estricto, asimetrías injusticias

Dichas desigualdades son multidimensionales. Generan élites que monopolizan las oportunidades para acceder a servicios de calidad y ejercer derechos básicos. Y al mismo tiempo excluyen a las grandes mayorías de ejercer aquellos derechos que les están jurídicamente reconocidos.

En  sociedades postcoloniales como las nuestras, las desigualdades de origen   generan la exclusión sistemática de las personas que pertenecen a los grupos vulnerables de la oportunidad de poder realizarse humanamente y ejercer en libertad sus derechos fundamentales. La tensión social que esta situación produce cuando se evidencia,  puede llegar a niveles insostenibles.

Para plantear respuestas al malestar y   la tensión social que las desigualdades persistentes generan  es muy importante tener en cuenta que estamos frente a una problemática que es histórica y estructurante en el presente de una convivencia tóxica. Al mismo tiempo, resulta imprescindible no olvidar que la estigmatización étnico-cultural  y el racismo instalados en el imaginario social contribuyen a su reproducción. “… La estigmatización sociocultural es un problema relacional de doble vía…actúa como un obstáculo que impide a las personas desarrollar sus capacidades valiosa y ejercer sus derechos fundamentales” [1]

Frente a este problema han surgido políticas de reconocimiento ( léase políticas interculturales ) y políticas redistributivas ( léase políticas sociales) en los países latinoamericanos que buscan estrechar el margen de las desigualdades persistentes en las que la injusticia cultural juega un rol preponderante.

“… la justicia – nos dice Amartya Sen –  no puede ser indiferente a las vidas que las personas pueden realmente vivir. La importancia  de las vidas, experiencias y realizaciones humanas no puede ser suplantada por información sobre las instituciones existentes y las reglas operantes”.[2]

Sin embargo, es muy frecuente encubrir las experiencias reales con información elaborada con rigurosidad metodológica. La data sobre las desigualdades no las sustituye: son aproximaciones teóricas que tienden a poner entre paréntesis la experiencia de las injusticias reales que las desigualdades generan. Dichas experiencias suelen estar  encubiertas por información elaborada por instituciones oficiales y que sirve de base para planificar y ejecutar las políticas públicas. Me refiero con ello, por ejemplo,  a los llamados índices de reducción de la pobreza monetaria que – como bien se sabe- invisibilizan la multidimensionalidad de la pobreza. Lo importante es lo que las personas pueden hacer y llegar a ser. Aquello que en situaciones de carencia las personas hacen con sus derechos y con sus recursos, así como  sus “experiencias”, aspiraciones, frustraciones,  y “realizaciones humanas”.

[1]  Tubino Fidel. Por que a formacao é necesária na educacao intercultural?* En :  Interculturalizar, descolonizar, democratizar : uma eduao outra? Editora Vera Candau (2016) Editorial PUCR Rio de Janeiro.P.23

[2]  Sen Amartya  (2010). Idea de la justicia. México DF, Editorial Taurus, P. 50.

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Sobre desigualdades persistentes y estigmatización socio-cultural

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