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LA PROCESIÓN DEL SEÑOR DE LOS MILAGROS EN BUENOS AIRES

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LA PROCESIÓN DEL SEÑOR DE LOS MILAGROS EN BUENOS AIRES
Hugo Pereyra Plasencia, Cónsul General encargado
Desde inicios del mes de noviembre, tuvieron lugar los eventos centrales de la celebración de la festividad del Señor de los Milagros en la República Argentina. Una vez más, siguiendo la tradición, la fiesta congregó a una multitud de compatriotas peruanos y de amigos argentinos, muchos de ellos vestidos con los vistosos hábitos y prendas de color morado, que acompañaron con devoción a la imagen del Cristo Moreno, o Cristo de Pachacamilla, por las calles de Buenos Aires, dando un colorido aún más intenso a la fisonomía cosmopolita de esta extraordinaria ciudad. Fue, de hecho, el punto culminante de una festividad que no dejó de replicarse en el interior de la Argentina, donde también hay hermandades que velan por el culto de esta venerada imagen de ancestral origen peruano.

La festividad, iniciada en Buenos Aires con las tradicionales nueve misas, comenzó a alcanzar su mayor intensidad el día 5, en el marco de la celebración de la novena misa en la céntrica Iglesia de la Piedad, cerca del Congreso de la Nación, donde, acto seguido, se llevó a cabo una Verbena en homenaje al Cristo. A la misa oficiada por el padre Tulio A. Camelli, presbítero de la iglesia y guía espiritual de la Hermandad del Señor de los Milagros de Nazarenas en Buenos Aires, siguió la presentación de los más ilustres representantes de nuestro medio artístico, quienes combinaron su talento con una exaltada admiración por el Cristo Morado. Se destacó la participación de los presentadores (Jorge Torres Marini y Patricia Gallo), cantantes (Ana María Romero, Silvana Moreno, Dante Mejía, Rosa Barcellos, Hubert Reyes, Socorrito Carrión, Jorge “Coco” Torres, Marco Antonio Passara, Héctor Barandiarán, Pepe Cornejo, Andrés Mandros y Hugo Mina) y grupos folklóricos (Kaymillajtay, Raíces del Perú, Francisco Cama & Cañete Negro y Estampas Peruanas), que desplegaron su repertorio dentro del mismo templo, ante el propio Cristo Moreno colocado sobre sus andas.

Es justo destacar que esta expresión de peruanidad respondió a una magnífica preparación a cargo de la Hermandad en Buenos Aires, bajo la guía de su mayordomo, Sr. José Telenta Sini, y del secretario de organización, Sr. Fidel Ato Chávez, quienes coordinaron de manera estupenda el trabajo de todos los hermanos y hermanas.

Al día siguiente, domingo 6 de noviembre, desde las 11:30 de la mañana, tuvo lugar la misa central y la salida del imponente Cristo Morado de la Iglesia de la Piedad, sobre una hermosa alfombra de flores especialmente preparada para la ocasión, bajo la supervisión del Sr. Luis Yupanqui, Patrón de Andas, abocado al cuidado de nuestra venerada imagen. La procesión local, barroca en esencia, es análoga a la de Lima, que viene impresionando a los observadores desde hace mucho tiempo, como lo atestiguan diversos testimonios, entre los que destaca un bello texto escrito por el pensador peruano José Carlos Mariátegui titulado La Procesión del Señor de los Milagros (1917). Imposible no impactarse, tanto en Buenos Aires como en Lima, ante la sincera devoción de los fieles y las muestras de alegría al paso del Cristo, alrededor de una multitud morada y de sahumadoras tocadas con mantilla blanca, en medio del aroma del incienso y de los tradicionales himnos y cantos solemnes que han acompañado a la procesión durante siglos. No diré que es sólo alegre o triste (que de ambos sentimientos tiene); lo que puedo afirmar que se trata de una celebración muy auténtica y con una poderosa personalidad. Este año, el recorrido procesional del Cristo Morado salió en hombros de su directorio general y las autoridades peruanas, que incluyeron al nuevo Embajador del Perú en la Argentina Dr. Nicolás Lynch, al Cónsul General Adscrito Carlos Amézaga, y a quien escribe estas líneas de emocionada evocación, en calidad de Cónsul General encargado.

Se trató, en verdad, de un acontecimiento peruano-argentino, porque la festividad del Señor de los Milagros se ha ganado un lugar en el corazón de muchos porteños. Como ha ocurrido en tantos otros lugares en el mundo (desde Bolivia, Chile y los EEUU, en América; hasta España e Italia, en Europa) la fiesta del Cristo Morado es ya global, acorde con el signo de mundialización que nos ha tocado vivir. Se trata de algo conmovedor, si recordamos los orígenes de este culto en el siglo XVII, en Lima, cuando unos esclavos negros de la cofradía de Pachacamilla sacaron por primera vez la imagen pintada de un Cristo que sobrevivió, intacta, uno de los terremotos que habían asolado a la capital del Virreinato peruano en ese tiempo ya remoto. De ser fiesta de los esclavos africanos, pasó a ser celebración limeña; y de ser profundamente limeña pasó a tener, con el paso de los siglos, una identidad peruana. Cabe recordar que la procesión del Señor de los Milagros que recorre todos los años las calles de Lima durante el mes de octubre es la más grande del mundo católico. No obstante, como se dijo, sin dejar de ser un añejo símbolo de la peruanidad, la festividad es hoy también un evento de resonancias universales y objeto de culto fuera de las fronteras del Perú, como lo muestra con tanta claridad la procesión que hemos visto en Buenos Aires.

Además de su innegable -e intemporal- valor religioso, la procesión Señor de los Milagros en Buenos Aires viene siendo, de manera cada vez más clara, un factor de unidad, de armonía y de cohesión dentro de la importante comunidad peruana que reside en la República Argentina. Es una comunidad luchadora y trabajadora que ha encontrado en el Cristo Morado a uno de sus símbolos más queridos. Para nosotros, éste debería ser el legado permanente de ese Cristo pintado por la mano humilde de un esclavo hace más de 300 años, en el apogeo de la era virreinal, que tanto sentido de humanidad y de respeto irradia hoy en todo el mundo.

Buenos Aires, 9 de noviembre de 2011

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