Para Sofía Ferró, como siempre
Alguna vez soñé con un árbol,
era un pino
verde
y con cintas rojas.
Pero desperté con el frío
de que en Arequipa
la nieve sólo existe
en la imaginación de niños y volcanes,
de grandes ríos sin cauce.
Supéralo,
Apresúrate,
falta poco para Navidad.
Los que más quieres ya llegan,
te abrazan,
y juntos te hacen olvidar el frío,
y juntos espantan las nubes,
que a Dios en su cumpleaños,
desafían sin pena ni vergüenza.
De repente
ya es medianoche,
y me pregunto
¿dónde estarás tú?
El viento se llevó las lluvias
¿Acaso persistiré en tú memoria
o sólo seré un recuerdo
ahogado entre las olas?
Estar lejos de ti,
aunque sea un día, una semana
es morir sin suelo,
sin patria;
es ver arder el árbol,
consumirse en el fuego
que jamás se apaga.
Y sin saberlo,
las diecisiete campanadas sonaron.
El cielo es una fiesta
porque ha nacido el Niño,
el Divino,
que atento desde siempre
me escucha murmurarle
« La quiero,
de verdad,
la quiero.
Más que a nadie,
más que al vaso lleno ».
La quiero,
La quiero,
La quiero,
desde antes de hoy
hasta más allá del año nuevo.