En lo que resta de la legislatura, el Congreso debe debatir —e idealmente aprobar— las leyes de desarrollo constitucional sobre el funcionamiento de la bicameralidad. Hay poco tiempo, pues deberán estar vigentes antes de la convocatoria a elecciones —abril del 2025— y la próxima legislatura iniciaría en marzo. Un aspecto clave es la subrepresentación parlamentaria. Los parlamentos deben crecer cada cierto tiempo, a la par de las poblaciones de los países. Hasta 1992, el Perú tenía un Congreso de 240 parlamentarios, divididos en dos cámaras. Hoy, sólo son 130, un número similar al de los congresos peruanos del siglo XIX. Por aquel entonces, el Perú tenía un diputado por cada 55,000 electores, aproximadamente. Ahora, cada congresista representa a 194,523 electores; es decir, casi cuatro veces más.
La subrepresentación afecta el vínculo entre los parlamentarios y sus electores, una realidad que se complica aun más en el Perú, país con territorio grande, accidentado y con pocas y deficientes vías de comunicación. Por eso, y aunque resulte muy impopular para la actual coyuntura, es necesario aumentar el número de congresistas. Es poco viable recuperar la proporción que se tenía en 1992, pero un crecimiento razonable sería tener una cámara de 200 diputados. Lo que supone unaproporción de un representante por cada 125,000 electores. Además, es necesario cambiar las circunscripciones. Cuando muchos representan a muchos, la representación se diluye.
Una reforma importante sería dividir todas las circunscripciones que tengan más de tres diputados en distritos electorales más pequeños. Bajo este modelo y con un Congreso de 200 diputados, Lima quedaría dividida en 18 circunscripciones, La Libertad y Piura en cuatro, y Arequipa en tres. Elevar el número de escaños es impopular, en parte, porque la población no conoce a sus congresistas ni se siente representada. Sumada a otras, esta reforma puede mejorar esa mala percepción que la ciudadanía tiene de este poder del Estado (Semana Económica 1937, 10 de noviembre del 2024).