Si los candidatos presidenciales Ollanta Humala y Keiko Fujimori no lograron conquistar los votos necesarios para llegar a una mayoría absoluta, en el campo del Congreso la situación es más complicada para ellos. Cualquiera que gane, encabezará un gobierno de minoría. Con 45 parlamentarios Gana Perú y 36 Fuerza 2011, están lejos de articular una mayoría que les permita realizar sus propuestas más deseadas. Incluso si Gana Perú establece una coalición parlamentaria con Perú Posible sería una mayoría precaria, al igual que la que podría articular Fuerza 2011 con la Alianza por el gran Cambio, Solidaridad Nacional y el Apra. Menos fortuna tendrían los partidos que quisieran desarrollar una coalición, al margen de los que disputan la segunda vuelta.
Es cierto que en la última década Alejandro Toledo y Alan García gobernaron pese a carecer de mayorías absolutas en el Congreso, pero tampoco se crearon mayorías en su contra. Las veces que esto ocurrió, la tensión entre el Ejecutivo y el Legislativo fue de tal envergadura que desembocó en golpe de Estado: 1948 (Odría), 1968 (Velasco) y 1992 (Fujimori). Esos son los escenarios que se pueden presentar a partir del próximo 28 de julio.
Un transvase de votos
Si se observa con detenimiento la votación al Parlamento, hay una distribución del voto más estrecha entre los partidos. Allí donde la distancia entre el primero (Humala) y el quinto (Castañeda) es de tres veces más, en el ámbito parlamentario la distancia es poco más del doble. Esto ocurre por dos factores. El primero porque alrededor del 12% de electores combinaron sus votos. Es decir, votaron por sus listas parlamentarias y decidieron hacerlo por otro candidato, en lo presidencial. Los beneficiados de este cruce de voto fueron Ollanta Humala y Pedro Pablo Kuczynski, quienes sumaron votos de las listas de los terceros en competencia. El segundo factor es la mayor cantidad de listas que postulaban al Congreso, dentro de ellas la del Partido Aprista y Cambio Radical, aun cuando solo la primera logró superar el umbral legal de representación. El fraccionamiento en cuanto a votos es pues mayor respecto al del Parlamento. [Ver cuadro 1].
No todos los votos producen escaños
Pero una cosa es conseguir votos y otra es que estos se traduzcan en escaños. Un escollo es el umbral de representación (valla electoral) que lo que hace es reducir el número de partidos a aquellos que superan el 5% de los votos o ganan 7 congresistas. El Apra cumplió la primera condición, suficiente para que sea considerado en el reparto de escaños en el Parlamento. Sin embargo, como se muestra en el cuadro, los porcentajes de votos obtenidos no son iguales a los de los escaños asignados. En otras palabras, algunos partidos reciben más (Gana Perú, Fuerza 2011 y Perú Posible) y otros menos (AGC, SN, Apra) escaños. Esto se debe a que los primeros desarrollaron una captación de votos más amplia en las distintas circunscripciones, en cambio el resto, más concentrado. Asimismo, el método de la cifra repartidora tiene siempre un impacto favorable al partido que tiene mayoría, en este caso a Gana Perú, como muestra el cuadro adjunto. [Ver cuadro 2].
El oculto fraccionamiento
Pero si bien el umbral de representación acota el número de partidos, la realidad esconde el real fraccionamiento en el Congreso. De los seis partidos que han conseguido escaños, el Apra es el único que no puede constituir una bancada parlamentaria, pues el reglamento del Congreso exige un mínimo de seis parlamentarios, dos más de los que ha conseguido el Partido Aprista. El resto, sí puede constituir una bancada parlamentaria. En adelante, lo propio sería que el umbral de representación sea exigir el 5% y 7 parlamentarios, para de esta manera no tener partidos que carezcan del requisito mínimo para constituir una bancada, forma institucional de organizar el Congreso. Esta misma situación ocurrió en el momento de ser elegido el actual Congreso, con los casos de Perú Posible y Restauración Nacional, con 2 congresistas cada uno.
Pero una medida de esta naturaleza es insuficiente para tener impacto sobre el número de partidos. En realidad lo que tenemos es un Congreso con 14 partidos, alguno de ellos con un solo congresista elegido. Lo que ocurre es que el efecto deseado del umbral de representación (acotar el número de partidos) es fuertemente atenuado porque la ley permite alianzas electorales, que no hace sino permitir que partidos pequeños se junten con el solo propósito de superar el umbral mínimo. Una vez superada esta tarea, si bien en un inicio se constituyen en bancada parlamentaria, las posibilidades de separarse son altas. Así ha ocurrido en el presente Parlamento (ej. Unidad Nacional, UPP). En el Perú se alienta las alianzas electorales más que las alianzas políticas. Las primeras permiten la supervivencia ficticia de los pequeños partidos, en cambio las segundas permiten crear mayorías y contribuyen a dar estabilidad a los regímenes políticos.
A lo anterior hay que agregar el carácter importante que tienen los llamados invitados de los partidos. Lo son Lourdes Alcorta en APGC o Javier Diez Canseco, en Gana Perú, a todas luces parlamentarios que serán fundamentales en sus propias bancadas. Pero hay otros cuya adhesión a la organización política es mínima, como se ha visto en el presente Congreso. Es decir, son congresistas que son potenciales tránsfugas, puesto que lo que los vincula a la lista es un nivel de pragmatismo alto. Si además seguimos utilizando el método del voto preferencial, en el que cada congresista siente que su acceso al Congreso se lo debe a sus votos individuales y no tanto por la pertenencia a una lista partidaria, el resultado es más que preocupante. El voto preferencial abona a favor de los conocidos y populares (salvo contadas excepciones) y desata una guerra fratricida que impide la cohesión de cualquier partido.
Una ecuación explosiva
Por lo tanto, si la ecuación “alianzas electorales + invitados + voto preferencial = fraccionamiento”, estamos delante de un caso que se repite nuevamente en nuestro país, por lo que a partir del 28 de julio constituir alianzas será complicado y mantenerlas más complicado aún. Serán muchos partidos con pocos escaños, pero lo suficiente como para ser considerados en una negociación o bloqueen una solución. Eso pasa desde constituir la mesa directiva, las comisiones y la agenda legislativa.
Lo único que puede superar este panorama es apelar a la responsabilidad de los propios congresistas. Si logran crear bloques de mayoría y minoría y comprometerse a superar el desempeño del actual Congreso modificando algunas reglas de juego mínimas (eliminar voto preferencial, no permitir crear más bancadas que aquellas que se formen al inicio del período parlamentario, ser exigente en la aplicación de los requisitos para crear partidos, umbral de representación de 5% y 7 parlamentarios), se podría establecer vínculos más sanos con el Ejecutivo. De otra manera, ser más de lo mismo es ahora ser peor. [Ver cuadro 3 y 4] (La República, 22 de abril del 2011)