El Triunfo Fredemista.
Electoralmente, el país ha virado del centro a la derecha. Situación que se explica, en parte, por la crisis absoluta en que ha sumido el gobierno aprista al país y por la incapacidad de IU de salir de su crisis. Es el resultado de una oposición consistente, que se inició con el intento de la nacionalización de la banca y el ingreso de Vargas Llosa en la política activa, erigiéndose como el abanderado de las posiciones de derecha en el país, cuando éstas se encontraban replegadas.
Los resultados del domingo otorgan una clara mayoría al Fredemo. Gana en muchos de los distritos de Lima y en la mayoría de los municipios provinciales. Sobre esa verdad, que todos conocemos, se debe señalar lo siguiente. No obstante lo anterior, el Fredemo es el principal derrotado en Lima, por Belmont, en la medida que Incháustegui aparecía para sus filas como el probable ganador. Un Orrego quizá hubiera hecho peligrar el triunfo errebecista.
La candidatura de Incháustegui fue a todas luces forzada; contraria al entusiasmo y a la imagen ganadora de Vargas Llosa que tampoco puso mucho entusiasmo en apoyar al ingeniero. Fue derrotado, además, a pesar de la campaña millonaria en la que el Fredemo no escatimó en invertir. Así y todo, Vargas Llosa tenía razón en sostener que listas divididas entre AP y PPC hubieran dado resultados catastróficos para las aspiraciones derechistas, así como hubieran hecho peligrar el triunfo fredemista el próximo año.
En términos electorales, el triunfo del Fredemo en los municipios limeños es equivalente a lo ocurrido en las municipales de 1980. En esta oportunidad, mantiene su mayoría en los distritos tradicionales de (Lince, Jesús María etc.) como altos (San Borja, San Isidro). Asimismo, ganan en distritos medios bajos, que estaban bajo el control del Apra (Breña, Rímac, La Victoria) y hace lo propio con municipios controlados por el ASI (Ate, San Juan de Miraflores, San Martín de Porres). En estos últimos, gana exclusivamente por la resta que el produce las listas separadas de izquierda (ASI a IU). Su votación, sin embargo, bordea el 27% provincial y el 35% en los distritos. Es bueno anotar que su votación es menor a la sumada por AP y PPC en las elecciones nacionales de 1980, municipales de 1980 y municipales 1983. Obsérvese, por otro lado, que entre AP y el PPC nunca dejaron de controlar menos de 12 municipios. A nivel nacional, la situación es parecida. Controla más municipios que en 1983 y 1986, pero menos que en 1980, año en que efectivamente, barrió a nivel provincial. El Fredemo gana en los clásicos bastiones populistas (Oriente en general, Huánuco, Ica), reduce el sólido norte aprista, ganando en varias provincias norteñas (Tumbes, Piura, Chiclayo) y en otras regiones donde había perdido vigencia (Huancayo, Huaraz). Su votación nacional estaría bordeando el tercio nacional. El triunfo, por tanto, es claro. Pero no es espectacular, como lo fue el triunfo populista de 1980 o el aprista en 1986.
Esto es importante porque las cifras se leen también en función de abril del próximo año. El Fredemo sabe que si se repiten estos resultados, no sólo no ganaría en primera vuelta, sino que tendría por lo menos que duplicar su votación, en la medida que en las presidenciales se porcentualiza en función de todos los votos emitidos, incluidos nulos y blandos y no sólo de los válidos. Asimismo, estaríamos delante de un gobierno sin mayoría absoluta en el Parlamento, como sí lo tuvieron los gobiernos de Belaúnde y García.
El APRA: El Gran Derrotado
Lo que mejor dibuja la derrota aprista, es el hecho de que propaganda post electoral lo señala como triunfador en distritos a nivel nacional poco importantes, escondiendo el hecho que de 18 distritos limeños en los que habían ganado en el 86, ahora no ganan ni siquiera uno.
El Apra obtienen, además, el peor porcentaje de su historia electoral, tanto en Lima como a nivel nacional. Todo ello, pese a presentar a su mejor candidata, aprovechar, especialmente a provincias, los recursos del Estado para su campaña y, por ser el segundo partido que más gastó en la campaña. A nivel nacional, el Apra debe bordear el 17%. Pero, lo más importante, es que de haber controlado 156 municipios provinciales ahora sólo ganará en unos 20. Ciertamente, mantiene su control sobre la región norteña: La Libertad, Cajamarca y norte de Ancash. Pero, pierde bastiones históricos como Piura, Chiclayo y Huánuco. Su porcentaje nacional es, sin embargo, mayor del que muchos suponían. Es más alto que el de Lima, porque el Apra nunca tuvo su mayor plaza en la capital peruana. Más, por otro lado, porque a diferencia de AP en el 85, que se redujo al 7%, el partido de gobierno tiene una militancia leal, una maquinaria organizativa como ningún partido, y esto pesa en el momento de una elección. Pero, su votación es tan baja en términos relativos que, si ésta se mantiene, Alva Castro, bien podría quedar en el cuarto lugar el próximo año.
El Paradójico descenso de IU
La principal causa del descenso de Izquierda Unida es que cerca de un año estuvo atrapada por una crisis que la desgastó y de la que no pudo salir en forma oportuna. Por el contrario, la resolvió en medio de la campaña, presentando la imagen de desunión, donde su candidato a la alcaldía de Lima tuvo que asumir, también, la candidatura presidencial. Su imagen, de esa manera, fue más vulnerable. Varios candidatos se esperanzaron en la dinámica de los partidos, cuando en realidad muchos de ellos, como el PCP, apostaron por Barrantes hasta el último imposibilitando darle fuerza a la propuesta izquierdaunidista.
En este contexto, y con una campaña insegura y franciscana, la dinámica del voto perdido se instaló en las huestes izquierdistas, muchas de las cuales, especialmente en Lima, viraron su voto hacia Belmont, presumiblemente de la organización que constituye su principal opositor. La figura de Barrantes, alimentada y oxigenada desde IU a lo largo de nueve años, y único candidato del frente desde que se fundó alteró las identidades del electorado izquierdista. Los resultados tenían que mostrar estas circunstancias. Sin embargo, a pesar de que mucho se ha hablado de la conexión que puede existir entre el derrumbe de los estados estalinistas del Este y la decepción del votante izquierdista, es poco probable que este hecho haya afectado en forma significativa. El poblador de Comas, el obrero de Ilo o el comunero de Huaytará, votarán por lealtades, compromisos y/o circunstancias locales, regionales o nacionales, antes que por los problemas, mas suscitados en Ucrania, la polémica en Hungría o el posible cambio de nombre del PC italiano. Quizá esto afecte más a la militancia media que al votante.
Pese a apresurados comentarios derrotistas, el resultado electoral del domingo no parece ser tan malo para Izquierda Unida. En Lima, si las proyecciones se mantienen llegaría a alrededor del 20% en apoyo distrital y alrededor del 12% en el provincial. Paradójicamente, de sólo controlar tres municipios en Lima (Villa el Salvador, Comas y El Agustino), no sólo los mantiene, sino que aparentemente arrebata al ASI los municipios de Independencia, San Martín de Porres y al Apra, los de Carabayllo y Villa María del Triunfo. En pocas palabras, IU se mantiene como fuerza importante en barrios populares. A nivel nacional, IU desciende su votación en relación a sus actuaciones anteriores de 1983 y 1986. Pero, contradictoriamente, triunfa en alrededor de cincuenta municipios (situados, en su mayoría, en el centro y sur andino), siendo los de mayor importancia: Cusco, Puno, Huamanga, Abancay, Cerro de Pasco y Puerto Maldonado por ser capitales departamentales. Estas elecciones le han dado a IU el mayor triunfo, en cuanto a número de municipios ganados en su historia, superando a los conquistados a nivel nacional tanto en 1980, 1983 y con mayor razón 1986. Es innegable que la división le afectó, pero esto no como consecuencia de un triunfo de ASI, sino, por el contrario, por la conquista del Fredemo de varios municipios que, de lo contrario, pudieron ser ganados por IU.
ASI: Todos de Acuerdo Fracasaron
El ASI se formó como una organización separada de IU, para proponer lo que sus líderes llamaban, un socialismo en democracia y moderno. Con mayor coherencia que en IU y cifrando sus esperanzas en la convocatoria de Barrantes, a quien consideraban suyo, se lanzaron a competir electoralmente para demostrar que las bases izquierdaunidistas estaban con ellos y no con los radicales. Para ello, no ahorraron esfuerzos en apoyar una discutible ley que permitió la postulación de su principal líder, Enrique Bernales. Paradójicamente, se propuso derrotar principalmente a Pease y no tanto a la derecha y menos al Apra, partido que les expresó sus simpatías, como quien devuelve el agradecimiento de un apoyo muy singular que le prestó Barrantes y García.
Los resultados electorales expresan un duro golpe para sus aspiraciones: alrededor del 2% en Lima y cerca del 1% a nivel nacional. Su derrota sí es catastrófica, si se tiene en cuenta que, de los cinco distritos en los que tenían alcalde, pierden en todos y sólo ganan en dos balnearios (Ancón y San Bartolo), dibujando una imagen de "socialismo playero" que dista mucho de la reclamada mayoría popular que proclamaban. En provincias, en pocas palabras, desaparecen. Parece ser que hasta el FNTC les gana en la sumatoria nacional. Salvo una que otra buena votación en alguna provincia (Morropón, Huaraz), su respaldo sirvió básicamente para que IU no ganara en algunas provincias, por esos escasos votos. En esos términos sí se pueden sentir satisfechos. Por el contrario, es Alfonso Barrantes quién debe preocuparse por el presente griego que le otorga el ASI. En las presidenciales, tendrá que apoyarse en ellos, pero luego de las negociaciones que tanto criticaron: entre cúpulas.
(La República 19 de noviembre de 1989)
cual es el dibujo del partido de fredemo