“EL GOBIERNO DEL PARLAMENTO: El Congreso no quería vacar a Dina Boluarte, pero terminó haciéndolo. Durante casi tres años fue su aliada leal y funcional. Le permitió sobrevivir siete intentos de destitución, archivó denuncias y toleró sus excesos. Pero el desgaste fue insoportable: la presidenta se volvió un pasivo político. La inseguridad, con las extorsiones y el crimen organizado galopante, sumada a la frivolidad, la soberbia y las torpezas de la exmandataria, convirtieron su figura en el símbolo de la frustración y la ira nacional. Los sucesos de violencia del día feriado aceleraron todo. El Parlamento no la defendió más.
La vacancia fue precipitada, sin cálculo ni estrategia. Ninguna fuerza política del núcleo de la coalición parlamentaria —Fuerza Popular, Alianza Para el Progreso, Renovación Popular y Perú Libre— tenía en sus planes asumir el gobierno. La decisión respondió más al temor que a una hoja de ruta. Sabían que sostener a Boluarte era más costoso que perderla. En pocas horas, la presidenta funcional se volvió desechable.
El desenlace mostró con claridad la descomposición política de la alianza Ejecutivo–Parlamento y sus efectos en una sociedad afectada por sus decisiones, que la desaprueba con porcentajes históricos. José Jerí, el nuevo presidente, encarna este momento: un parlamentario accesitario, de perfil cuestionado y lealtades conocidas. Un presidente por azar, convertido de pronto en jefe de Estado. Su nombramiento, aunque constitucional, es producto del pragmatismo del Congreso, que ahora tiene su brazo extendido en el gobierno. Jerí ha asumido el cargo de manera improvisada. Es, pues, un gobierno precario.
Se observan dos escenarios. Uno, que la vacancia haya producido un desfogue de la ira contra la expresidenta, que el nuevo gabinete reduzca la incertidumbre y la población se tranquilice, concentrándose en las elecciones, mientras Jerí, ya sin poder postular, intenta construir un perfil de político joven y decidido, emulando a Bukele, como lo insinuó este fin de semana. El otro, que se perciba que el nuevo presidente —como congresista— también es responsable del grave momento que vive el país, y que no apacigüe el rechazo ciudadano, sino que lo agrave.
La clave será el paro convocado para el miércoles 15. Su éxito o fracaso marcará el rumbo político. Si la movilización es dispersa y de baja intensidad, Jerí culminará su breve mandato. Pero si ese día se producen amplias e intensas protestas, con el alcalde de Pataz en Lima, restándole legitimidad al gobierno y si, además, se responde con represión, su estadía en Palacio será tan corta como la de Merino. El desborde sería de pronóstico reservado. En ambos escenarios, el cronograma electoral se mantiene: es, al final de cuentas, el partido de fondo” (Perú21, lunes 13 de octubre del 2025).


