Conforme pasan las horas, las primeras impresiones que ya eran preocupantes con relación al nuevo Gabinete, se han convertido en alarmantes. Se ha pasado de un gobierno conservador de izquierda a uno puramente conservador y antireformista. Si antes predominaba un pensamiento de izquierda tradicional, de manual, ahora predomina el conservadorismo religioso (católico y evangélico) y mafioso. Es un Gabinete gris, por su mayor contenido y porque está a la cabeza de la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM), Héctor Valer, que a su cambiante camiseta política (Apra, UPP, Frente Amplio, Renovación Popular, Somos Perú y Perú Democrático) le suma su formación en una universidad de licencia denegada y sus antecedentes de denuncias de violencia familiar y otras perlas, que hacen de Valer, de un aliado acomodaticio a un personaje vulnerable por su pasado y su presente. No se sabe si el Presidente no encontró a nadie de mejores calificaciones o no quería a alguien incómodo. Valer se acomoda fácil, pues, pasó de ser un ácido crítico del presidente Castillo, en campaña, a convertirse en su apoyo y compartir bancada y entusiasmo con el ex Perú Libre, Guillermo Bermejo.
De los nuevos ministros que ingresaron, solo tres tienen importantes credenciales profesionales: César Landa, (Relaciones exteriores), Oscar Graham (Economía y Finanzas) y Alexandra Herrera (Energía y Minas). Mantiene a Hernando Ceballos, en Salud, casi el único sector que puede mostrar cierto éxito, sobre todo, en el plan de vacunación contra el Covid 19. Pero, de los que se mantienen, preocupa Betssy Chávez, especialmente porque busca que SERVIR pierda autonomía y esté subordinado al Ministerio de Trabajo, como es la dinámica de muchos actos del gobierno: atacar o disminuir toda medida de contenido meritocrático. Pero, lo más preocupante es la permanencia de Juan Silva en el Ministerio de Transportes y Comunicaciones, cercano a los intereses de los colectiveros informales, cuna de las mafias de los transportistas y, en consecuencia, alejado de toda reforma del transporte. El resto que se mantiene, si bien no se conocen sombras, tampoco se observan luces.
De los ingresantes, alarma la presencia de Alfonso Chavarry en la cartera del Interior, sector que requiere alguien sin cuestionamiento. Chavarry es la demostración que se seguirá la ruta del General Javier Gallardo, cuyas diferencias con el ex ministro Avelino Guillén, llevó a su renuncia y a la caída del Gabinete Vásquez. No solo no habrá reforma policial, sino que las mafias seguirán enquistadas. En el Ministerio de la Mujer se nombra a una homofoba y profamilia y, en Cultura y Ambiente, a personas sin conocimiento y experiencia. En resumen, el Gabinete Valer nace con tantas máculas y heridas que puede tener más corta vida que sus antecesores.
Si se observa más de cerca, se encuentra un Gabinete dirigido a generar acuerdos y guiños a congresistas de diversas bancadas, a los que se les busca para evitar una probable vacancia. Este es pues, un Gabinete de sobrevivencia, conservador y anti reformista, vehículo para que transite la informalidad, los intereses mercantilistas y mafiosos. Pedro Castillo no solo no está preparado para gobernar -como la mayoría de los candidatos que formaban parte de la pobre oferta del 2021- sino que, representa no una ruptura con el pasado, sino la continuidad del empobrecimiento de la política. Pero, ese envilecimiento se extiende al Parlamento que quiere vacar a Castillo, no obstante, necesita una salida controlada que no resbale hacia un nuevo proceso electoral, en el que los actuales congresistas no podrían candidatear, por estar prohibida la reelección. Este es el punto en el que cualquier retórica inflamada anti gobiernista, los frena. Salvo el escaño, todo es ilusión.
Pedro Castillo tiene serias limitaciones de toda naturaleza, sin puntos de apoyo y con recursos limitados. Esto ha permitido que la corrupción se extienda por su costado, contando con otro gabinete, el de asesores, que lo permite y lo aprovecha. Su presencia en el gobierno es ya un problema mayor. Si no lo vacan, porque los opositores no consiguen los votos o porque ahora tienen más coincidencias en la defensa de intereses oscuros y mafiosos o porque constitucionalmente es inaplicable, entonces, el pedido para que renuncie al cargo se podría extender. Pero, solo podrá materializarse si el “pueblo”, al que tanto invoca Castillo, pasa de tener una distancia pasiva a movilizar su irritación para que se vayan todos. En todo caso, Castillo ha dejado de Valer.