La política, aun cuando no lo parezca en la que tenemos actualmente en el Perú, envuelve vidas enteras incluyendo familias. Ocurre, sobre todo, cuando se trata de proyectos políticos que pretenden transformaciones para acabar con la injusticia y la inequidad. En América Latina encontramos muchos ejemplos a lo largo de la historia, de modo particular en el siglo pasado. En esta región de clamorosas injusticias, gobernaron dictaduras y gobiernos autoritarios que llevaron a que miles de personas y sus familias abrazaran estos proyectos. Una de estas tantas fue la familia del cineasta colombiano Sergio Cabrera. La historia de su familia, que recorre varios momentos de la historia contemporánea, es el centro de atención del último libro de Juan Gabriel Vásquez “Volver la vista atrás” (2021) que ganó, entre otros premios internacionales, el Premio Bienal de Novela Vargas Llosa 2021.
“Volver la vista atrás” -según los críticos el más logrado trabajo del novelista- es un libro sobre hechos reales que tiene como fuente las conversaciones que el autor realiza con el cineasta colombiano. Si bien es un libro de no ficción, lo notable es cómo Juan Gabriel Vásquez cuenta la historia de la familia Cabrera. Esta se inicia con el auto exilio familiar dirigido por el tío abuelo de Sergio Cabrera de la España del triunfante Francisco Franco luego de la guerra civil, pasando por República Dominicana y Venezuela para terminar en Colombia. Su padre, Fausto, se casó con Luz Elena Cárdenas, de Medellín, y tuvieron dos hijos Sergio y Marianella. En el libro se rememoran los vínculos y las relaciones entre estos cuatro miembros de la familia Cabrera a quienes los compromisos políticos les cambiaron drásticamente la vida. Fausto, quien se había labrado un lugar en la escena cultural colombiana, inclinó sus simpatías por el maoísmo en el conflicto chino-soviético, a inicios de los 60. Su evolución ideológica, lo llevó, como muchos de su generación, a un enconado fanatismo, que lo impulsó a llevar a toda su familia a la China de Mao Tse Tung, en plena Revolución Cultural. Allí Sergio y Marianella pasaron parte de su niñez y adolescencia –que el autor narra en escenas realmente conmovedoras-. Se educaron, trabajaron, formaron parte de los guardias rojos y recibieron formación militar con tal entusiasmo que los hizo sentir comprometidos con la construcción del socialismo con el sello maoísta.
Formados de esa manera regresaron a Colombia para enrolarse en la guerrilla del Ejército Popular de Liberación a lo largo de aproximadamente tres años. Aquel tiempo fue suficiente para experimentar no solo lo complejo y sacrificado de esa travesía, sino también los conflictos que se producen en esa letanía y aprisionante vida guerrillera, sobre todo, con sus superiores. Y para, posteriormente, cuestionar esa salida militar y hacer notar su desencanto en el proyecto político que reproducía también en su seno los dilemas y desencuentros que la organización no estaba dispuesta a aceptar. Fueron años invertidos en sueños utópicos que se cancelaron entre la lluvia y el barro de la selva colombiana. La familia Cabrera salió de esa oscuridad y cada uno de los cuatro trazó un camino que ahora se ha unido en una extraordinaria novela que no tiene la pretensión de dar lecciones, sino la de remecer la mente y el corazón de sus lectores.
Como bien señala Mario Vargas Llosa en una reseña del libro publicado por El Comercio el pasado 5 de octubre: “Cada lector debe sacar sus propias conclusiones, desde luego. Aquellos dos jóvenes están ahora lejos de ser aquellos que fueron, tal vez no arrepentidos, aunque ahora ya son distintos, más lúcidos y más independientes de todo aquello en que creyeron y se fueron volviendo” (El Comercio, martes 4 de enero del 2021).