El Congreso se resiste a eliminar el voto preferencial. El argumento central es que el candidato puede aspirar a ser elegido, con independencia del puesto que ocupa en la lista, producto de una selección que está controlada por la dirigencia partidaria. Sin embargo, los efectos, en diferentes direcciones, son mayores. Aquí tan solo diez razones para eliminar el voto preferencial.
- Desata una inevitable lógica fratricida. Es así que cada candidato, al necesitar ganar más votos que los compañeros de su propio partido, debe diferenciarse de ellos, convirtiéndose en competencia interna, allí donde debería haber colaboración.
- El partido político está incapacitado de desarrollar una campaña unificada, en la medida en que cada candidato hace la suya, impidiendo un mensaje partidario claro. Desde el lado del elector, debe recibir mensajes de candidatos presidenciales conjuntamente con cada uno de los candidatos de las listas parlamentarias, creándose una enorme bulla comunicativa.
- Es casi imposible conocer el origen y gasto de los recursos económicos de los partidos políticos, puestos que el candidato no informa o solos parcialmente sobre sus ingresos. Son los candidatos los que reciben dinero, pero están más expuestos a recibir dinero mal habido o ser fáciles canales de corrupción.
- La lucha al interior de cada partido es tan intensa y competitiva por el voto, que se torna imposible cohesionar a los candidatos alrededor de las propuestas programáticas, creándose una sostenida indisciplina partidaria.
- Se complejiza la labor del organismos electoral desde el planeamiento, elaboración de materiales, capacitación de miembros de mesa, información al elector, recojo y repliegue de actas, programa informático, así como el incremento del presupuesto.
- Reduce la posibilidad de un parlamento paritario, allí donde se establecido el mecanismos de paridad y alternancia.
- La votación se hace más compleja para el elector, pues en vez de votar tan solo por un partido, debe elegir hasta dos preferenciales, lo que crea varias combinaciones posibles, creando confusión y dificultando la labor de información de parte de la ONPE.
- De esta manera, los votos nulos se incrementan, debido a los errores en el uso de este mecanismo de elección, incrementándose también las actas con errores materiales que cometen los miembros de mesa.
- Se observa un aumento del tiempo de votación que invierte el elector para votar, incrementando la aglomeración en las filas de electores, tanto dentro como fuera de los locales de votación, lo que es riesgoso en un contexto de pandemia. Esto, a su vez, tiene efecto en el escrutinio y la entrega de resultados, aumentando la incertidumbre de conocer la composición del Congreso.
- Finalmente, se incrementa la carga procesal de los Jurados Electorales Especiales y, posteriormente, del Jurado Nacional de Elecciones, encargados de imparten justicia.
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