A los efectos letales que provoca la pandemia del coronavirus (COVID-19) en la salud pública, y a las consecuencias a la economía, se suma el impacto en la política, poco visible, pero no menos importante. En democracia, donde se establece que el poder se delega por un tiempo definido y se pone en juego a través de elecciones periódicas claramente estipuladas en las normas, no realizarlas en las fechas previstas es algo no contemplado. Sin embargo, las ya programadas han tenido que pasar por un debate de realizarlas o no, con las consecuencias poco claras.
En República Dominicana se celebraron, el domingo pasado, elecciones municipales, tras el fracaso de las mismas, debido a problemas en la implementación del voto automatizado, que llevó a la Junta Electoral Central a suspender los comicios del 16 de febrero, en una decisión sin precedentes y muy polémica. La elección, sin embargo, se llevó a cabo en medio del avance del coronavirus, en un país con una veintena de infectados y una persona fallecida. Sin embargo, pasados dos días, el gobierno ha cerrado las fronteras y ha declarado el estado de emergencia, pero la movilización para ir a votar ya constituyó un canal infeccioso.
Por el contrario, los gobiernos regionales del País Vasco y de Galicia decidieron aplazar las elecciones autonómicas del 5 de abril, debido a la expansión del coronavirus en un país como España, que tiene el cuarto número de muertos en el mundo. Este aplazamiento no ha sido fácil, pues deben encontrar una fórmula legal no contemplada en la normatividad española.
En Macedonia del Norte se debían realizar elecciones anticipadas el 12 de abril. Sin embargo, todos los grupos políticos decidieron aplazar las elecciones, para una fecha no determinada. Se han confirmado 26 contagios de COVID-19 y cientos de personas han sido puestas en cuarentena. Las fronteras se han cerrado, al igual que el aeropuerto internacional de Skopje.
En Colombia, debido a la emergencia por el avance del coronavirus, el gobierno nacional aplazó las elecciones de las juntas de acción comunal y juntas de vivienda comunitaria, que se debían realizar el 26 de abril. 93 son los casos confirmados en Colombia. Aún no se tiene fecha segura de las elecciones, pues dependerá del desarrollo de la epidemia. El presidente Iván Duque ordenó el cierre de todas las fronteras terrestres, fluviales y marítimas del país.
En Uruguay se deben realizar elecciones municipales el 10 de mayo, pero está en discusión su reprogramación, al igual que el plebiscito en Chile, programado para el 26 de abril. En tanto en Ohio, Estados Unidos, se han suspendido las elecciones primarias demócratas.
Pero quizá el caso más singular es el de Francia. El domingo último, se realizaron elecciones municipales en primera vuelta, pero inmediatamente después se suspendieron las de segunda vuelta previstas para este domingo, sin fecha cierta por el momento. El presidente francés, Emmanuel Macron, fue duramente criticado por mantener las elecciones en medio del azote y avance del coronavirus. Se suspendió una segunda vuelta en la que estaban convocados más de 48 millones de franceses, ingresando en el espacio gris de la figura de la postergación de las elecciones, que no tiene precedente en la historia francesa. Situación difícil para el gobierno, que invocaba el sábado a los franceses a quedarse en sus casas y el domingo a que concurran a votar. Esto es ya una derrota del gobierno de Macron, por su errática y contradictoria postura entre elecciones y coronavirus, lo que ha abierto una crisis con pronóstico reservado. El primer golpe se manifestó con un ausentismo que superaba la mitad del electorado, superior a otros registros.
El tiempo en elecciones es vital. Alrededor de la fecha de realización se articula todo y se desarrollan estrategias de todo tipo para ganar el acceso al poder. Aplazar una fecha beneficia y perjudica a los competidores. Esto es lo que explica los temores en tomar una decisión de esta naturaleza, que muchas veces llega tarde. Pero las elecciones ya no serán las mismas, luego del paso del coronavirus.