Mañana es un día crucial en el curso de las relaciones Ejecutivo y Legislativo, así como para el destino de la reforma política. Este proceso tiene, sin embargo, mucho tiempo madurando y ahora está en medio del conflicto más relevante del momento.
El informe de la Comisión de Alto Nivel sobre la Reforma Política es hasta ahora el único documento que tiene el propósito de hacer cambios relevantes de manera integral. En todo este tiempo, se han presentado al Congreso un sinnúmero de proyectos de ley de los más variados aspectos, pero carecían de una visión de conjunto y una propuesta que pudiera darle respuesta.
Lamentablemente, la reforma política ha sido solo apropiada por el Ejecutivo, mientras que la mayoría en el Congreso la está tratando como un mecanismo que busca reducir su poder y funciones. No hay una propuesta alternativa, sino un proceso de negación y poco debate de fondo. De los 12 proyectos de ley, se han discutido dos. Uno fue archivado y no se ha aprobado ninguno de los artículos discutidos del otro.
Lo peor, sin embargo, es que los argumentos presentados por muchos congresistas y críticos muestran un desconocimiento clamoroso sobre los proyectos que forman parte del informe. En otras palabras, no han leído sobre aquello que debaten. Menos, la necesaria exposición de motivos. Se guían probablemente de resúmenes y opiniones de terceros. Igualmente, no podía ser de otra manera, no relacionan los proyectos de ley, que es una de las características de la integridad de la propuesta del informe. Los argumentos son pues falaces, con lo que sus conclusiones también.
Un caso de ejemplo es el proyecto de ley sobre las elecciones internas de los partidos. Los argumentos son que ese modelo no existe en ningún país democrático, que va en contra de las organizaciones políticas, que será un instrumento para que los enemigos las dañen, que cualquiera puede participar y salir elegido, afectando así a los militantes de los partidos. Nada más alejado de la propuesta y de la lectura del proyecto de ley.
Elecciones internas de los partidos en las que vota cualquier ciudadano las encontramos en Estados Unidos, Francia, Uruguay, Argentina, Chile y se están fomentando en otros países de la región. En el Perú, todas las elecciones internas que realizan los partidos son cuestionadas por los propios militantes. Se realizan sin garantías y en condiciones precarias, por solo señalar dos recurrentes características. La propuesta plantea una elección interna abierta, simultánea y obligatoria, organizada por la ONPE, tan igual como cualquier elección nacional. En ellas se definen qué candidatos del partido de tu preferencia entran al Congreso y quién es el candidato presidencial; votando afiliados y no afiliados. En la elección interna irás a votar al local de votación asignado, a la mesa que te toca, donde recibes una cédula con los símbolos de los partidos y un casillero en blanco para que marques el símbolo del partido y el número del candidato de tu preferencia. No hay partido que pueda manipular a su favor, pues se trata de un padrón de 24 millones de electores. Con esto se legitima la selección de candidatos, se elimina el voto preferencial, se establece una barrera mínima que elimina a los grupos sin representación. Se hace participar a la ciudadanía y se rompe la distancia con los partidos.
Por eso, con todo respeto, si se leen detenidamente los proyectos de ley y el informe completo, se invertirán horas, pero también calidad en la discusión y en la decisión (El Comercio, lunes 3 de junio del 2019).