La crisis institucional por la que atraviesa la ONPE es parte de una más extensa que involucra a varias instituciones, donde de manera subterránea operan grupos mafiosos con mucha experiencia, que se reciclan y que prestan servicios a grupos políticos o autoridades corruptas.
Eso ha ocurrido en la ONPE, organismo que pasó su momento de mayor desprestigio con las cuestionadas elecciones del 2000. Pero gracias a un proceso de reorganización total que permitió el cambio casi completo de su personal y la expulsión del grupo mafioso enquistado en la institución, fue posible, en el 2001, organizar elecciones limpias, transparentes y de resultados incuestionables. Desde aquellas elecciones del año 2001, la institución cobró mucho prestigio y logró ganar la confianza ciudadana, que es el verdadero certificado de calidad.
Sin embargo, el CNM se empecinó en nombrar como jefe de la ONPEa una persona sin experiencia en procesos electorales. En oportunidades anteriores ocurrió algo parecido, descartando a profesionales probos y formados a lo largo de los años en esta actividad tan especializada como organizar elecciones y que, además, provenían de la propia institución. Pero lo peor es haber observado la operación de captura de la institución a manos de grupos mafiosos que habían sido retirados de la institución.
Iniciado el proceso disciplinario al jefe de la ONPE, es necesario aclarar que este no puede renunciar al cargo, tal como lo establece la ley orgánica, pues se está en medio de un proceso electoral. En cambio, el CNM sí lo puede remover. Sin embargo, esto podría no ocurrir si el Congreso destituye a todos los miembros del CNM, como ha solicitado el presidente de la República.
Si así sucede, el secretario general de la ONPE, que ocupa el cargo de jefe nacional temporalmente, se mantendrá en el mismo, hasta que se reanude el proceso disciplinario sancionador, pero con los nuevos consejeros elegidos. El problema es que hay una fuerte corriente de opinión para modificar el origen de estos mandatos. Pero para ello se requiere reformar la Constitución, que no se puede hacer sin que lo aprueben en dos legislaturas ordinarias. Pero ni el CNM se puede quedar sin consejeros, ni la ONPE puede quedarse con un interino que, por lo demás, forma parte del conjunto de funcionarios que han ingresado con esta administración seriamente cuestionada. Se debe obrar, en consecuencia, con celeridad, imaginación, pero apegado a las normas vigentes. Estas no permiten, por ejemplo, que ninguna institución externa pueda asumir ni temporalmente las funciones que tiene la ONPE, por tratarse de un organismo constitucionalmente autónomo.
La organización de las elecciones debe estar en manos de personas con experiencia, probas e imparciales. El daño que se la ha hecho a la ONPE solo puede ser reparado con la salida de aquellas personas que han ingresado para torcer el brazo de imparcialidad e integridad que tanto ha mostrado la ONPE en estos años.
Aclaración: fui jefe de la ONPE durante un mandato completo, entre el 7 de diciembre del 2000 y 6 de diciembre del 2004, y me tocó la suerte de dirigir con orgullo un equipo profesional que creó una fuerte identidad institucional, permitiendo recobrar esta importante institución para el país (El Comercio, jueves 19 de julio delo 2018).