Salvo para el presidente Pedro Pablo Kuczynski, quien terminado su mandato se retirará de la política activa, el resto de políticos están en permanente campaña, pues buscan el poder. Combinar esta necesidad con el bien común no resulta fácil, más si se carece de experiencia. Y si esto es una carencia de la mayoría de los políticos, se convierte en un problema. El resultado es un Gobierno que se muestra más débil de lo que puede ser y una oposición parlamentaria que es más agresiva de lo que debe ser.
Ya hemos comentado en esta misma columna que nuestro diseño presidencial tiene incrustados mecanismos parlamentarios que no son propios ni frecuentes de los sistemas presidenciales (interpelación, censura, voto de confianza, disolución del Parlamento), por lo que su uso debe ser adecuadamente ponderado y solo en casos límites. Es por eso que la censura solo ha sido aplicada tres veces en 36 años: Ross Link (1991), Fernando Rospigliosi (2004) y Ana Jara (2015).
El mensaje a la nación del presidente tenía un sentido, el de evitar mayor confrontación con la bancada fujimorista, y para ello llamó al diálogo. El presidente señaló que el Gobierno había desistido de presentar la cuestión de confianza y esperaba que a partir de su convocatoria se abra el diálogo con las distintas fuerzas del país. Con esto PPK intentaba persuadir a la bancada de Fuerza Popular de su propósito censurador.
Pero el presidente abrió la puerta a la censura del ministro Saavedra sin ninguna defensa efectiva. Ni siquiera dejó claro ante la opinión pública que el no insistir o no presentar la cuestión de confianza debe ser compensado con el retiro de la moción de censura por parte de la mayoría parlamentaria. Bajar las armas y cada uno a su esquina. Con ello, prácticamente deja caer al ministro que encabeza una política, la educativa, que el propio Gobierno dice defender. PPK solo dijo que esperaba que la oposición actúe con responsabilidad. Pero con tan poco énfasis que esta no se sintió presionada ni interpelada, pues inmediatamente sus voceros respondieron que de todas maneras censurarán al ministro.
El presidente pudo no llegar a proponer la cuestión de confianza, pero cosa distinta es quedarse con las manos vacías. El Gobierno está en la obligación de gobernar y exigir que, dado que la oposición es mayoritaria, lo dejen hacer. En cinco meses ningún Gobierno puede presentar resultados, pero sí puede mostrar debilidades. Ahora el Gobierno solo espera que la censura al ministro produzca que la opinión pública castigue a Fuerza Popular por esta medida que calificó de injusta.
La oposición tiene los suficientes votos para jaquear y desgastar el Gobierno, esperando el relevo, por lo que siempre estará en campaña. PPK, con un Gabinete más técnico que político y con una bancada poco cohesionada, solo puede apelar a la opinión pública como fuente de legitimidad. De lo contrario, podrá correr la misma suerte de sus antecesores. El camino de la desaprobación (El Comercio, jueves 15 de diciembre del 2016).