La década del treinta ha sido una de las más agitadas de la vida política peruana y el mundo. En el Perú irrumpían el Partido Aprista, el Partido Comunista y la Unión Revolucionaria. En el mundo, el fascismo y el nacionalsocialismo atraían en masa a militantes bajo la prédica nacionalista con un profundo anclaje conservador. La fascinación que ejercían Mussolini y Hitler a niveles de culto arrastró a millones de personas a permitir la construcción de estados totalitarios, que posteriormente se expandieron territorialmente a través de la guerra, en donde murieron millones de personas.
Esa fascinación llegó también a nuestra tierra, en donde figuras como José de la Riva Agüero, Raúl Ferrero Rebagliati, Luis A. Flores, Guillermo Hoyos Osores, Guillermo Lohmann Villena, Pedro M. Benvenutto Murrieta o Carlos Miró Quesada Laos, entre otros, fueron declarados fascistas.
La vida de este último, uno de los directores del diario El Comercio, es el eje central de la novela de no ficción Orgullosamente solos de José Carlos Yrigoyen. Sorprenderse primero al descubrir que Carlos Miró Quesada Laos, su abuelo, era un conspicuo admirador y propagandista del fascismo, removiendo las fibras más sensibles de los afectos del joven Yrigoyen, lo llevó a hurgar en documentos y testimonios para encontrar, en toda su real magnitud, la verdadera historia, tanto pública como familiar de quien era su abuelo.
Orgullosamente solos es un libro que cuenta una historia interesante, atractiva, con una delicada prosa que Yrigoyen ya había mostrado con creces en ese su otro buen libro Pequeña novela con cenizas. Un libro conmovedor, que difícilmente se puede escribir, cuando por delante se trata de una persona que por mucho tiempo fue, para el autor, esa figura admirada. Ahora que hay feria del libro, esta novela no solo es recomendable, sino de lectura necesaria. Aquí no hay pierde (Peru21, domingo 23 de octubre del 2016).