Los partidos no tienen en claro qué hacer con la reforma política. Es más una presión externa, que un deseo interno. Intuitivamente piensan que deben ser menos numerosos, pero hacen todo para que sean más. La forma que han optado los partidos en el dictamen que será debatido este jueves es más exigente con los requisitos para inscribir partidos y condiciones para cancelarlos. Medidas que no entienden la realidad precaria de sus organizaciones, por lo que muchas medidas no funcionan.
Hoy, entre los requisitos más importantes para inscribir partidos, se encuentran la presentación de firmas de adhesión equivalente al 3% de los que sufragaron en la última elección general, poco menos de medio millón. De la misma manera, 67 comités provinciales en al menos 17 departamentos, con al menos cincuenta miembros o militantes. Cada partido debe tener no menos de 3,250 militantes. Tan ficticio que en el portal del JNE aparecen partidos con decenas de miles de militantes, que ya quisieran tener.
A su vez, la cancelación de la inscripción se produce si el partido no supera el 5% de los votos o no consigue seis escaños o si el partido no se presenta a una elección general.
Resulta que con ese diseño hoy tenemos ya 21 partidos nacionales y 124 regionales. ¿Esto es porque los requisitos son fáciles de alcanzar? Eso parece indicar el dictamen de la Comisión de Constitución, pues ahora quiere introducir un mínimo del 5% de firmas de adhesión para inscribir un partido. Pero la realidad indica que, pese a la precariedad de los partidos, en las dos últimas dos décadas, las firmas no han sido un impedimento, pues han logrado la inscripción, más de cincuenta partidos políticos. Para ser directos, a más número de firmas requeridas, más falsificadas. Los comités provinciales, pasan por el mismo requisito de ser figuras formales, pero no reales. Es decir, subir el porcentaje solo beneficiará a las organizaciones que tienen capacidad económica para organizar y pagar una estructura de apoyo ficticia.
De otro lado, el dictamen diseña una cancelación de inscripción supuestamente efectiva, al proponer agregar porcentaje al 5% mínimo, cuando se trata de alianzas electorales. Sin embargo, al lado de esta medida, el dictamen permite que un partido mantenga su inscripción si no se presenta a elecciones. Si la alianza electoral es el camino que usa el partido para salvar su inscripción, una medida más efectiva puede ser prohibirlas, pero incentivando la fusión entre partidos. Medida que no es descabellada, pues la diferencia entre muchos de ellos no es programática, sino tan solo entre dueños de las marcas.
Una propuesta más efectiva, es solicitar menos requisitos. Por ejemplo, un partido podría inscribirse con muy pocos miembros (digamos cien y algunos requisitos formales), pero que esté obligado a participar solo, no en alianzas electorales, en elecciones internas simultáneas organizadas y fiscalizadas por los organismos electorales. Si en las internas de un partido no participa al menos del 0.1% del padrón electoral, se le cancela la inscripción, deben de pagar una penalidad económica (equivalente a lo que les cuesta la inscripción actual) y no puede presentar candidatos. El resto de partidos que sí supera el umbral, puede inscribir candidatos, pero obligatoriamente en el orden establecido por el resultado de la elección interna.
Si el partido político en la elección parlamentaria no supera el 5% y no consigue seis escaños, requisito del reglamento del Congreso para formar una bancada parlamentaria, se le cancela la inscripción.
Medida como esta no cambia el mundo, pero es más sencilla, sincera la realidad y evita gasto innecesario al fisco (firmas y locales) (La República, 27 de setiembre del 2015).