(Entrevista de Mijail Palacios Yavar, Página Central.pe). Al doctor Fernando Tuesta Soldevilla, con 59 años de edad, muchos lo recordamos por su destacado papel como jefe de la Oficina Nacional de Procesos Electoral (ONPE), entre 2000 y 2004, tras la ‘renuncia’ del ex presidente Alberto Fujimori (hoy preso). Tuesta no solo es un reconocido analista político sino melómano, hincha de Alianza Lima y militante del orden y la minuciosidad en sus libros y música. “Si tuviera que escoger ser algo, sería un DJ”, nos dice. Con ustedes DJ Tuesta y sus mejores canciones.
¿Ha adquirido música pirata?
Muy poco, solo aquello que no he podido encontrar. Si hay un disco que lo puedo comprar original, lo hago. No compro pirata ni en Polvos Azules ni en los semáforos. Nunca. Tengo aprecio por los discos. He comprado en algunos puestos en Polvos Azules sobre cosas especiales que no encuentro. Por ejemplo, algo de jazz.
¿Qué géneros musicales prefiere?
Si hay alguna obsesión que tengo es el orden. Toda mi música la tengo ordenada por géneros, por temas, orden alfabético. Desde baladas, boleros, música criolla, folclor, jazz, música mexicana, salsa hasta chill out. Lo que sucede es que yo, desde joven, cuando estaba en mi barrio, no solo me gustaba la música sino que ponía música. Siempre en las reuniones era el encargado de la música hasta el día de hoy.
¿Qué música prefiere no escuchar?
Ciertamente, no estoy al tanto de la música actual, porque para estarlo se requieren algunas condiciones: escuchar radio, ir a conciertos, tampoco veo mucha televisión. Pero como yo suelo poner música no siempre pongo la que a mí me gusta sino la que le agrada a la gente. Entonces, tengo las típicas de las fiestas…
Un reggaetón…
Claro, Daddy Yankee (risas).
¿Qué opina del reggaetón? Mucha gente ‘culturosa’ la señala negativamente.
Yo no tengo ninguna aptitud para la música. Soy negado para la música. Tengo una virtud: sé reconocer mis limitaciones y desde chico las tuve. Incluso, cantar. A estas alturas, yo aprecio música diversa, aún cuando alguna gente cree que, por ejemplo, a mí me gusta más la salsa, y no es tan así. Me gusta la salsa, pero me gusta el latin jazz. Me gusta el tango, la música electrónica. Por ejemplo, lo que hizo Bareto en losúltimos tiempos me gusta no solo porque lo hacía Bareto sino porque era cumbia que a mí me agrada. Me gusta la música menos Arjona, Julio Iglesias y las tunas.
Cuénteme sobre su historia musical.
Yo vengo de una familia donde los gustos musicales eran totalmente diversos. A mi padre le gustaba la música criolla. A mi madre los pasillos. A mis hermanos los tangos, los boleros, pero también el mambo, las guarachas. Tenía un hermano al que solo le gustaba la música clásica. Y a nosotros, los menores, solamente rock en inglés. Además, en esa época uno es más cerrado. Entonces, usar el tocadisco era un pugna. A mí me gustaba el rock de The Beatles, Rolling Stones. Tenía vinilos de todo Black Sabbath, Uriah Heep. Estamos hablando de los años 70’s. Estaba en el colegio. Tenía Yes, Pink Floyd, Jethro Tull, del que tenía el disco Thick as a Brick. En aquella época en el Perú no se traía tanto disco, porque era la época de Velasco. Uno aprovechaba para comprarles los discos a los amigos que venían de EE.UU. El que ayudó mucho en esa época fue Gerardo Manuel. Para mí generación Gerardo Manuel fue la persona que mantuvo el rock. Fue algo así como el Delgado Aparicio del rock. Además de fundador de varios grupos.
Debe haber escuchado a Los Saicos.
Yo vengo de un barrio de Lince, lo que era el cine Country. A una cuadra y media estaban Los Saicos. Yo era muy niño cuando tocaban. En esa época hubo lo que se llamaban las matinales de la nueva ola, que eran organizadas por las promociones de los colegios. Se daban los sábados y domingos, a las 11 de la mañana. Y venían todos los grupos. Sonaban Los Doltons, Los York’s, Saicos, Shain’s, etc. Algo que marcó mucho fue Woodstock, y llegó la película que solo la podías ver en los cines de pantallas muy grandes, como el Orrantia. Ahí apareció Santana y era la fusión. Para mi generación, Santana es el tránsito que te permite escuchar cosas distintas al rock en inglés. Cuando vino yo tenía 14, 15 años y adquirí mi entrada para verlo… En esa época, también, unos amigos venían de Nueva York de vacaciones. De repente, un día escucho un disco que habían traído, y era la Fania All Stars. Primera vez que escuchaba a Willie Colón y a Héctor Lavoe. Al inicio los oí con escepticismo, sonaba duro, sonaba a barrio. Luego, cuando ingreso a la Universidad Católica, uno empieza a tener amistades distintas, la diversidad, y apareció la cumbia.
¿Bajo qué coyuntura sonaba la cumbia?
En esa época el movimiento estudiantil era muy fuerte y te llevaba a conocer Lima: Caja de Agua, Yerbateros, Piñonate. Y así vas conociendo Los Destellos, Los Ecos, etc. No era una música que compraba, pero me agradaba mucho. Posteriormente, los boleros. Claro, en la universidad: los patas, reuniones, cantinas y en las cantinas la rockola, y en la rockola ‘Por qué ahora’ de Vitín Áviles, que fue el bolero de mi generación. Extraordinario, de aserrín… Además, compraba una revista argentina que se llamaba Pelo. Era un mundo sin Internet. Con el correr del tiempo, adquirí una deuda y para pagarla entregué toda mi colección de vinilos y me quedé en cero. Pero justo viene el cambio del disco al casete, y empecé a hacer compilaciones en casete y a grabar… Cuando me voy a Alemania en los 90s, mi interés por el jazz y latin jazz crece. Para esto ya cambié casete por CD’s. Y en Europa encontré de todo, desde salsa hasta música clásica. Cuando regresé, ya tenía una apreciable discoteca. Tengo unos 1,300 discos. Además, interconecto mi ipad, iphone, imac en la nube y tengo mi música en todas partes.
¿Cuál es el colmo de un melómano como Tuesta Soldevilla?
El orden, no soportar discos que no estén en sus cajas, eso me enfurece. O cada vez que viajo, y lo hago seguido, compró música del lugar.
¿Qué conciertos lo han marcado?
El de Paul McCartney en Lima, porque es un clásico. Es como que alguien diga que ha visto a Beethoven. Paul es el Beethoven de nuestros tiempos.
¿Escucha rock peruano?
No tanto como quisiera, porque implica ir más a conciertos. Quizás eso se deba porque prefiero estar más cómodo, es un proceso de aburguesamiento (risas)… El González Blues de Miki González me parece un disco notable. Y en otro género, Sabor y Control hace muy buenas cosas. Ahora, no estoy al tanto de la movidad musical actual (por eso no me siento melómano), no porque no quisiera sino porque no tengo tiempo. Mis ocupaciones profesionales me limitan. Si tuviera que escoger ser algo, sería un DJ.
DJ Tuesta.
Lo fui en Alemania. Cuando estaba haciendo el doctorado y había un grupo de alemanes y latinos que organizaban fiestas. Me junté con ellos y, como yo sabía de música, me dijeron que la ponga. Es más, en el verano llegamos a hacer fiestas en el castillo de Heidelberg, con salsa, merengue, incluidos concursos de baile.
¿Y a qué discos siempre regresa?
Yo quiero a mis discos como a mis libros. Cada uno de mis libros está forrado, casi son intocables y, además, están con mi sello. Con los discos tengo la paciencia de tener una base de datos de las canciones, intérprete, cantante y el CD dónde lo puedo encontrar.
Ese es, verdaderamente, el colmo del melómano Tuesta…
(Risas) Este es el colmo de un melómano. Por eso ya tengo reparos de mostrárselo a todo el mundo, porque me van a decir ‘este es un loco’… Sí es el colmo, porque necesitas tiempo. Incluso, una vez contraté a una persona que me ayude porque se me habían acumulado los discos.
Retomando, ¿a qué discos siempre regresa?
Esa pregunta me la hago cuando voy en el auto o cuando viajo. Digo: ‘¿qué llevo?’. Escojo los discos al azar. Pero, por ejemplo, “The Swan”, interpretado por Yo-Yo Ma, de esas cosas que son recuerdos de mi niñez.
¿Amanece y pone música?
Sí. Tengo dispositivos en varios ambientes.
¿La música y la política en qué momento se encuentran?
La política ha usado la música. La Marsellesa, que se identifica tanto a la revolución francesa; claro, en el Perú a los apristas (risas). Luego vino una época de la música de protesta (que a mí no me ha gustado el nombre), como Víctor Jara, Quilapayún. Pero no cultivo esa música, pese a que mi tema es la política.
¿Por qué?
En general sobre el arte y la política, creo que el primero debe tener autonomía. Si lo toma está bien, pero no es como subsumido al servicio de… que es algo que se discutía en los años 70’s.
En el rock ha estado muy presente.
Claro, puedes tener cosas muy bien hechas, súper interesantes. Pero debe ser porque los intérpretes lo sientan, y no casi por encargo. Esto fue muy fuerte en la época de la Unión Soviética, que las letras significaran algo, como un sentido también propagandístico. Eso yo no lo apreciaba así. Esto no quiere decir que la política o lo social no estén presentes. Por ejemplo, en una extraordinaria salsa de Rubén Blades, ‘Pablo Pueblo’, es realmente notable. Qué más cuestionamiento social que ‘Pablo Pueblo’. Y no necesitas ninguna arenga o panfleto. También algunas cosas hechas por Los Prisioneros, interesantes. O el caso de George Moustaki y su espíritu de mayo del 68.
¿Qué opina de los músicos que tocan para políticos?
Tampoco me gusta. No quiero sancionar. Si fuera músico, yo no lo haría. Ahora, hay algunos casos donde sí hay identificación, lo cual no está mal. Recuerdo que para el plebiscito de Augusto Pinochet en Chile yo estuve de observador y en la campaña del ‘No’ apareció Quilapayún.
Hay músicos que se vuelven políticos…
Rubén Blades, Wilfrido Vargas, Palito Ortega con los peronistas.
¿Es más confiable un político músico?
No necesariamente. Hay de todo.
La gestión municipal de Lima que se va ha invertido mucho en cultura. ¿Qué se puede esperar con Luis Castañeda?
No hay indicios que pueda ser igual. Pero desde un sentido pragmático podría tomarlo, porque a veces no puedes estar interesado en generar, pero te das cuenta que ha funcionado bien… Sería una lástima que no continúe… Aunque algunos aportes culturales de la época de Alberto Andrade, Castañeda lo dejó. Ojalá nos sorprenda.
¿Qué tan importante es una política cultural para una ciudad?
Muy importante. Tu te das cuenta, por ejemplo, la oferta cultural que hay en ciudadeas de México y Brasil. En Santiago y Bogotá. Es fundamental. Mejora la calidad de vida.