El Congreso lamentablemente reacciona de manera inmediatista. La prohibición de la reelección para los presidentes regionales, no es una señal contra la corrupción (ver noticia). Esta puede seguir desarrollándose en un período de mandato y mutando como un virus. Se trata de redes de mafias que operan sin un centro que lo articule todo. Por eso que la salida de César Alvarez (Ancash) o Klever Melendez (Pasco), le sucederán otros. Por lo demás, la tasa de reelección regional es baja.
La presencia, fortalecimiento y control del poder regional de parte de estas organizaciones de ámbito departamental (no existen regiones) es el resultado de la debilidad de los partidos nacionales que se auto excluyeron de la competencia electoral o se subordinaron al dinero fácil, habiendo dejado la cancha libre, desde el 2002, a muchas agrupaciones que articulan desde intereses populistas hasta los mafiosos.
Es más, no se ha levantado toda la alfombra para ver la acumulación de suciedad que hay a nivel de muchos municipios provinciales y distritales. Si el control para la autoridad regional ha sido relajado, a nivel municipal ha sido mayor. Las listas locales que ganan, desaparecen legalmente cuando termina la elección. No dan cuenta a una instancia política mayor y no son responsables ante nadie. Las transferencias de recursos económicos se han multiplicado por diez en la última década, convirtiendo a los municipios en botines de listas locales a quienes les basta un período de mandato, para esquilmar las arcas públicas.
Se debe permitir la reelección tanto a nivel regional como local por un solo período, pero al lado de esto ajustar los mecanismos de reglas de juego en la Ley de Partidos Políticos (propuesta de los organismos electorales, dejado de lado por el Congreso) y desarrollar una activa participación y coordinación de la Contraloría General de la República, el Ministerio Público, el Poder Judicial y ciertamente el Ministerio del Interior, como se hizo en los casos antes nombrados. De lo contrario, como muchas veces sucede, estaremos reformando las normas, sin conseguir los efectos deseados.