En las democracias, a la autoridad se le evalúa al final del mandato. Generalmente, cuando esta autoridad se presenta a la reelección, el premio o el castigo es la forma en que se traduce esta evaluación. Se respeta el mandato por un período, previa y aceptadamente acordado. Salvo situaciones excepcionales, claramente tipificadas en las normas, el mandato que recibe una autoridad, no puede ni debe ser interrumpido. No puede serlo porque el poder que ostenta ha nacido y otorgado a través del voto, en una competencia libre entre varios competidores y cuyos resultados no han sido cuestionados.
La autoridad ha sido, pues, investida de un poder representativo. períodos, frecuencias y simultaneidad de las elecciones tienen diversas combinaciones, pero en general, es la raíz en la que reposa la democracia y parte de su estabilidad.
En algunos países, se han introducido algunos mecanismos, llamados de democracia directa, que otorgan la posibilidad de participación y control del poder de parte del ciudadano. Así, como en nuestro ordenamiento jurídico, tenemos el referéndum, la iniciativa legislativa de dispositivos municipales, regionales y de reforma constitucional, la rendición de cuentas, la remoción de autoridades (designadas) y la revocatoria de autoridades (elegidas).
Este último mecanismo, la revocatoria, lo tienen muy pocos países en el mundo. En las democracias occidentales, solo se encuentran a nivel subnacional y en algunos estados. No es pues un derecho extendido ni menos consustancial a la democracia. Es más, algunos países usan varios MDD, pero no la revocatoria.
Es que si bien la idea –muy antigua por cierto, Marx lo recuerda en su Comuna de París– es cautivadora, como ejercicio de participación, su aplicación es compleja, cuando no contraproducente, pues una cosa es la revocación en comunidades pequeñas y antiguas y otra, su aplicación en comunidades democráticas modernas. Es por eso que su uso es acotado a muy pocos países, aun cuando es ciertamente popular.
Ciertamente lo popular es visto también, en América Latina, por todo aquello o aquel que canalice la insatisfacción por los resultados de la democracia. No es casual que la revocatoria se introduzca en los países cuyos sistemas políticos y partidistas se agrietaron y se desplomaron, como Colombia (1991), Perú (1993), Venezuela (1999), Ecuador (2008) y Bolivia (2008), en ese orden de incorporación constitucional. Todos países andinos cuyas sistemas políticos han sido inestables y donde al amparo de la crítica a los partidos y las instituciones representativas, germinaron y se desarrollaron liderazgos carismáticos y autoritarios.
Pero más allá de la idea originaria, ahora que se plantea modificar la ley 26300, que incluye a la revocatoria, lo importante y serio es hacer un balance de su aplicación en estos 16 años, para observar si ha cumplido con los objetivos planteados, por ejemplo evaluar autoridades, y si ha sido un mecanismo que ha permitido la mejora de la calidad de la democracia a nivel local y regional.
Algunos datos que puedan ayudar. Del universo de municipios –ningún gobierno regional–, en donde se ha realizado consulta popular de revocatoria, el 92% son distritos de menos de 5 mil electores. En estas localidades, la presencia partidaria es casi inexistente. Las organizaciones locales que ganan las elecciones desaparecen cuando terminan estas. Los promotores de las revocatorias son, generalmente, ex candidatos y ex alcaldes. El mecanismo de revocatoria ha sido un instrumento para la captura del municipio, a través de un adelanto de elecciones.
Allí donde ha prosperado la revocatoria –en número mayor a cualquier país del mundo–, el municipio ha vivido la experiencia de autoridades provisionales con poca experiencia y con nuevas autoridades con poco tiempo para producir una mejor gestión local. Pero lo más claro es que el mecanismo de revocatoria difícilmente ha estado relacionado con una evaluación de la autoridad. Sí ha servido para el aprovechamiento de venganza y la canalización de la desafección de las instituciones, en un contexto de ausencia de partidos.
Sobre la base de lo que ha ocurrido en el país es necesario hacer un balance y no detenerse a una defensa lírica y genérica, permitiendo que sigan ganando terreno posturas demagógicas como aquella que busca extender el mecanismo a congresistas y presidente de la República. Nuevamente, la medicina puede ser peor que la enfermedad (La República, 11 de abril del 2013).
Puede ser que haya mecanismos para evaluar o revocar a nuestros gobernadores y eso es genial, pero el problema de si son funcionales o no, como en todo aspecto la vida depende de un factor de honestidad personal… honestidad y responsabilidad de un ciudadano, por ejemplo… para votar en una revocatoria con plena conciencia de la existencia de hasta el último de los peruanos y como va a afectar su decision a ellos, lamentablemente, todas esas "herramientas" de evaluación y revocatira, no son más que una mascarada, no solo por la falta de honestidad, sinceridad, ética, responsabilidad, de los ciudadanos, si no lo que es peor, algo completamente intolerable (dado el compromiso con las millones de personas sobre las cuales se obtiene responsabilidad), y sin embargo tolerado, de todos esas falta en nuestros gobernates.. la politica en mi querido Perú Sr. Tuesta es una hipocrita mascarada, de intereses particulares, donde más tiene que ver el marketing que cualquier cariño a la patria o a sus ciudadanos…