"Conocida la decisión del Consejo Nacional de la Magistratura de declarar desierto el concurso Público para elegir al Jefe Nacional de la ONPE, he tomado la decisión personal y profesional de renunciar a dicho cargo que venía ejerciendo desde el 7 de diciembre del año 2000 y a postular a un nuevo concurso. Y es que la decisión adoptada por el Consejo Nacional de la Magistratura lleva un mensaje explícito: considera que ninguno de los candidatos que nos presentamos a dicho concurso reúne las condiciones necesarias para desempeñarse como Jefe Nacional de la ONPE.
Por mi parte debo manifestar que en estos casi cuatro años he demostrado al país y a los países hermanos de América que somos capaces de dirigir procesos electorales limpios y transparentes; además de haber reconstruido una institución moralmente en la quiebra.
Hace 4 años el Consejo Nacional de la Magistratura me entregó el encargo de Jefe Nacional de la ONPE, función que juré cumplir con la responsabilidad y la entereza moral y profesional que el puesto demanda.
Mi llegada a la ONPE no fue producto de la improvisación ni el acto de un aventurero en busca de un cargo público. Yo llegué con una experiencia de más de dos décadas de trabajo en el campo electoral. He dedicado mi vida profesional a este tema.
Sin embargo, en este concurso de manera inexplicable, algunos miembros del Consejo Nacional de la Magistratura han considerado que ni mis 21 años de trabajo en el campo electoral, ni mis 4 años al frente de esta institución que ha realizado 8 procesos electorales impecables, son suficientes credenciales para volver a ser Jefe de la ONPE.
Por lo pronto ahora puedo decir que he cumplido con mis responsabilidades al frente de la ONPE. Los logros de esta institución, que son evidentes para la opinión pública nacional e internacional, no son sólo logros personales sino de todo el equipo profesional que ha laborado conmigo en estos 4 años. Sin embargo, ya que estos logros no son considerados como suficientes por el Consejo Nacional de la Magistratura, lo lógico –aunque doloroso– es que tenga que renunciar.
Renuncio, además, por el respeto que los funcionarios y trabajadores de la ONPE me merecen. No quisiera que ninguna animadversión o encono contra mi persona pueda repercutir en ellos. Siempre he dado la cara y asumido mis responsabilidades y ese ejemplo es el que quisiera dejarles. La dignidad y el orgullo por nuestro trabajo es un bien invalorable que nos pertenece a cada uno de nosotros y será el legado que les dejemos a nuestros hijos.
Finalmente, las instituciones continúan más allá de las personas. A la gente de ONPE no necesito explicarle cuáles son mis sentimientos hacia ellos, sino que en mérito a esos lazos imborrables que ya nos unen, pedirles que continúen trabajando como hasta ahora. Hemos demostrado en estos cuatro años que el Perú y sus instituciones pueden mejorar cuando un equipo humano se compromete desinteresadamente por un ideal y le entrega todo su empeño y dedicación. Nuestro ideal al ingresar a la ONPE fue devolverle al Perú la confianza en su institución electoral y demostrarle al mundo que los peruanos podemos hacer elecciones limpias, justas, transparentes e incuestionables. Con mucho orgullo podemos decirle al Perú que hemos cumplido. Gracias.
Lima, 23 de noviembre del 2004
Fernando Tuesta Soldevilla