Varios audios que comprometen a altos funcionarios del gobierno aprista hacen caer al gabinete Del Castillo, para dar paso al de Yehude Simon, presidente regional de Lambayeque, en la peor crisis política del segundo gobierno de Alan García. Así en una semana, la agenda se recarga de política, allí donde sólo se centraba en la economía. El hecho sucede en el peor momento y de la peor manera para el gobierno. El gabinete cae por un tema de corrupción, que conjuntamente con el económico, son los más sensibles para la opinión pública, en medio de los temores del impacto de la crisis económica internacional y a pocas semanas de la Cumbre de APEC.
Del Castillo, era el hombre de mayor confianza política del presidente García. Su experiencia y capacidad de diálogo con diversos sectores sociales y políticos lo llevó a que su premierato tuviera una duración de poco más de dos años. No es poca cosa, si se tiene en cuenta que es el primer ministro que más ha durado en el cargo, en el último cuarto de siglo. Sin embargo, su pugna por el liderazgo interno en el Apra con Mercedes Cabanillas y Muricio Mulder y su encono con la bancada fujimorista, que viene desde la década pasada, pero se acrecienta en sus declaraciones en el proceso judicial a Fujimori, no dejaron de ser problemas para un primer ministro que tuvo que cargar con la pesada carga de los cuestionados ministros de Salud e Interior, justamente militantes del partido de gobierno.
Pero, si el gabinete ya arrastraba serios problemas debido a que crecimiento económico no era acompañado con una satisfacción mayoritaria de la población, los conflictos que se generaban (paralizaciones sindicales y regionales) y otros latentes, lo hacía débil y que llegaría con las justas a la cumbre de APEC. Los audios que comprometen millonarias licitaciones de lotes de explotación petrolera, mostraron esta debilidad, por lo que su renuncia evitó una segura censura del Congreso y mayores daños políticos para el gobierno.
Pero si la renuncia del gabinete Del Castillo, fue un duro golpe para el gobierno, la designación de Yehude Simon como primer ministro, mostraron a un Alan García con una rápida reacción, reordenando las fichas del tablero político. No se esperaba una designación de tal naturaleza, si se tiene en cuenta la cercanía del presidente con prominentes figuras conservadoras y/o del Opus Dei, como Luis Giampietri, primer vicepresidente, Rafael Rey, ex ministro de la Producción, el propio cardenal Luis Cipriani, así como del fujimorista, quien le otorgó mayoría en el Congreso, en cuantiosas oportunidades.
Yehude Simon, con un pasado de raíces de izquierda marxista, que purgó cárcel durante ocho años por sus supuestos vínculos con el MRTA, posteriormente amnistiado en el gobierno de transición de Paniagua, es un personaje con experiencia política y de exitosa gestión en la región Lambayeque. Sus pretensiones de ser candidato presidencial en el 2011, son públicas y reiteradas. Por lo tanto ¿este es un giro a la izquierda de parte del gobierno aprista o la oportunidad que no quiere desperdiciar, un político aggiornado como Simon?
Es claro que García no tenía en el Apra, a un cuadro de las calidades parecidas a Del Castillo, pero además el 75% de la opinión pública demandaba a una figura independiente. Optar por Simon, el único no aprista, en los dos gobiernos de García, le ofrecía, como se ha manifestado en las primeras reacciones, un respiro y un aire fresco al gobierno, situación que se podrá acrecentar o atenuar, dependiendo de la composición del gabinete. Si bien Ollanta Humala ha señalado sus reservas y las fujimoristas Moyano y Cuculiza, han mostrado su desencanto por su pasado izquierdista, en general, su sólo nombramiento ha despertado expectativa, en un momento en que el gobierno parecía arrinconado. Por lo demás, la presidencia de la asamblea de presidentes regionales, que encabezaba Simon, da cuenta de un liderazgo, en un espacio en donde el Apra mostraba su orfandad.
El nuevo gabinete inaugurará en nuevo período en donde encontrará a dos antiguos opositores -García y Simon- pugnando por un mismo objetivo, esperando que la ciudadanía y la opinión pública respondan favorablemente. Sin embargo, el tema de corrupción, el impacto de la crisis internacional que se sentirá pronto, así como los conflictos sociales, acicateados por una política económica que parece no cambiará, no son precisamente los ingredientes de una tarea fácil. Por eso, en esta suerte de cohabitación, son más las preguntas que quedan sin responder.
(Infolatam, lunes 13 de octubre del 2008)