Entre la emoción y el nerviosismo Alan García no se percató del protocolo y él solo se colocó la banda presidencial. Y es que 21 años después del inicio de su primer gobierno, tenía la oportunidad histórica de reivindicarse luego de haber presidido uno de los gobiernos más catastróficos que se recuerda.
Este 28 de julio –día nacional de Perú- García recibe una economía, que reboza en crecimiento superior a lo mostrado en los últimos 50 años, pero que sin embargo, está acompañada por una casi insignificante disminución de la pobreza y un desprestigio de la política que Toledo y su entorno tanto ayudaron.
No es casual por ello que en la primera parte de su discurso Alan García, ante un nuevo congreso, en donde carece de mayoría, centró su atención en el tema de austeridad en el gasto, particularmente en aquellos rubros que considero superfluos, con clara referencia a la administración anterior. Un discurso con propuestas generales en líneas de desarrollo y en otros pasajes, demasiado detallista cuando se trataba de propuestas sectoriales, aun cuando sin referencias al origen del financiamiento.
En realidad, Alan García enfrentó con habilidad un escenario político complicado, pues de ser considerado un tercer candidato, ganó la presidencia en gran medida por el rechazo y temor que generaba Ollanta Humala. Sin embargo, con un apoyo real de la cuarta parte de los votantes y sin mayoría en el Congreso, logró aparecer como un gobernante responsable y ponderado, acercando y distensionando las relaciones con Chile, incorporando a un tercio de mujeres a su primer gabinete, convocando a siete independiente y encargando a Jorge Del Castillo, el aprista con mayor audiencia fuera de los marcos partidarios, el premierato. Ha logrado que su partido presida el Congreso en una mesa directiva multipartidaria y se ha visto favorecido por la dispersión del humalismo y el deterioro del liderazgo de Lourdes Flores. Alan García, contra todo pronóstico, inicia así un segundo mandato, lejos de las desbordantes expectativas de 1985, pero en un país en donde se ha demostrado que el crecimiento, sino está acompañado por la disminución de la pobreza y la desigualdad, es un objetivo incompleto y peligroso.
Gran parte de la opinión pública y los partidos políticos no han dejado de reconocer que el discurso presidencial era alentador, aun cuando se espera la presentación ante el Congreso, del primer gabinete presidido por el hasta hace poco secretario general del APRA, Jorge del Castillo, para conocer con mayor certeza la política gubernamental. Sin embargo, el discurso de García tuvo ausencias claras. Una de ellas ha sido la referida al discutido Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos, el que García, en la campaña electoral, señaló que iba a revisar. La otra ausencia ha sido el tema de los derechos humanos, particularmente en relación a los compromisos derivados del Informe de la Comisión de la Verdad y Reconstrucción (CVR). Tema sensible cuando horas antes el cardenal Luís Cipriano, conocido por sus posiciones muy conservadoras, había criticado en la homilía de Fiestas Patrias. Todo ello ha hecho pensar en una corrida de García del centro a la derecha.
(Infolatam, 29 de julio 2006)