Miden las opiniones de la población. Las encuestas de opinión pública a lo sumo tienen un valor indicativo, por que ofrecen información que difícilmente podría conseguir por la simple observación. Allí se encuentra su alcance que debe ser atendida responsablemente y si se trabaja profesionalmente, apreciada convenientemente.
Pero, una cosa es su importancia para el conocimiento y otra cosa es su impacto en la propia opinión pública. Las compañías encuestadoras, propugnadoras del levantamiento de la limitación legal que hoy discutimos, sostienen que la publicación de la intención de voto no influye en el electorado. El argumento es a todas luces frágil. Si no influyera sobre éste por qué tanto interés en que se publiquen? es la opinión pública inmune a su publicación? Antes que nada debemos precisar que es difícil esclarecer con exactitud la formación de la opinión pública. La mayor parte de los estudios se han realizado en los países industrializados, pero que son meros referentes en los países del tercer mundo. Sin embargo, ya varios autores, desde James Byrne, en 1888, pasando por Phillips Davison, Kimball Young hasta Elisabeth Noelle-Neumann, han demostrado que la opinión pública es afectada por un conjunto de elementos que la sociedad produce, particularmente los trasmitidos por lo medios de comunicación.
La famosa investigadora alemana Elisabeth Noelle-Neumann, ha señalado por ejemplo, en su famosa teoría del Espiral del Silencio que la opinión pública se forma sobre la base de la relación del individuo y su entorno social. Es así que para el individuo es más importante “no aislarse” que su propio sentimiento u opinión. Sus largos estudios de la opinión pública la llevaron a señalar que el temor al aislamiento es importante en la formación de la opinión pública. Allí el individuo es vulnerable y el grupo social puede castigar. Cuando se da cuenta que su punto de vista pierde terreno, perderá confianza. A la inversa opera la misma lógica. La tendencia del primero a hablar y el segundo a guardar silencio iniciará un proceso en espiral establecerá una opinión que será la opinión que prevalece. Para la investigadora del Instituto de Demoscopía de Allensbach la opinión pública “puede ser descrita como la opinión dominante que obliga a la sumisión de actitud y de conducta en cuanto amenaza al individuo disidente con el aislamiento, al político con el respaldo popular”.
Bajo esta perspectiva la propagación de encuestas a través de los medios de comunicación debe ser enfocada como moldeadora de opinión pública. Ellos al proporcionar resultados de las encuestas crean un ambiente en el que la gente responde con aprobación o silencio, pero alrededor de él. De esta manera, una sector convencido de la sociedad impone su opinión, pero también su posición de fuerza sobre una mayoría silenciosa. Es decir, un sector del electorado consumidor de encuestas, así éste sea un pequeño porcentaje, verá afectada su opinión política presente que incidirá en su voto futuro, si cae en la corriente del Espiral del Silencio.
Lo teoría antes señalada es una y sólo una de las tantas que se encuentran distantes de aquella afirmación que hoy sostienen nuestros amigos de las compañías encuestadoras. Si esto es así tenemos todo el derecho de defender la legislación de limitación de propagación de encuestas, permitiendo al elector en un tiempo determinado fijar el objetivo de su interés en los argumentos, planes y discursos de los competidores electorales, dejando de lado el interés por quién encabeza una intensión de voto que trastorna y puede desvirtuar la verdadera preocupación ciudadana.
(El Peruano, 31 de Octubre de 1995)