Hillary Clinton podría ser, que duda cabe, el próximo año la candidata demócrata y posteriormente la primera presidenta del país más poderoso del mundo.
Y es que ser mujer, es cada vez menos una variable de impedimento para el acceso al poder. Desde aquellas jornadas históricas de las sufragistas en Chicago al día de hoy, mucha agua ha pasado por debajo del puente.
En la política, mundo mayoritariamente de hombres, las mujeres se han abierto camino, pasando de los puestos de apoyo en los partidos, a competir por los puestos de poder con los hombres.
Ellen Johnson-Sirleaf, en Liberia; Mary Mcaleese, en Irlanda; Vaira Vike-Freiberga, en Letonia; Gloria Macapagal, en Filipinas; Tarja K. Halonen, en Finlandia, así como las primeras ministras: de Bangladesh, Khaela Zia; de Mozambique, Luisa Diogo; de Santo Tomé y Príncipe, María Do Carmo Silveira; y la canciller Angela Merkel, en Alemania. Todas precedidas por Golda Meir, en Israel (1969), Indira Ghandi (1966) en la democracia más poblada del mundo en la India, Corazón Aquino, en Filipinas (1986); Margaret Thatcher (1989) en Gran Bretaña y Benazir Bhutto, en Pakistán (1988), la primera mujer que dirigía un país musulmán, muestran de manera clara este poderoso cambio.
América Latina no muestra una cara distinta, aun cuando falta mucho por hacer. Una docena de mujeres llegaron al poder. Varias por sucesión presidencial. La primera, la argentina María Estela Martínez, la viuda de Juan Domingo Perón. Desde esa época han desfilado, la boliviana Lidia Gueiler Tejada (1979), la haitiana Ertha Pascal Trouillot (1990), la ecuatoriana Rosalía Arteaga (1997). Pero fueron la nicaragüense Violeta Barrios de Chamorro, la primera mujer en llegar al poder tras ganar elecciones (1990), a la que la siguió la panameña Mireya Moscoso (1999), la puertorriqueña Sila María Calderón (2000), Michelle Bachelet (2006) y Kristina Kishner (2007).
Es decir, mujeres en países pobres y ricos, de cualquier continente, con regímenes políticos variados, con credos religiosos y mundos culturales diversos, han mostrado que las limitaciones que iban desde las normativas hasta las culturales, se van superando de manera creciente.
El Perú tampoco transita por un camino distinto. Varias encuestas realizadas el año pasado, con motivo de las elecciones presidenciales, mostraron que los peruanos en un gran porcentaje no mostraron su desaprobación ante la posibilidad que una mujer gane las elecciones. Es más, Lourdes Flores Nano, Susana Villarán y Martha Chávez, de lo más variado del espectro político, compitieron sin distinción ante los candidatos hombres.
Desde 1956 en que la mujer no solo vota sino puede ser elegida, ha logrado ocupar puestos cada vez más notorios e importantes: alcaldías, ministerios, presidencia del consejo de ministros, presidencias del Congreso y liderazgos partidarios. En la política no hay ahora, como antes, discursos machistas con audiencias mayoritarias. Prácticas, sí. Pero, éstas sin aquellas son débiles. Por lo tanto, en el Perú el voto está condicionado por quién es el candidato o candidata, qué propone, cómo hace una campaña. Es decir, felizmente, el género ya no es un límite.
(Gestión, 4 de diciembre del 2007)
SÓLO PARA REITERARLE LAS GRACIAS Y DESTACAR LAS GANAS POR ESCIBIR ALGO POR EL SIMPLE HECHO QUE QUERER HACERLO POR DARSE UN GUSTO.
CREO QUE LAS MUJERES SE MERECEN EL RESPETO Q SE HAN GANADO. ASÍ QUE COMIENCEN A SENTARSE EN LOS SILLONES PRINCIPALES.
SUERTE!!!
gracias por dedicar un espacio para nosotras, la verdad es que esta comprobado que somos el SEXO FUERTE, en el aspecto laboral, emocional, academico …