El proyecto de Hugo Chávez ha recibido su primer revés electoral en los casi nueve años de su discutido proyecto bolivariano. El 50.7% de los votantes venezolanos rechazaron el intento de reformar la Constitución que el mismo Chávez impulsó y en el que se intentaba no solo alargar el ya extremo período presidencial, sino la reelección indefinida y la concentración mayor de poderes en el presidente.
Este es el resultado en una jornada electoral en la que el abusivo uso del aparato del Estado de parte del oficialismo, enfrentó a una oposición venezolana que se colocó en el último tramo a la cabeza de un sentimiento de rechazo a un gobierno autoritario.
El referéndum estaba dividido en dos bloques de preguntas. En ambas ganó el NO. En el primer bloque "A", estaba integrada por artículos tal "como la reelección continua con periodo presidencial de 7 años; el establecimiento de la propiedad "social" como forma de propiedad fundamental de la economía socialista; la expropiación de los bienes -previa indemnización- pero a la par del proceso judicial; el aumento de las atribuciones del Presidente (entre ellas, promover y ascender a todos los oficiales de la FAN, administrar la hacienda pública y las reservas internacionales), la pérdida de la autonomía del Banco Central de Venezuela; la reducción de la edad para votar a 16 años y disminución de la jornada laboral a seis horas diarias; cambios en los esquemas de la Fuerza Armada Nacional (integración de la milicia nacional bolivariana como componente formal de la FAN; creación del concepto de guerra popular de resistencia e integración a la cooperación en tareas de mantenimiento de la seguridad ciudadana) entre muchos otros aspectos" (El Nacional, 3 de diciembre del 2007).
El Bloque B, en donde el rechazo fue el mismo (50.7%), estaba integrado por temas relativos al "aumento a 30% de la cantidad de firmas que se deben recoger para convocar la revocatoria de mandatos populares; el establecimiento del voto paritario entre estudiantes y profesores para la escogencia de autoridades académicas de las universidades; la posibilidad de que los diputados de la AN pudiesen ejercer cargos públicos y retomar posteriormente su condición como parlamentarios; la concesión de potestad al Presidente para que decrete estados de excepción ante circunstancias sociales, políticas, económicas o naturales que afecten la seguridad de la nación y el decreto de igualdad ante la ley de todas las personas sin discriminaciones de ningún tipo, que garantiza condiciones jurídicas y administrativas a favor de grupos "vulnerables o marginados" (El Nacional, 3 de diciembre del 2007).
Chávez jugó a las elecciones y perdió. Este peligroso juego siempre deja margen a sorpresas. No se puede controlar todo, pese a que se intenta. El electorado dobla muchas veces las proyecciones más optimistas (Pinochet, en 1989 y Fujimori en el 2000 que si bien no perdió, fue el inicio de su fin) y usa su derecho para rechazar aquello que por otras vías le es más difícil. Chávez no ha perdido el poder, pero sí su imagen de imbatible en tantos procesos electorales que alimentaron su poder. El horizonte venezolano lo forman escenarios que no son ni pocos ni tan claros. Lo que sí parece claro es que Chávez tendrá que enfrentar a una oposición que el resultado del 2 de diciembre ha fortalecido.
El triunfo del No es, paradójicamente, un triunfo moral del SI, pues demuestra que la oposición venezolana siempre pudo hacerse escuchar a través de cada uno de los procesos electorales organizados por el gobierno bolivariano. La oposición no tuvo por qué recurrir –como lo hizo en los últimos 9 años- al bloqueo de calles, al asesinato de partidarios del gobierno, a la toma de locales públicos, al sabotaje y al estrangulamiento económico de su propia patria, a tácticas conspirativas y antipatrióticas con embajadas extranjeras, a la persistente campaña de desinformación y calumnias, etc., etc. En otras palabras, no había razón alguna para que hicieran uso de “tácticas políticas” canallescas que Usted, señor Tuesta Soldevilla, jamás condenó, pero que las desaprobaría hipócritamente si la oposición peruana las utilizara como método de lucha.