Si el cambio de gobierno se realiza el 28 de julio del 2001, la reforma política y electoral, no puede realizarse en tres o cuatro meses, pues lo urgente es que se garantice elecciones limpias y con crédito. Las elecciones deben de realizase, en las mismas fechas, 8 de abril y 28 de mayo, como un acto simbólico que la democracia peruana asume, para resarcirse del último trauma electoral y demostrar que este año inútil, puede ser superado con una elección ejemplar.
Por lo tanto, quienes discuten los acuerdos deben entender que la reforma se debe realizar en dos etapas. La primera, en los próximos tres meses y la segunda, una vez inaugurado el próximo gobierno. Las medidas de corto plazo, deben incluir un paquete mínimo, que sea simple, claro y cree las condiciones para la Reforma Electoral de mediano plazo.
En relación a las reglas del sistema electoral, los puntos deben considerar cuando menos lo siguiente. Mantener la elección del presidente de la república por mayoría absoluta o en segunda vuelta electoral y no aceptar la propuesta del ejecutivo de eliminarla, pues crea legítimas suspicacias, ya mostradas en los últimos días. Como señala la propuesta del Ejecutivo, se debe eliminar la reelección presidencial, pero el presidente en ejercicio, no podrá postular en el 2006, sino dejando dos períodos, para evitar que los nuevos candidatos sientan que es una medida que no es justa para todos, sino acomodada a las necesidades de Alberto Fujimori. Se debe, asimismo, ampliar el Parlamento Unicameral a 180 parlamentarios, adecuando, de esta manera, a una futura reforma que coloque a nuestro legislativo en el tamaño que le corresponde a su población. Se debe elegir a los congresistas a nivel departamental, pero, para evitar la proliferación de muchos pequeños partidos, se debe colocar una barrera mínima del 5% de los votos válidos, para acceder al parlamento. Asimismo, la elección parlamentaria, debe realizarse sin voto preferencial, apostando al fortalecimiento de los partidos políticos y facilitando una campaña electoral que aclare discursos y no aliente disputas intestinas al interior de ellos. Finalmente, la elección parlamentaria debe coincidir con la realización de una probable segunda vuelta electoral, mecanismo que induce a concentrar el voto en pocos pero fuertes partidos políticos.
Al lado de este paquete mínimo que permita encaminar reglas justas, se debe aprobar un acuerdo que comprometa a los partidos políticos a desarrollar la gran reforma electoral en el próximo y renovado parlamento. Sólo así se garantiza una transición con norte institucionalizado.
(Canal N, Lunes 2 de octubre de 2000)