Pero, las iniciativas que se han anunciado en forma dispersa, pero paralela al trabajo de la recién formada “Comisión Presidencial para el Fortalecimiento de las Instituciones Democráticas”, parecen no ser todas formales y sin impacto. Una de ellas, la menos promocionada, pero de importancia capital, es el proyecto de ley presentado por los congresistas Joy Way y Martha Hildebrandt, para modificar la ley electoral en relación a los distritos electorales.
Modificar uno de los elementos del sistema electoral, el distrito o circunscripción, tiene consecuencias en la estructuración del sistema político. Es decir, si es que se cambia el distrito electoral, cambiará el resultado de su aplicación, vale decir, la distribución de los congresistas. Debido a esa importancia debemos hacer algunas precisiones.
Lo primero que habría que precisar es quién debe discutir la modificación. Una medida de esta naturaleza no debe ser vista por este Congreso, que se negó en varias oportunidades a discutir los proyectos de ley que fueron presentados sobre el mismo tema. Este es un Congreso de salida y no debe tomar medidas tan importantes para el sistema político, cuando ya hay uno nuevo recién elegido. No se debe hacer algo en las últimas semanas, lo que no se quiso en ocho años. Para disipar dudas sobre la sinceridad de la medida, este tema no debe tomarlo el presente Congreso.
El segundo problema es por lo tanto el cuándo se discute. Es obvio que si lo debe discutir el próximo Congreso, esto tendrá que ser después del 28 de julio. Si se hace antes y apresurado, como veremos más adelante, perderemos la oportunidad de elaborar una norma que supere largamente la presente, que no ha hecho otra cosa que ayudar a la baja calidad del Congreso. Siempre una discusión sobre este tema al inicio de un nuevo parlamento tiene la facilidad de distanciarse de discusiones y medidas que busquen ganancias en el corto plazo, como sucedió con todos los cambios que se produjeron con miras al último proceso electoral.
El tercer problema es el objetivo del proyecto. El congresista Joy Way, que aparece encabezando la iniciativa, ha manifestado a diversos medios que antes era un defensor del distrito único, pues se trataba de enfrentar temas nacionales y que ahora, superados éstos, toca dar cuenta de temas más descentralizados. Es decir, distrito único para enfrentar temas nacionales y, a nivel departamental, para los descentralizados.
El congresista Joy Way desconoce hoy, de la misma forma que defendió ayer, la naturaleza del distrito electoral. Si sólo el distrito único garantizaría el debate nacional, entre 1822 y 1992, es decir, 170 años de vida republicana, en el Perú, no se habría discutido algo de calidad. Esto se contradice con la realidad, que muestra el período 1992-2000, a los peores parlamentos, nacidos justamente de distrito único. Por lo demás, si ese hubiera sido un argumento válido, la mayoría de países del mundo lo habrían incorporado hace tiempo. Aparte de Perú, sólo ocho países, Israel, Bulgaria, Eslovaquia, Guyana, Liberia, Moldavia, Namibia y Sierra Leona, han asumido este tamaño de distrito.
Finalmente, en ninguna de las democracias estables se implementa el distrito electoral único. De esta manera, Aznar o Gonzalez, en España, Kohl o Schröder, en Alemania, Tacher o Blair, en Inglaterra, fueron elegidos en distritos pequeños y no distrito único. ¿Alguien puede sostener seriamente, que estos líderes no debatían temas nacionales o internacionales, por no haber sido elegidos en distrito único?.
Si no se tiene claridad sobre cuándo, quiénes y los objetivos de la modificación legislativa, menos se sabrá qué hacer y que modificar, como ya vislumbra el proyecto de ley de los citados congresistas. Tener una idea equivocada del tema, es actuar con la misma irresponsabilidad con que se instaló el distrito único hace ocho años en el Perú.
(Canal N, Lima 12 de junio de 2000)