En la década del 50, como reacción a las teorías y métodos dominantes de la Ciencia Política surge el conductismo, cuya preocupación primera era el comportamiento real de los diferentes actores sociales. Es así que la influencia de la sociología y de la psicología se hizo evidente en Estados Unidos. Era un claro alejamiento de las aproximaciones humanistas e ideológicas, así como de los enfoques institucional-legalistas que habían marcado la vertiente europea. El análisis conductista se centraba en una única pregunta de fondo ¿por qué la gente se comporta como lo hace? Por lo tanto era importante observar el comportamiento y someter las explicaciones a verificación empírica. Esto lleva a desarrollar técnicas de medición y estadística. Igualmente, el conductismo promueve que la Ciencia Política tenga una utilidad social aplicable en la Administración y en las empresas privadas.
Cercanos a ellos, estuvieron los que cultivaron el funcionalismo. Este pretendía dar sentido a las partes como funciones dentro de la totalidad social. Para los funcionalistas, la sociedad, más que un sistema es un organismo con roles y actividades desarrolladas de acuerdo a pautas de comportamientos propuestas a los individuos o grupos por la estructura socio-política que enmarca la vida de la comunidad. Muchos alcances de esta aproximación teórica son tributarios de los modelos propuestos por los sociólogos Durkheim, Parsons y Merton.
Uno de los enfoques de gran influencia, por aquel entonces, será el sistémico. Encabezada por David Easton, esta perspectiva describía la autoridad o el gobierno como un centro que recibía las demandas o apoyos de la sociedad, las procesaba y procuraba responder a ellas a través de decisiones, políticas y regulaciones gubernamentales. Detrás de esto, se encuentra la idea de que cada actor del sistema político desempeña una función que permita interactuar con otros y así la coexistencia es posible. Obviamente que los enfoques conductistas, funcionalistas y sistémicos produjeron una serie de enconos y polémicas con la Ciencia Política tradicional.
Si bien la Ciencia Política estuvo influenciada en su primera época por la ciencia jurídica, posteriormente, por la sociología y la psicología, en la década del 70, lo fue por la economía, particularmente con la Teoría de la Elección Racional, (Rational Choice) donde destacó claramente Anthony Downs. Los métodos deductivos están influenciados por los modelos de la microeconomía neoclásica. Resumidamente, suponen que los agentes (votantes, políticos, burócratas, etc.) eligen constantemente los medios más eficaces para sus diversos fines. Presenta tres supuestos metodológicos: individualismo como alternativa al colectivismo; consideración de los seres humanos como dotados por la racionalidad instrumental deliberativa, y aplicación de la idea clásica de las consecuencias no intencionadas de las acciones humanas. La Teoría de la Elección Racional pretende ofrecer explicaciones de la política realmente existente sin implicar una valoración explícita de la misma. Destacan en esta corriente los norteamericanos William Riker, James Buchanan, Robert Bates, Mancur Olson y Georga Tsebelis.
De este último enfoque nacerán otros de igual aceptación en la Ciencia Política contemporánea, particularmente, en Estados Unidos, como la Teoría de los Juegos. Esta centra su atención en la observación en situaciones de conflicto y acción social, aplicando métodos analíticos-matemáticos. Le interesa establecer los problemas derivados de la interacción humana. Considera que las decisiones de los actores son asumidas como estratégicas, que tienen en cuenta las decisiones de los demás actores. De esta marco general se derivan varios juegos (no cooperativos, cooperativos como el “dilema del prisionero”).
(El Peruano, 21 de junio de 1999)
Gracias por el documento, es posible que continúe con el agregando tendencias como el neoinstitucionalismo y otras menos conocidas como la teoría de las ideas de Giandomenico Majone, etc.
Saludos desde Chile