La corriente más importante en la Ciencia Política, hasta la década del 50, continuó siendo, por un largo período, la escuela institucional, la cual tenía entre sus autores a académicos con influencias históricas, jurídicas y sociológicas, como Duverger, Finer, Gurvitch, Bourdieu y, más tarde, Apter, Eckstein, Laski o Friedrich.
Por esos años, como reacción a las teorías y métodos dominantes de la Ciencia Política surge el conductismo, cuya preocupación primera era el comportamiento real de los diferentes actores sociales. Es así que la influencia de la sociología y de la psicología se hizo evidente en Estados Unidos. Era un claro alejamiento de las aproximaciones humanistas e ideológicas, así como de los enfoques institucionales-legalistas que habían marcado la vertiente europea. El análisis conductista se centraba en una única pregunta de fondo: ¿Por qué la gente se comporta como lo hace? Por lo tanto era importante observar el comportamiento y someter las explicaciones a verificación empírica. Esto lleva a desarrollar técnicas de medición y estadística. Igualmente, el conductismo promueve que la Ciencia Política tenga una utilidad social aplicable en la Administración y en las empresas privadas.
Cercanos a, ellos, estuvieron los que cultivaron el funcionalismo. Este pretendía dar sentido a las partes como funciones dentro de la totalidad social. Para sus cultores, la sociedad, más que un sistema es un organismos con papeles y actividades desarrolladas de acuerdo con pautas de comportamientos propuestas a los individuos o grupos por la estructura socio-política que enmarca la vida de la comunidad. Muchos alcances de esta aproximación teórica son tributarios de los modelos propuestos por los sociólogos, Durkheim, Parsons y Merton.
Unos de los enfoques de gran influencia, por aquel entonces, será el sistémico. Encabezada por David Easton, esta perspectiva describía la autoridad o el gobierno como un centro que recibía las demandas o apoyos de la sociedad, las procesaba y procuraba responder a ellas a través de decisiones, políticas y regulaciones gubernamentales. Detrás de esto, se encuentra la idea de que cada actor del sistema político desempeña una función que permita interactuar con otros y así la coexistencia es posible. Obviamente, los enfoques conductistas, funcionalistas y sistémicos produjeron una serie de enconos y polémicas con la Ciencia Política tradicional.
(El Peruano, 21 de junio del 1999)
Ojala en nuestro país usemos cada instrumento de análisis que nos permita, no sólo mejorar la calidad del actor gubernamental y sus productos, sino también y sobretodo, incluir en el análisis y la decisión al principal dueño del poder y los recursos: el pueblo.