En la década del cuarenta, las universidades europeas y de otras latitudes seguirán el camino trazado en la ciencia política por las universidades norteamericanas. En Francia, se extiende nacionalmente la antigua Escuela Libre de Ciencia Política, dividida en dos instituciones: la Fundación Nacional de Ciencias Políticas y el Instituto de Estudios Políticos de París.
Ambas darán un gran impulso a la investigación en Ciencia Política, ávida de preguntas después del aislamiento en el período de la segunda guerra mundial. Si bien bajo una actitud crítica, no es menos cierto que su relación con el mundo académico norteamericano servirá para desarrollar la Ciencia Política francesa. Con la renovación de las Facultades de Derecho se introducen cursos de Ciencia Política, para después otorgar la licenciatura y el doctorado. Sus trabajos más importantes se desarrollarán en los temas de elecciones y partidos políticos.
En Gran Bretaña, si bien la Ciencia Política se desarrolla alrededor del Nuffield College de Oxford y el London School of Economics and Political Science, la mayor parte de las universidades incursionan en esta disciplina. Producto de este avance es que a inicios de la década del 50, los profesores de política forman la Asociación de Estudios Políticos del Reino Unido y publicarán la revista Political Studies. Si en el mundo anglosajón Canadá, Australia y Nueva Zelandia, son influenciadas por el mundo académico inglés y norteamericano, Bélgica es influenciada por los franceses, particularmente en el tema de materia electoral.
En Alemania, la ausencia de varios de sus mejores profesores, que se refugiaron en Estados Unidos, mermó la labor académica de la Ciencia Política. La relación preferente con este país después de la segunda guerra mundial, permitió la ayuda económica de fundaciones norteamericanas, como en ningún otro país europeo. Alemania se encontraba en medio camino entre el positivismo y la tradición enfocada en el análisis del Estado. A ello se agrega el papel cumplido en la investigación científica, particularmente en Berlín y Heidelberg.
Por su parte, en España, en 1944, se forma la primera Facultad de Ciencias Políticas y Económicas, en la Universidad de Madrid, que se rebautizará como Facultad de Ciencias Política y Sociología, en la Universidad Complutense de Madrid. En Italia, en el mismo período, pese a ilustres antepasados que van desde Maquiavelo pasando por Pareto, Mosca, Crocce hasta Gramsci, la influencia del fascismo estancó la Ciencia Política. Otro es el caso de los países de Europa del Este, en donde el stalinismo convirtió a la Ciencia Política en una estéril escolástica para la justificación del papel del Estado policíaco.
A fines de los 40, la Unesco decide apoyar el desarrollo de la disciplina académica. Para ello, solicitó a un grupo destacado de investigadores que delimiten el objeto de la Ciencia Política. Uno de los acuerdos fue de orden temático, incluyendo los siguientes grandes campos de estudio: teoría política, instituciones políticas, partidos, grupos y opinión pública y relaciones internacionales.
El mismo organismo internacional jugó un papel importante en la creación, en 1949, de la Asociación Internacional de Ciencia Política (IPSA) que permitió el contacto de investigadores del mundo y ejerciendo, de esta manera, una gran influencia en el renacimiento de la Ciencia Política en Europa. Este desarrollo contribuyó a que a partir de mediados de la década del 50, la Ciencia Política americana se distanciara algo del empirismo marcado en la búsqueda de teorías generales, mientras que la europea aspiraba a tomar contacto con los hechos, para no abrazar sólo las ideas generales. Esto permitió una mayor relación entre aquellos mundos académicos, a los que se fueron incorporando lentamente otros, como el latinoamericano.
(El Peruano, 08 de Junio de 1999)