El médico y filósofo inglés John Locke (1632-1704) aporta a la política su teoría de la división de los poderes y los conceptos de libertad y propiedad. Es el padre del individualismo liberal. Tanto la filosofía como la política en Locke se asientan en el empirismo. Para el teórico de la revolución inglesa el hombre es un ser razonable y la libertad es inseparable de su felicidad. La búsqueda de esto último es la finalidad de la política. Pero quien confiere la felicidad es la propiedad y esto hace que quien tenga más felicidad, tendrá más poder. Los hombres, no pueden modificar las leyes para casos concretos y sus normas no deben tener otro fin que no sea el de permitir a la sociedad civil garantizar la propiedad privada. Igual tarea le compete al gobierno. Por lo tanto, el poder debe ser limitado y controlado. Este está materializado en el poder legislativo -llamado poder supremo-, que debe estar en manos distintas que las del ejecutivo, que a su vez es un poder subordinado al anterior.
Otro es el caso, el francés Charles-Louis de Secondat, Barón de Montesquieu (1689-1755), cuya obra El espíritu de las leyes, es el intento por construir un método para analizar las instituciones, la legislación y los gobiernos. Destacado representante de la ilustración francesa e inspirado por el pensamiento de Locke, diagnosticó el éxito del sistema inglés en la división de poderes (ejecutivo, legislativo y judicial), para concluir que cada uno de ellos colabora en la resistencia de cualquier tentación del despotismo. Por ello es imprescindible un sistema de frenos y contrapesos. Pero sostenía también que el ordenamiento político de cada sociedad depende de una serie de factores como el clima, la geografía y la historia, por lo que no existe una constitución ideal. Asimismo, Montesquieu amplía y mejora el método de observación científica que no sólo lo realiza a través del tiempo, sino que le agrega el del espacio. El número de las observaciones que emprendió es impresionante. Sin embargo, su aporte mayor radica en que no sólo observa, sino que sistematiza la forma misma de observar. Desde una perspectiva inductiva tratará de descubrir leyes que rigen los fenómenos políticos.
Finalmente, la influencia del filósofo y pensador alemán Karl Marx (1818-1883), sobre la política ha sido muy importante, particularmente en el siglo XX. Su visión materialista de la historia le hace prestar especial atención a las esferas económicas, lugar en donde se construyen los medios de producción. Para el filósofo de Trevelis, el análisis político está desprovisto de sentido sino se hacen referencia a las determinaciones histórico-económicas. Marx defendió la idea de que el Estado no representa el bien común, sino los intereses de la clase dominante en una sociedad. Y es que la historia no es sino la historia de la lucha de clases. En la sociedad moderna la burguesía y el proletariado son las clases antagónicas, articuladas alrededor de los medios de producción. Junto a esta visión de la sociedad, se encuentra su teoría del cambio social. Esta se produce a través de la revolución, que es un movimiento de ruptura que permite que las clases oprimidas ya no la sean, una vez que hayan madurado las condiciones de su emancipación. Si bien su aporte es menor para la Ciencia Política, no deja de ser cierto que Marx es uno de los pensadores que más cuestiona las explicaciones extendidas del fenómeno del poder y del Estado. Su aporte radica también en reivindicar el método científico en la investigación de los hechos sociales, abordando los temas del poder, el Estado y la Ciencia Política desde una perspectiva distante de la jurídica, fuertemente dominante desde Aristóteles.
(El Peruano, 26 de Marzo de 1999)