En el primer campo es importante el grado del control del poder y la capacidad del sistema para institucionalizar el conflicto y que éste no devenga en violencia política. En el segundo espacio, es importante que determinados índices sean los adecuados: crecimiento, desempleo, inflación, endeudamiento público, entre otros.
Pero el tema ha sido formulado desde diversas perspectivas. Por ejemplo, el profesor Philippe Schmitter, de la Universidad de Standford, señala cuatro elementos de la ingobernabilidad, que son la indisciplina (intentos de grupos de influir decisiones por medios violentos o ilegales), inestabilidad (fracaso de élite para conservar dominio o reproducir alianzas preexistentes), ineficacia (incapacidad de políticos y burócratas para lograr objetivos deseados) e ilegalidad (esfuerzos de los poseedores del poder para evadir restricciones legales y constitucionales en aras de ventajas).
Pero, para Luciano Tomassini, la gobernabilidad depende de tres variables: el fortalecimiento de la sociedad civil y evolución de la cultura política, la orientación y comportamiento de la economía y la integración de sectores cada vez más amplios de la sociedad en el sistema productivo.
Pero, a final de cuentas ¿qué es la gobernabilidad?, Manuel Alcántara ensaya una definición que nos parece acertada y útil para entender la dinámica política. Para Alcántara la gobernabilidad debe entenderse como la situación en que concurre un conjunto de condiciones favorables para la acción de gobierno. Por el contrario, ingobernabilidad se refiere a una situación disfuncional que dificulta la actividad y la capacidad gubernamental. A final de cuentas la gobernabilidad tiene que ver con la interacción entre gobernantes y gobernados, entre capacidades de gobierno y demandas políticas de gobierno.
(El Peruano, 26 de Febrero de 1999)