Su vocero oficial se llamó "Libertad" y tuvo como secretario general, a Germán Tito Gutiérrez, como secretario de política, a Alberto Ruiz Eldredge, de economía, a Ricardo Llaqui Descalzi, de acción, a Fernando Moncloa, de organización a José Matos Mar, de asuntos laborales, a Guillermo Sheen Lazo, de juventudes a José Luis Villarán. Augusto Salazar Bondy fue uno de sus mayores propaladores y propagandistas a través de "Libertad". En realidad, el MSP era un movimiento crítico de izquierda, de fértil producción ideológica pero sin capacidad para organizar a las masas urbanas y campesinas que fueron ganados por la prédica reformista del belaundismo y no tanto por el lenguaje intelectualizado de los socialprogresistas.
La solución, para nuestro país, según el MSP, consistía en lograr una revolución que devolviera a la colectividad el control de recursos naturales. Sostenían que el capitalismo era el causante del subdesarrollo y dependencia del país. Pero, a diferencia del socialismo stalinista, ellos propugnaban el camino "humanista", que permitía la expansión y desarrollo de las potencialidades del ser humano. Propugnaban igualmente una serie de reformas (Estado, empresa, agraria, crédito y educativa) destinadas a construir una sociedad auténticamente nacional y popular. Este tipo de planteamientos que en parte serán compartidos por sectores de la iglesia y fuerzas armadas permitirán el encuentro posterior y contradictorio de estas corrientes a partir del 68.
El MSP lanzó para las elecciones de 1962 una lista presidencial encabezada por el abogado Alberto Ruiz Eldredge, no logrando ni el uno por ciento de los votos, demostrando de esta manera su poca capacidad de convocatoria y su inexistente organización. Al año siguiente, apoyó críticamente a la lista ganadora de Belaúnde, para posteriormente desaparecer como movimiento pero manteniendo siempre presente el debate sobre la problemática nacional como lo hicieron algunos en la formación del Instituto de Estudios Peruanos (IEP).
Los grupos reformistas plantearon la "socialización" del estado por medio de cambios que se producirían "desde arriba". Los grupos dominantes se enfrentaban, de esta manera, al reto de ampliar la participación económica y social de las masas campesinas y de los sectores populares, sin perder el control sobre el estado.
(El Peruano, 26 de Agosto de 1998)