Por eso no fue extraño que el APRA, a pesar de poseer mayoría en el parlamento no modificara la ley electoral, que excluía a los analfabetos -mayormente indígenas- de la participación electoral. Lo que sí hizo el APRA fue intentar ganar a determinados sectores sociales -especialmente urbanos- en la incorporación de sus demandas al Estado, intentando asegurar su respaldo. Clientelismo y asistencialismo fueron métodos políticos del APRA, que cada vez más se enfrentaba desde el Parlamento al Ejecutivo. Si bien las masas comenzaron a organizarse y demandar al Estado, rebasando en muchos casos el juego democrático, la oligarquía comenzó a agruparse alrededor de la Alianza Nacional que agrupaba a los sectores más tradicionales, especialmente los agro-exportadores. Contó como vocero al diario "La Prensa", dirigido por Pedro Beltrán y "Vanguardia" del ex-comunista y antiaprista Eudocio Ravines.
La tensión política se hizo evidente. Derivado del conflicto de poderes, los frentistas de Bustamante dejaron sin quorum al Parlamento dirigido por el APRA. Sin embargo, el presidente no tenía un respaldo propio importante. Endureció la política del ejecutivo, luego del asesinato de Antonio Graña, atribuida a los apristas, designando gabinetes cívico-militares y, el último de ellos, enteramente militar.
La situación política enfrenta a los enemigos. La oligarquía inicia los preparativos para un movimiento armado. El APRA a su vez, preparaba un levantamiento armado popular apoyado por algunos sectores militares. Pero, por otro lado, buscaba apoyar a un sector de las fuerzas armadas para que realicen un golpe "desde arriba". La ambivalencia del Apra dejó huérfano de apoyo y fuerza al levantamiento del 3 de octubre de 1948 que, dirigido por la marinería, fue rápidamente sofocado. El desconcierto fue total. El Apra fue ilegalizado y se persiguió a sus dirigentes. La oligarquía aprovechó la oportunidad y dando apoyo económico y político al ex-ministro de gobierno, general Manuel A. Odría, permitió que éste dirigiera el golpe del 27 de octubre de 1948, dando inicio a una de las más cruentas dictaduras que se recuerda. La llamada "revolución restauradora", como se autodenominaba, asumía el mando de la nación para poner fin al "caos imperante" en todos los rubros de la administración pública.
El Gral. Odría presidió una Junta Militar de Gobierno e inmediatamente se encargó de perseguir a sus opositores, apristas y comunistas. Ello obligó a Haya de la Torre a asilarse en la Embajada de Colombia, lugar donde no pudo salir por espacio de seis años, en vista que el dictador no le reconoció su condición de asilado político. A su salida mucho del escenario político había cambiado. El también, pero con consecuencias serias para su partido.
(El Peruano, 23 de Junio de 1998)
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Muy interesante tu columna