Se hacía evidente la total falta de vínculos entre la elite oligárquica y las clases populares. De esta manera, los partidos Civil, Demócrata, Constitucional y Liberal no pudieron superar la muerte de sus líderes caudillos, perecieron por no proporcionar una respuesta pragmática a la crisis.
Por el contrario, es en este período que se gestan dos de las organizaciones políticas importantes de la historia peruana: el PAP y el PCP. Ambas tuvieron, un origen que se distanciaba del común: erigirse como instituciones políticas con el propósito de llegar al poder por cualquiera de los medios, mediante la organización de los sectores y de las clases populares. Las características de estas organizaciones marcan el nuevo corte que iban a adquirir los partidos con características de masas. Vale decir el intento de conseguir el mayor número de militantes; la creación de un aparato o maquinaria que organice permanentemente a sus adherentes, distribuyéndolos generacional, espacial, laboral y geográficamente según sus necesidades; la elaboración de una ideología definida que se exprese en sus programas políticos y, finalmente, una permanente actividad que sobrepase el marco meramente electoral. En los casos señalados, con el intento de forjar una organización sólida, se exigía una estructura disciplinadamente jerarquizada y articulada de manera tal que fuera capaz de afrontar una acción política continua en la que actúen sectores de masas lo más extensas posibles. Por las propias características de los partidos, en muchos casos clandestinos, la intensidad y dificultad de los objetivos, exigían mucho más que la dedicación del tiempo libre y un trabajo gratuito al partido. Con el APRA y el PCP aparecieron, por primera vez, los cuadros profesionales especializados en política: el político moderno. La política, en tal sentido, pasaba a ser en todo momento el "problema del poder" y ya no sólo las elecciones.
De las organizaciones nombradas, el APRA -por su participación en las elecciones de 1931 y por la creación de toda una antropología política, ligada a un líder carismático- creó una organización y una maquinaria partidaria, la más importante en la historia política del país; la cual, sin embargo, se conjugó y confundió con la figura de Víctor Raúl Haya de la Torre, convertido en "jefe y fundador". Este aparecía por encima y árbitro de las tendencias, y como última palabra del partido, lo que contribuyó a dotarle de una tónica distinta al caudillismo político -era claro que el culto al jefe tenía características nunca antes vistas- pero caudillismo al fin.
El Partido Aprista, a pesar de la derrota electoral de 1931, se convirtió, a partir de aquel año, en el intermediario de los intereses de las clases antioligárquicas; monopolio que dejó de ser tal, conforme se iba acercando al poder y arriando sus banderas primigenias. El PCP, por su parte, luego de la muerte de Mariátegui, se autoexcluyó de las elecciones, dejando solo al APRA en ese terreno y aplicando la línea staliniana del tercer período de la III Internacional, de "clase contra clase". Se fue aislando del movimiento de masas, y fue fácil y rápidamente eliminado de la escena política desde 1931.
(El Peruano, 19 de Febrero de 1998)
Muy bueno!!!