El 2 de agosto de 1922, los senadores José Manuel García y Enrique Basadre presentaron un proyecto de ley al Congreso para permitir, por medio de una enmienda constitucional, la reelección del Presidente de la República, únicamente para el período inmediato. La enmienda se sustentaba en el hecho que la reelección premiaba el esfuerzo del mandatario que gobernaba con el beneplácito de la ciudadanía y le permitía llevar adelante proyectos y planes de largo plazo. El proyecto fue aprobado y en símbolo de rechazo renunció al Ministerio Leguía y Martínez, condenando la medida. Más tarde fue arrestado como muchos de sus seguidores. Augusto B. Leguía quedó como candidato único en un proceso electoral que fue regido por la ley No. 4907 del 30 de enero de 1921.
Augusto B. Leguía contaba con el apoyo del Partido Constitucional y los restos del Demócrata, así como el novísimo Partido Democrático Reformista que, bajo la jefatura de Guillermo Rey, agrupó a todos los leguiístas. Se suprimió la revisión del proceso por la Corte Suprema. No se hizo en el fondo ningún proceso de revisión de la autenticidad del sufragio, de manera especial en lo que respecta a la elección del Parlamento, por lo tanto, la oposición no podía emerger por la vía del congreso, que se encontraba dependiente del Ejecutivo, sino aliado de él. Leguía se encargó de eliminar a todo oponente, logrando encausar su gobierno por el camino del caudillismo dictatorial por cinco años más.
El 3 de noviembre de 1926 Foción Mariátegui, a nombre de los Partidos Democrático Reformista, Constitucional y Democrático, presentó un proyecto de ley al Congreso por el cual se reformaba nuevamente la constitución para permitir la reelección indefinida del Presidente de la República.
El proyecto fue aprobado por unanimidad. El 4 y 5 de Agosto de 1929 se efectuaron las elecciones presidenciales para el nuevo período presidencial y para un nuevo congreso que debería durar hasta 1934. Leguía como candidato único, nuevamente, se alzó con el triunfo abrumador y conformó un congreso adicto. Leguía en su ejercicio gubernativo no creó un espacio de dirección política y moral sobre una base de programática, tampoco fundó un partido político. La acción política y el poder pasaban y detenían con él.
(El Peruano, 05 de Febrero de 1998)