Con el proceso migratorio, el crecimiento de las ciudades, la presencia importante de las clases medias y la concentración de la mayor parte de la población en ellas, y ya no en las zonas rurales, el proceso de expansión de los derechos políticos estuvo a la orden del día. Así, al inicio del primer gobierno de Belaunde, con un programa claramente reformista, convoca por primera vez a elecciones municipales directas y universales. Su socio -en aquel entonces democristiano- Luis Bedoya Reyes gana en forma consecutiva el sillón edil de Lima en 1963 y 1966. Las fuerzas de AP y la DC se reparten las principales plazas del país, conjuntamente con la coalición conservadora Apra-Uno. En 1968, con el gobierno militar se regresó a los nombramientos desde el ejecutivo.
¿Pero cuál ha sido la participación de las distintas fuerzas políticas a lo largo de las elecciones municipales, desde la transición democrática?. El Apra se presentó en todas ellas, hasta 1993, como el partido más organizado. Obtuvo el mayor respaldo electoral tanto, en 1983, como partido opositor y, en 1986, al poco tiempo de alcanzado el gobierno. En esta última oportunidad logró el mayor respaldo alcanzado por partido alguno en elecciones municipales: 47% y su más bajo lo obtuvo el año 93 con el 11%. Ahora, no se presenta a las municipales y sólo un esfuerzo e imaginación lo sacaría de la agonía. Lima no fue nunca una buena plaza para el partido de Haya de la Torre. Sólo ganó una vez (1986) y siempre sus porcentajes en la capital fueron menores que en su promedio general. Eso crea un espejismo, entre sus rivales que lo colocaban como derrotado cuando en muchos casos sólo lo era en Lima. Eso es así también por que se trataba de un partido enraizado a nivel nacional. El Apra ha postulado candidaturas diversas en Lima. Desde el aprista "buen vecino" como Justo Enrique Debarbieri (1980), pasando por el renovado aprista Barnechea (1983), para regresar por el aprista militante como Del Castillo (1986), Cabanillas (1989) y el sacrificado Luis Alvarado. Este domingo no participan por primera vez en la historia y eso en el Apra es ya mucho decir de su actual estado.
El caso de AP también es de particular importancia. Es el partido que manejó la idea de la restauración de los fueros municipales como reivindicación democrática contra el gobierno de Fujimori. Ha participado en sólo tres de las cuatro elecciones municipales (1980, 1983 y 1993) ganando en la primera con Eduardo Orrego y mandando al sacrificio la siguiente con el independiente Alfonso Grados Bertolini y a Raúl Diez Canseco en la última. En 1986, no se presentó por encontrarse en crisis luego de su estrepitosa derrota en las presidenciales de 1985. Coloca, sin suerte, la cabeza de la candidatura del ing. Inchaústegui con el Fredemo. Luego de 1980, donde ganó la mayoría de las alcaldías provinciales, no tuvo la misma suerte. Este año, trata de demostrar que tiene fuerza nacional presentando candidaturas. Sus posibilidades son limitadas.
En el caso del PPC, el entusiasmo ha sido mayor que su respaldo electoral. Se ha presentado, desde 1980, 4 veces con candidaturas propias y una al interior del Fredemo (1989). Siempre fue tercero, incluyendo a su líder histórico Luis Bedoya Reyes en 1986, sin conquistar nunca la alcaldía limeña, aunque sus porcentajes electorales siempre fueron mejores en Lima que a nivel nacional. A diferencia de los otros grandes partidos, apenas logró conquistar, con listas propias, alcaldías provinciales. Tuvo mejor performance en la plaza distrital limeña en las que se alzó con el triunfo en varios distritos medios y altos. El hecho que varios de esos alcaldes compiten hoy bajos las banderas de Cambio 90/NM y Somos Lima así como listas independientes da cuenta de la situación del social cristianismo en el país.
La izquierda unida, se formó justamente en las primeras elecciones municipales de 1980. De allí en adelante, como representante de la izquierda peruana, obtuvo un buen promedio participativo a nivel nacional, siendo variable en Lima. En el primer caso, logró su mejor actuación en 1986 con el 30% de los votos, pero fue en 1983 cuando ganó la alcaldía de Lima. En la capital peruana, la división de 1989 -se formó el Acuerdo Socialista- fue una de las causas de la baja votación de Henry Pease. El buen respaldo de Barrantes en las tres primeras elecciones se debió a que representaba a una izquierda unida y no sólo, como mucho se pensaba, a un respaldo propio. Así lo demostró su 4% de 1990, como candidato presidencial. En las municipales de 1993, presentó hasta tres candidaturas al Concejo Provincial de Lima y varias candidaturas que compitieron entre sí, en diversos distritos de Lima. Esta diáspora izquierdista significó la perdida de varios distritos populares de Lima y provincias en las que tenía la dirección municipal. Hoy ha desaparecido del mapa político.
En relación a las candidaturas independientes, tuvieron poco apoyo electoral a la alcaldía de Lima en las tres primeras oportunidades y lograron su gran salto con el triunfo de Belmont en Lima en 1989. Hasta ese año, en realidad el triunfo sólo fue limeño. De allí en adelante, sin embargo, las perspectivas de muchos políticos y aspirantes a las alcaldías eran distanciarse de los partidos políticos y asumirse como independientes y técnicos. Es así como el año 1993 las pretensiones eran tan grandes que provocó una hiperinflación de candidaturas. La experiencia ha sido desastrosa. En esta oportunidad
(Expreso, 12 de Noviembre de 1995)