No fue así. Haya de la Torre obtuvo la mayor votación preferencial. Para las elecciones generales de 1980, señalada en las disposiciones transitorias de la nueva Constitución, es excluyó este sistema. Por ese motivo, gran parte de las discusiones al interior de los partidos se centraron en la mejor ubicación en las listas parlamentarias. La situación fue aún más grave para las alianzas políticas de partidos. El caso más patético fue la frustrada alianza de izquierda (ARI). Esta, conformada por los diversos grupos de la nueva izquierda, discutió a lo largo de meses aspectos políticos y la confección de las listas. No llegaron a ningún acuerdo en este último punto y fue motivo de ruptura. Ocurrió un día antes de la inscripción. El resultado: cuatro listas y consecuencias electorales catastróficas. Si hubiera existido el voto preferencial, quizá dicho frente político no se hubiera desintegrado de esa manera.
El voto preferencial se volvió a implementar con motivo de las elecciones generales de 1985 y 1990, con una variante, la implantación del voto preferencial doble opcional. Fue una norma de transacción política. La idea era que el elector pueda votar por el líder del partido y por otro candidato de su preferencia. Era opcional por que a diferencia de 1978, en esta oportunidad, sí votaban los analfabetos. Ellos, de esta manera, podrían hacer uso del voto preferencial o no. Este mismo sistema, como se sabe, se utilizó también con motivo de las elecciones al CCD.
En América Latían, conjuntamente con Brasil, somos los únicos países que utilizan esta forma de elección. En el resto de la región se mantiene la fórmula de lista cerrada. En los últimos tiempos Venezuela iba a aplicar una variante del sistema alemán, que permitía una elección preferencial con voto de lista.
Los defensores del voto preferencial argumentan que éste es una manera de defenderse de las "cúpulas partidarias", que manejan a su antojo y sin consultar a sus bases la confección de las listas. Por el contrario, sus detractores sostienen que con el voto preferencial lo único que se consigue es favorecer a los candidatos con buen respaldo económico, capaces de mantener una campaña sostenida. Es indudable que esto último influye en el voto pero no es suficiente. En el Perú, con el voto preferencial ocurrió lo siguiente en estas últimas experiencias.
a) Movilidad de puestos entre los candidatos que salieron elegidos. Ocurre más en los frentes que en los partidos. Hay muchos ejemplos. El caso más claro ocurrió en 1978, Hugo Blanco (FOCEP) logró casi 4 veces más votos que el No.1 de la lista, Genaro Ledesma, a pesar de estar ubicado en el tercer lugar. Otro caso ocurrió con la ex-parlamentaria aprista Mercedes Cabanillas, en 1990, que superó en votación preferencial al legendario Luis Alberto Sánchez.
b) Una segunda consecuencia es que hay una gran cantidad de candidatos que estando ubicados en puestos rezagados logran conquistar un escaño gracias al voto preferencial, situación imposible con una lista cerrada. Es decir, todos aquellos candidatos que estaban situados más allá del número de escaños que logró el partido correspondiente. Por ejemplo, del puesto 45 al 80 en Nueva Mayoría o del 5 al 80 en Coordinadora Democrática o el MDI.
c) Descubrir que el último puesto de la lista es tan beneficioso como el primero. Así lo hizo, por ejemplo, en el 78, Pedro Cáceres Velásquez del Frenatraca y Alberto Ruiz Eldredge por el PSR. En 1985 Josmell Muñóz del Apra. En 1990, en senadores, Manuel Moreyra, del Sode, cuando postuló por el Fredemo y Abel Salinas por el Apra. El mayor número ocurrió este año. Por eso no son pocos ni desconocidos los nombres que se colocan en esa posición expectante: Andrés Reggiardo de Nueva Mayoría, Enrique Chirinos Soto de Renovación, Henry Pease del MDI, Jorge Torres Vallejo de la Coordinadora Democrática.
d) una vez más el voto preferencial dejó de lado a algunas figuras que siendo así por su participación en ámbitos localizados de la vida nacional, no lo son para recibir el apoyo del voto preferencial. El ex-canciller José de la Puente Radbill, los ex-parlamentarios Luis Guisti la Rosa o Federico Tovar en el PPC; los ex-parlamentarios Manuel Darnmert, Esther Moreno del MDI, quizá por que provenían del extinto PCR, agrupación que estuvo en contra del MAS e IU, en el 90 y, por el contrario, apoyó a Barrantes en IS; Pedro Cáceres en el FRENATRACA; los ex-parlamentarios Odón Huidrobro o Germán Medina en el FIM.
e) El fracaso de tiendas como el Movimiento Independiente Nuevo Perú, donde se nutrían de ex-izquierdistas radicales como Guillermo Aznarán, Manuel Benza, Erlinda Muñóz, o el Movimiento Independiente Paz y Desarrollo, del tanta veces candidatos Miguel Campos Arredondo; a los ex-parlamentarios Peter Uculmana o Edgar Terán en la Coordinadora Democrática; o empresarios como Virgilio Levaggi, Fernández Berkermeyer o Antero Aspíllaga en Renovación; otros, no salieron por su poco apoyo como Wilfredo Mori, el cuestionado militar que se encargó de administrar el clausurado Parlamento.
Las consecuencias en la composición del Parlamento son grandes. En 1978 gracias a este sistema 46%; en 1985 un tercio; en 1990, el 30%; y, finalmente, este año para el CCD más del 40%. En consecuencia, podemos señalar que un tercio y más del Parlamento es distinto en el Perú entre 1978 y 1993, gracias al voto preferencial. En relación a las objeciones sobre este sistema, motivado en gran parte por la campaña del Fredemo en 1990, es posible señalar lo siguiente. El grueso de la campaña se realizó por medio de la TV, donde no existe un límite del gasto. Todo esto defendido bajo la mal entendida libertad de inversión. Es así que el 70% del total de gastos de todos los partidos fue realizado por el FREDEMO. La campaña que se realizó fue efectivamente millonaria. Si bien esto es incentivado por el voto preferencial, no es menos cierto que esto se realiza gracias a que la campaña y los gastos que ella produce, no están normados. Esta situación provoca un desenfreno en el uso del dinero. Pero vale la pena una aclaración. La disputa por el voto preferencial se realiza al interior del partido o frente político y no entre partidos. Es así que en el Fredemo, la gran mayoría tenía un respaldo económico, por encima de otras agrupaciones.
Mientras no se implanten elecciones internas, en que la decisión de las bases sea planamente respetada, el sistema del voto preferencial, sin ser perfecto, ha permitido una participación más democrática de los militantes y electores, cambiando un tercio de la composición del Parlamento. En cambio lo que sí es necesario cambiar en el Perú y legislar sobre ella, es sobre los gastos de campaña.
(Revista Sí, 28 de Diciembre de 1992)